Opinión

Choque con las Estrellas: “Latidos al viento”

Hay otros quienes no se atreven a dar un paso sin un intérprete de los oráculos del submundo.
domingo, 13 septiembre 2020

La vida es un viaje, efímero o largo, un camino intrincado lleno de sorpresas que implica asumir grandes retos, no exento de peligro; en ella nada se da por sentado y hasta los planes más elaborados son presa fácil de giros inesperados, donde todo cambia o se derrumba.

Para pocos, las dificultades que se van presentando lejos de ser obstáculos, determinan el particular significado de vivir; representan el impulso nodal que dispara los latidos en busca de un algo que se anhela, que vale la pena desafiar y vencer.

Estas excepcionales personas, precisan con claridad que la aventura se vive una sola vez; cada día que ocurre el prodigio de ver un nuevo amanecer, es el mejor de todos los días.

Nada se deja en espera o para después; entienden que puede no haber mañana, por lo que el momento de arriesgarse a vivirla es hoy.

Momentos, sí, la vida está hecha de ellos, y que me disculpen desde Aristóteles hasta los teóricos de la Gestalt, pero el todo no es más que la suma de sus partes cuando se trata de la vida.

El gran secreto radica en que los momentos, considerados estos separadamente, son más que el todo. Aún si todo falla, no funcionó y no queda un mañana, habrá valido la pena vivirlos porque son para siempre.

No importará el resultado acumulado, vencer o vencido, lo trascendental será el sentido que dio a tu vida el arriesgarte a vivir, intentarlo y luchar. Doblegado o no, cada momento en la vida es inmortal.

En la otra acera, más concurrida, están quienes se alejan de los retos y en forma pasiva dejan pasar esos momentos, siempre esperando un día especial, que precisamente no es hoy.

Está lloviendo, amaneció nublado, hace mucho sol, no estoy preparado, me duele la cabeza, hace frío, no estoy de humor y así innumerables razones para dejar todo contando con un mejor mañana.

Al final descubrirán que estaban equivocados y que duele mirar atrás; con nostalgia aceptarán la única verdad inalterable, que son los momentos los que dan cuenta del milagro que es estar vivo.

Hay otros quienes no se atreven a dar un paso sin un intérprete de los oráculos del submundo. Quizás sea la expresión de un acto de extrema inseguridad y cobardía el delegar la búsqueda del sentido de su vida, persiguiendo trascender un mañana.

Total nada de lo escrito se sabe, solo se puede elucubrar, y si en algo un buen porcentaje de seres humanos son buenos, es para alardear con extrema facilidad de lo que no se sabe.

Ese rincón mental que aloja lo arcano, es altamente comercializable, siempre lo ha sido. Usualmente se alimenta de la ignorancia. Tan es así que un hueso, llámese de algún escritor famoso, poeta o un finado de grandes historias, genera exorbitantes patrimonios, independiente que al final sea un vulgar hueso de pollo.

Así de maleable es ese mundo desconocido, lleno de falsos voceros que lo más lejos que su mente los ha llevado antes de perder la conciencia, es al estupor etílico. Eso sí, en ese trance son una grabadora y antena repetidora del “más allá”, y como tal traductores lingüísticos simultáneos.

Una de sus virtudes fuera de serie, extraordinaria por demás, es la capacidad de ver el futuro; el de otros, porque el de ellos depende del que paga. Todo es válido en el mundo de los deseos.

La ecuación es menos traumática por cuanto las estrellas y constelaciones en el firmamento están allí a la vista y deleite de todos, totalmente gratuitas por lo que estos “visionarios” no iban a dejar pasar esa oportunidad, aparte de estar exento de arancel no aplica reserva del derecho de uso y disfrute.

Diría el famoso mago Merlín, obvio, resulta una poción mágica la mezcla de huesos, constelaciones y estrellas con una pizca de patas de ranas para decir lo que venga en gana, y los más osados eruditos en esta materia incierta van aún más lejos del cosmo; como si se tratará de un best-seller, tipo saga de varios volúmenes, interpretan el tiempo, espacio y destino, por temporada.

Son muy cotizados dentro de la esfera del poder y es comprensible. Como explicar y justificar el desastre que se provoca desde esas alturas; en el plano terrenal es imposible, no hay forma; únicamente es viable a través de fenómenos sobrevenidos de experiencias de ida y vuelta, como quien hace un tour a otro mundo, llena de ritos y trances esotéricos.

Esa es la tragedia que se repite a lo largo de la historia de la humanidad y no somos la excepción. En esa experticia de manejo del misterio y lo oculto, no hay cabida para la inteligencia ni la meritocracia, al contrario habita en el polo opuesto, literalmente hostil.

Cual parásitos, absorben la vida de todo ser que le da acceso en su mente, al punto de comprometer su propia existencia.

Algún lector contrariado no dudará en decir, ¡de qué vuelan, vuelan!, expresión paradójica porque asegura que no cree en brujas, pero sí cree que ellas vuelan.

Lo cierto es, si hay algo que es seguro que vuela, es la imaginación del ser humano y tristemente mucho más alto en una época que condensa la pobreza, miseria y tiranía, oportunidad cuando aflora lo sobrenatural en un mercado cautivo, que explota como una bulla.

Creer que gracias al lobby de un encantador de serpientes, uno de los dioses bajará del monte Olimpo o desde un mundo misterioso vendrá un ente a solucionar los problemas de tu vida y hacer realidad la oferta de infinitas promesas plasmadas en barras de hielo, a quien además deberás de pagarle por la astucia de enmascararlos, disfrazarlos y añadirles otros ingredientes de efectos negativos, es una simple melancólica alternativa de consentir el fracaso.

El único que le puede dar sentido a tu vida eres tú. No hay que engañarse ni dejarse engañar. Enfócate en lo bueno, alimenta el valor y amor a tus sueños, solo tienes que atreverte a vivir tus momentos.

Recuerda que la eternidad no se vive aquí, así que empieza hacer lo que tengas que hacer, pero por poco que sea, hazlo significativo.

Mario Genie.
genie_mario@hotmail.com

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