Bitácora Industrial
Efectos del pleito China – USA
Una primera consecuencia del diferendo comercial entre China y Estados Unidos debería la baja de los precios de algunos comóditis y productos que se comercian mutuamente ambos países, por lo menos mientras se reorienta lo que cada uno deja de comprarle al otro. Los agricultores de Estados Unidos tendrán que buscarle comprador a lo que China deja de adquirirle por los nuevos aranceles establecidos por Beijing y los mismo tendrán que hacer los agricultores chinos con lo que Estados Unidos deja de comprarle por los nuevos aranceles de Trump. No es que esté prohibida la importación, en ambos casos, sino que con los nuevos aranceles los productos terminan siendo más caros que los comprados a terceros países. Por ejemplo, los teléfonos chinos con los nuevos aranceles impuestos por Trump pueden ser más caros en Estados Unidos que sus similares europeos y los vehículos norteamericanos pueden terminar siendo más caros en China, que la misma marca hecha en México o Brasil.
Los mercados de ambos países abren buenas posibilidades a los productores de otros países, como por ejemplo para los cultivadores de trigo de Argentina, que pueden sustituir parcialmente lo que Estados Unidos deja de venderle a China.
Para Trump esta situación puede resultarle negativa en lo electoral, porque buena parte de sus votos provienen del campo norteamericano, de mayoría conservadora, que está seriamente afectada por la baja de las ventas a China. Hay productores que tienen décadas produciendo casi de manera exclusiva para exportar a China, y que han llegado a adaptar sus cultivos a las exigencias de los chinos hasta el punto de que les va a resultar complicado llevarlos a otros mercados, en donde los gustos de alimentación son distintos. Por todo ello hay un movimiento mundial de opinión presionando para que Estados Unidos y China logren un acuerdo que ponga fin a esta guerra de aranceles, que está afectando seriamente la economía mundial y de manera particular el comercio internacional.
El costo del Brexit
A los efectos negativos para la economía mundial de la guerra de aranceles entre China y Estados Unidos, hay que sumar el impacto que tendrá la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, que ha sido llamada Brexit. Ese retiro está siendo negociado entre la UE y el gobierno británico, porque va a tener serias repercusiones en la economía de los dos actores, y un costo de miles de millones de euros en impuestos, tanto para los ciudadanos de la Unión como para los británicos.
La salida de la UE ganó por escasa mayoría el referéndum hecho para que los británicos tomaran su decisión al respecto, pero pasado un año muchos de los que votaron a favor de la salida han comenzado a pensar que cometieron un error por el alto costo que van a tener que pagar, e incluso está creciendo un movimiento para que se repita ese referéndum, alegando que el pueblo británico no estaba bien informado de las consecuencias de lo que estaban aprobando. Pero ahora con Boris Johnson como primer ministro la situación se ha hecho más peligrosa porque él plantea un retiro sin acordar las condiciones con la UE, lo que resultaría peor para la economía británica. Son múltiples los aspectos que hay que negociar, por el intrincado sistema de acuerdos que se han ido estableciendo en las relaciones comerciales, arancelarias, laborales, científicas, tecnológicas, turísticas y en muchos otros aspectos que involucra una integración de países como la UE. Si ese retiro se llegara a realizar sin acuerdo, como lo plantea el primer ministro británico, las consecuencias para la economía de su país serían un verdadero desastre, además en un momento en el que en ese aspecto la situación de Gran Bretaña no es la mejor.
De hecho, esta semana el gobierno de Londres aprobó un nuevo fondo de 4.000 millones de euros para afrontar parcialmente el costo que en principio tendrá el brexit para los agricultores británicos. En Europa hay por lo menos medio millón de trabajadores británicos que se benefician de la libertad laboral del acuerdo, como igualmente hay cientos de miles de ciudadanos de los países de tierra firma trabajando en Gran Bretaña. Las líneas aéreas europeas viajan libremente dentro de la Unión gracias a la integración, pero una vez concretado el retiro, las británicas tendrían que negociar cada ruta lo que les va a significar mayores costos y menos destinos.
El pasajero aéreo británico tendrá que pagar más por cada boleto, mientras que para el turista europeo viajar a la isla resultará más costoso y ello reducirá el número de visitantes que crucen el Canal de La Mancha. Muchos economistas dicen que a la vista de las cifras del costo del brexit, es muy probable que el parlamento británico eche marcha atrás en esa decisión, alentados por el creciente movimiento nacional que exige una rectificación en el retiro de la Unión Europea. Recientes encuestas revelan que en este momento la mayoría de los británicos votaría en contra del brexit, aunque al mismo tiempo exigiría a cambio un mayor control de la migración de refugiados, sobre todo africanos y árabes, que fue una de las causas de que la salida ganara el referéndum.
Petróleo de esquisto en problemas
Pequeñas petroleras norteamericanas de fracking están al borde de la bancarrota y sin posibilidades de lograr recursos para nuevas inversiones, que sería su única vía de salvación. Los expertos dicen que este sistema de extracción en esquistos necesita perforar nuevos pozos en forma permanente, lo que implica costos elevados que solo las grandes corporaciones pueden afrontar si los precios no son tan rentables en un momento determinado. En los últimos años estas pequeñas empresas han acumulado una deuda financiera de más de 300.000 millones de dólares, cuyos intereses con un barril en poco más de 60 dólares, consumen el 25 por ciento del crudo que se extrae por este método en Estados Unidos.
Esta situación ha provocado que muchos tenedores de acciones de estas empresas hayan rematado esos papeles a precio de bono basura, es decir menos de 10 puntos por encima del interés de los bonos de la Reserva Federal, lo que cierra cualquier posibilidad de nuevas inversiones. Como no disponen de muchos recursos, estas pequeñas empresas solo pueden explotar pozos de poco rendimiento que son menos rentables, mientras las corporaciones más fuertes trabajan en grandes yacimientos, cuyos costos son altos pero se benefician por los grandes volúmenes de producción.
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