Bitácora Industrial
Futuro del petróleo
Los científicos repiten con frecuencia que tal como la Edad de Piedra no se terminó porque se acabaron las piedras, la Era del Petróleo tampoco se acabará porque se agoten los yacimientos. En este caso se trata de la generación de energía por fuentes renovables y la urgente necesidad de parar la contaminación emitida por los motores de combustión. Según el último informe de Naciones Unidas sobre el calentamiento global, que fue publicado esta semana, la temperatura promedio de la Tierra aumentó más de un grado y va camino de alcanzar el umbral de 1,5 grados en la próxima década, lo que significaría que cruzamos el punto de no retorno en cuando a la degradación del ambiente, y la posibilidad de que las generaciones futuras puedan vivir en este planeta de la manera que lo hemos hecho hasta ahora. Los informes sobre contaminación y calentamiento global, hechos que van de la mano, han obligado a que muchos gobiernos anuncien medidas urgentes, entre las que figura en primer lugar la sustitución de vehículos a combustión, por eléctricos, en plazos cada vez más cortos. El presidente de Estados Unidos, Biden, quiere aprobar leyes para que en 10 años el 30 por ciento de los vehículos sean eléctricos, con la posibilidad de llevar ese porcentaje por lo menos al 50 por ciento en 20 años. Paralelamente muchos gobiernos están estimulando la generación de electricidad desde fuentes renovables, como eólica, nuclear, solar e hidráulica. Hay países, como España, que ya están cerca del 30 por ciento de generación de electricidad por métodos distintos de la quema de petróleo, lo que significa una reducción porcentual equivalente en sus importaciones de crudo.
La política en lo ambiental
Uno de los elementos que podría aumentar el uso de vehículos eléctricos en lugar de los de motores de combustión, es que los gobiernos establezcan impuestos elevados a la gasolina, que lleve su precio a niveles impagables por la mayoría de la población. En la práctica sería un impuesto ambiental: “El que más contamina, paga más”. Pero en casi todos los países, y mucho más en los desarrollados, el precio de la gasolina tiene una estrecha relación con la política, y de manera particular con el voto que elige a cada presidente. A la par de otros elementos, el precio de la gasolina es idéntico a las subidas y bajadas de los niveles de aceptación o rechazo de un presidente. Eso tiene como consecuencia directa que los gobiernos sean muy prudentes a la hora de aplicar medidas duras contra el petróleo, para reducir la cantidad de CO2 que se envía a la atmósfera. Esa es la razón por la que China es el país que tiene mayor avance en cuanto al porcentaje de vehículos eléctricos, porque la estabilidad de su gobierno no tiene nada que ver con el porcentaje de apoyo o rechazo de su población. Y además, su pujante economía ha mejorado mucho el poder adquisitivo de su creciente clase media, que no tiene problemas para adquirir vehículos eléctricos, que además tienen un subsidio del gobierno.
Otro posible uso del petróleo
Los expertos predicen que para 2030, es muy probable que comience el descenso, lento pero indetenible, del consumo mundial de petróleo, por el aumento de generación de energía y electricidad desde fuentes renovables, como por la sustitución de vehículos a combustión, por eléctricos. A futuro, eso significaría convertir en inútiles los yacimientos de petróleo y darle un vuelco brutal a la economía mundial. Porque el petróleo no sirve sino para quemarlo y generar energía. La única excepción sería seguirlo usando para producir monómeros para la industria del plástico, asfalto para las carreteras y algunos otros usos industriales, pero en un porcentaje absolutamente marginal frente a los casi 90 millones de barriles diarios del consumo actual, aún en medio de la pandemia. El futuro del petróleo sería distinto, si existiera una manera de reducir a cero la emisión de CO2 por los motores a combustión, que es el primer contaminante de la atmósfera. Pero los científicos dicen que eso no es posible, más allá de los esfuerzos que hace la industria, que en el mejor de los casos lo ha reducido en un 30 por ciento.
La economía post petróleo
Numerosos científicos de la economía, han analizado a fondo los posibles cambios que en esta materia tendría el mundo, una vez que comience el declive de la producción y consumo de petróleo. Ante la seguridad de que el consumo de petróleo va a comenzar a bajar en una fecha ya a la vista, Arabia Saudita ha dado el primer paso en lo que podría ser su economía post petrolera, creando un fondo para la diversificación de su economía, dotado en principio con 250.000 millones de dólares, que planean llevar a dos billones en un plazo de 10 años. Paralelamente, la dinastía saudita está estimulando el turismo, incluyendo el religioso para Medina y La Meca, y ha hecho inversiones por otros 250.000 millones de dólares en empresas del exterior, entre ellas Tesla, Virgin Galactic, varios bancos de inversión y fondos de capital. Uno de sus proyectos más ambiciosos es la construcción de una mega ciudad en la costa del Mar Rojo. Otros países petroleros de esa misma región están invirtiendo en industrias no petroleras, y comenzaron con reductoras de aluminio: Qatar montó una planta con capacidad de 600.000 toneladas anuales; Bahréin produce 970.000 toneladas y Emiratos Arabes avanza en ese sentido, construyendo la primera planta de aluminio en el mundo, con energía eléctrica solar, que ya está produciendo 40.000 toneladas anuales, pero con planes para llevarla por lo menos a 400.000 toneladas. Todos esos países están realizando además grandes inversiones en infraestructura turística, que los han llevado a ser receptores del turismo más caro del mundo, no solo como visitantes sino comprando apartamentos en lujosos condominios para multimillonarios.
“Sembrar el petróleo”
Hace varias décadas, Arturo Uslar Pietri hizo un llamado a utilizar el ingreso por las exportaciones petroleras para desarrollar el país, diversificando su economía para hacerla no dependiente de ese único producto, con el lema “Sembrar el Petróleo”. Después de más de medio siglo, la economía del país, es más dependiente que nunca del ingreso petrolero, con el agravante de que la producción no llega al 30 por ciento de la que fue hace unas décadas. Siempre he considerado acertado el criterio de muchos economistas, venezolanos y del exterior, al plantear que un país como el nuestro debería utilizar la renta petrolera solo para inversión y no para cubrir gasto. Este último rubro debería ser pagado con el ingreso interno no petrolero. Pero en sentido contrario, los sucesivos gobiernos de Venezuela han dependido hasta en un 90 por ciento de las exportaciones petroleras. La pregunta entonces tiene que ser, ¿De qué vivirá el país cuando descienda el consumo de petróleo en el mundo, si no se desarrolla en forma urgente una industria alternativa.
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Gasoil (92) 93
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