Busca la excelencia en todo lo que hagas

Hablar de excelencia en nuestra vida es hablar de humildad, esa que no tiene nada que ver con la escasez, ni la pobreza. Humildad es la base del crecimiento personal, es una de las más grandes virtudes humanas, es aquella que nos permite aceptar nuestros errores y de la capacidad para superarlos. De una persona humilde y sencilla brota la capacidad de conocerse a sí mismo, de convertir el error en éxito, el fracaso en aprendizaje, lo cual nos permite desarrollar una capacidad de crecimiento personal hacia la superación constante. Una persona humilde busca la excelencia en su vida porque quiere seguir aprendiendo, mejorando y evolucionando; una persona arrogante cree buscar la excelencia, cuando en realidad lo que está buscando es alimentar su ego y aparentar ser excelente. Sócrates, Pitágoras y Aristóteles ya hablaron de la excelencia como un proceso de mejora continua, caracterizado por la sencillez y la humildad. La línea que separa a una de la otra es muy delgada, es por ello que, hagas lo que hagas, lo realices con la convicción de que forma parte de tu mejora continua, de tu deseo genuino de ser mejor persona, mejor líder, mejor padre, mejor empresario, mejor ciudadano. Si estás buscando el éxito, acompañado de la excelencia, entonces vas por el camino de la humildad y la sencillez, que se complemente con la FE. Me encanta este término, prefiero llamarlo CERTEZA, que al mismo tiempo es aquello que me inspira y me levanta en todo momento. Es en lo que creo fervientemente y en lo que tengo la más absoluta convicción que ocurrirá. La FE o la CERTEZA tienen que ver con las CREENCIAS, que son aquellos principios, preceptos y guías que orientan la pasión en lo que hacemos y le da sentido a nuestra vida. Todos creemos en algo. Y ese algo guía nuestras acciones y decisiones. ¿Recuerdas la última vez que tomaste una decisión importante en tu vida? ¿Qué te hizo tomarla? Seguro fue aquello en lo que crees. Por lo tanto, podemos decidir y elegir conscientemente, en qué creer y en que no creer. Es una decisión personal. El camino de la excelencia se recorre con el cambio de las creencias. Muchos de nosotros deseamos que nuestro entorno sea excelente, que mejore y cambie, por ejemplo, queremos que nuestros hijos sean educados y bien comportados, casi que perfectos; queremos que nuestros colaboradores estén comprometidos e identificados con la empresa; queremos que todo funcione excelentemente; pero nuestro comportamiento y conducta, en algunas ocasiones, tiende a ser contrario a ese objetivo, creyendo que el cambio tiene que nacer en los otros, cuando en realidad el verdadero cambio que se necesita para que las cosas funcionen diferente, es el que comienza con nosotros. En ocasiones, no somos conscientes de eso y no nos damos cuenta que nuestras acciones, basadas en nuestras creencias, les está modelando a nuestro entorno, un modelo de comportamiento y si queremos lograr el éxito y la excelencia en nosotros y en ellos, es necesario que revisemos nuestro patrón de creencias porque, al final, son ellas las que gobiernan nuestro cerebro. Cuando creemos que no podemos o no servimos para hacer algo ¿qué crees que ocurrirá? Todo alrededor nos dirá que tenemos razón. Por ejemplo, un deportista que está convencido que es malo en lo que hace y frecuentemente piensa “soy un mal deportista”. ¿Qué proporción de su potencial será capaz de movilizar? Indudablemente una muy, muy reducida proporción; ¿Qué tipo de acciones emprenderá? ¿Serán seguras, enérgicas, congruentes y positivas? Definitivamente no. Sus acciones serán titubeantes, inseguras, poco firmes, llenas de pasos en falso y por ende sus resultados serán insignificantes o triviales, los cuales reforzarán su creencia de que no puede o no sirve. Si alguien está convencido de que va a fracasar no tendrá ninguna razón para emprender con compromiso, esfuerzo, pasión y amor una tarea que lo lleve al éxito. Lo más curioso de todo esto, es que esas creencias se sembraron en la infancia, producto de la educación y discurso dicho por los padres y personas referentes y quedaron como verdades.

Decide en qué creer y llegarás a la excelencia
El éxito llama al éxito y genera más éxito, de manera que si deseamos lograr la excelencia hemos de decidir conscientemente en qué creer. Si nos damos cuenta que nuestro sistema de creencias nos lleva al fracaso y queremos el éxito, entonces muy conscientemente hemos de cambiar. Hay un ciclo muy efectivo para sacar nuestro máximo potencial: Las Creencias, son la brújula que nos guía, el Potencial, es nuestra capacidad de acción y recursos para triunfar; Las acciones, llenas de entusiasmo y energía nos llevan a Resultados sobresalientes y con nuevos aprendizajes. Otro ejemplo que pondremos es de quien cree, fervientemente y con todas las fibras de su ser, que va a lograr el éxito. El ciclo comienza con la brújula que guiará su camino, basado en lo que cree verdadero; Así, utilizará una muy buena parte de su potencial y sus recursos internos y externos (certeza, entusiasmo, pasión, inteligencia, apoyos); Sus acciones estarán regidas por el ánimo que le imprime ver nuevas posibilidades y con un elevado nivel de energía; al colocar todo su arsenal en pro de su objetivo, los resultados serán sencillamente extraordinarios. En la medida que afiancemos este ciclo estaremos más fortalecidos frente a las adversidades del camino hacia el éxito y la excelencia. Aun cuando algo salga de manera diferente, este ciclo nos renovará con nuevas fuerzas para emprender de nuevo el camino. Experiencias nos han demostrado que en ocasiones hemos logrado algo que creíamos imposible y justo allí la magia de transformar todo nuestro sistema de creencias se despierta. Es un ciclo permanente, si así lo queremos. ¿Te atreverías a revisar tu sistema de creencias y decidir cuáles te convendrían cambiar inmediatamente? Te aseguro que es un camino de nuevas aventuras que trae consigo un caudal de energía de cambio permanente que nos hace sentir vivos y en constante movimiento para desarrollar nuestro máximo potencia, con humildad y sencillez.

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