Cuenta la leyenda
Dr. José Gregorio Hernández
Nacimiento, infancia y estudios universitarios.
En ISNOTÚ Estado Trujillo, nace José Gregorio Hernández Cisneros, el día 25 de octubre del año 1864, viene a ser el segundo hijo de la pareja Benigno Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mancilla. El día 30 de enero del año 1865 es llevado a la pila bautismal en el pequeño pueblito trujillano llamado Escuque, donde el párroco era el padre Victoriano Briceño, los padrinos fueron Perpetua Henríquez y Tomás Lobo. Al morir su hermana Isolina del Carmen, quedó José Gregorio, como el mayor de sus numerosos hermanos, cuando contaba 8 años de edad, fallece su señora madre el día 29 de agosto de 1872. Su padre contrae nuevas nupcias con María Hercilia Escalona. La vivienda donde nace y vive José Gregorio era una vieja casa de tapias, con techo de palmas y piso de ladrillo, la cual estaba situada en la calle Rosario, esta había sido ocupada anteriormente por “una especie de mesón de caporales de arrias y gente de esa calaña tosca” En ella su padre había instalado un negocio de mercancías secas, víveres y farmacia en un salón grande para comercio, en la parte del frente de su antigua construcción.
Las relaciones del padre de José Gregorio, con las firmas comerciales de Maracaibo eran muy buenas y era el lugar más cercano a Isnotú, siendo esta una aldea apacible, ubicada en una zona agrícola. En la época cuando nace J.G.H. Venezuela era un país con escasa población, aproximadamente 1.500.000 habitantes, Caracas apenas tenía 40.000., la provincia de Trujillo formaba parte del “Estado de los Andes” y la ciudad de Trujillo, su capital contaba con 8000 seres, para ese entonces venía siendo la capital del municipio Libertad, y a partir del día 30 de junio de 1968, fue cambiado por el nombre de José Gregorio Hernández, en honor a este ilustre personaje. Esta población se sirve de aguas de manantiales distantes de ellas a 200 a 500 metros, produce caña de azúcar, panela, café, plátanos, maíz y algo de cacao.
Cuando José Gregorio tiene nueve años de edad, ya había recibido en su casa, la instrucción básica (lectura, escritura, catecismo, rudimentos de lenguaje y aritmética) pasa a estudiar en el único sitio de enseñanza, regentada por el profesor Pedro Celestino Sánchez, hombre harto afecto a los niños, donde José Gregorio, adquiere amor al prójimo. En el mes de Febrero de 1878, dos amigos de la familia vienen a Caracas, son ellos los generales Jesús Romero y Francisco Sánchez y después de conversar con el papá de J.G. se lo traen a la capital y la idea es: estudiar, cursa primaria y secundaria estando interno en el Colegio Villegas, uno de los planteles más afamados para entonces ubicado en la esquina de Piñango.
En el año 1882, José Gregorio se Inscribe en la Universidad Central de Venezuela para cursar medicina, el maestro en higiene fue el famoso Calixto González, quien le consiguió después de graduado la beca para irse a Francia. El 29 de junio de 1888 recibe el título de Doctor. Pedro César Domínici relata el examen de grado del doctor José Gregorio Hernández con estas palabras: El examen de grado del doctorado de Hernández en la Universidad fue memorable, razón por la cual su fama de ser el primer estudiante de la U.C.V luego se dice: “Venezuela y la Medicina esperan mucho del doctor José Gregorio Hernández” Ejerció en diferentes lugares y ciudades, La Guaira, Puerto Cabello, Curazao, Maracaibo, después de una muy larga historia, conocida por todos, estando en Caracas, el día domingo 29 de junio de 1919, cerca de las 2, p,m, J.G.H. salió de su casa para asistir a una anciana enferma, dirigiéndose a la habitación de la misma situada de Amadores a Cardones en la Urb. La Pastora, después de examinarla al comprobar su pobreza extrema fue él en persona a la farmacia de la esquina a comprarle los medicamentos.
Al salir de la botica y tratar de cruzar la calle, uno de los pocos automóviles que existían en la capital, salía por la esquina de Guanabano, lo arrolló, lanzándolo contra un poste y el doctor José Gregorio al caer se fracturó el cráneo contra la orilla de la acera. Inmediatamente el conductor y un señor que por ahí pasaba lo montaron como se pudo al automóvil y lo llevaron al Hospital Vargas, ya estaba muerto. TODOS LOS QUE RECUERDAN AQUEL DIA DE LUTO NACIONAL, coinciden que no ha habido en Caracas, ninguna manifestación en la que espontáneamente se haya desbordado el público en entusiasmo, fervor y lágrimas. Fue una apoteosis tanto más digna de recordación por cuanto fue literalmente el homenaje de todo un pueblo.
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