Bitácora industrial

Guayana agropecuaria
Cuando comenzó a fluir petróleo en el pozo Zumaque Uno, en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, se inició una transformación total en el modo de vida de los pueblos situados en los alrededores de los yacimientos, a lo largo y ancho del país, porque sus habitantes preferían trabajar en esa industria nueva, que seguir trabajando la tierra. Hasta esos comienzos del siglo pasado, la economía del país había sido básicamente agropecuaria, para su consumo, y las exportaciones de cacao y café hacia Estados Unidos y Europa, así como carne, ganado en pie y algunos vegetales, hacia las islas del Caribe. Atraídos por el nuevo Dorado petrolero, los hombres abandonaron el campo para irse a trabajar al pie de los nuevos taladros, que también horadaban la tierra, como antes los hacían con el arado. Mi bisabuelo Laureano Gómez lo resumió: “Los hombres se fueron del campo para los campos petroleros, porque era más fácil ganar dinero para comprar un huevo, que seguir criando gallinas. Un obrero podía ganar en un mes, lo que le producía el conuco en un año”. A Guayana le pasó lo mismo cuando comenzó a desarrollarse su gran proyecto industrial, a orillas del Orinoco, atrayendo gentes de todos los rincones del país. Ese desarrollo industrial despobló los campos, atrayendo a su gente, con la posibilidad de mayores ingresos y probablemente una mejor calidad de vida. Solo en la construcción de la Etapa Final de Guri, trabajaron 10.000 obreros, llegados desde las costas de Sucre, hasta los más recónditos lugares del Sur de Guayana, Los Llanos, Los Andes y todo el país. Junto a ellos, más de 100 mil hombres y mujeres que integran las nóminas de las industrias básicas, más otros miles dispersos en las industrias privadas. Todo ese desarrollo industrial ha sido impactado por la crisis actual, pero Guayana mantiene intacto todo su potencial agropecuario. Según cifras oficiales, el estado Bolívar tiene por lo menos 600.000 hectáreas con vocación agropecuaria, hoy la mayoría inexplotadas. Además de las tierras fértiles, hay abundante agua, tanto en ríos, caños y quebradas, como de inviernos copiosos y con una periodicidad previsible. En los años pincelados por Rómulo Gallegos, en Canaima, la economía de Guayana se sustentaba en la exportación de ganados, carne salpresa, balatá, aceite de sarrapia, y muchos frutos, embarcados en Ciudad Bolívar y San Félix hacia las islas del Caribe y otros destinos más lejanos. Por esos años, sin el desarrollo industrial que vendría muchos años después, Guayana era una de las regiones más productivas y ricas del país. Igual había pasado antes, cuando esa abundancia agropecuaria de Guayana, sirvió para armar y alimentar al ejército patriota, que salió de aquí a librar una guerra que culminó con el triunfo de Carabobo. La tierra está, falta el hombre. La economía de Guayana puede comenzar a reactivarse por su potencial agropecuario, y para ello no es necesario esperar a la reactivación del sector industrial. El mayor escollo, no por ello insuperable, será convencer a las nuevas generaciones, de las inmensas posibilidades que ofrece explotar la tierra, ahora más fácil que ayer, por la invención de modernas maquinarias que sustituyen el esfuerzo humano. Son los hijos, nacidos en la ciudad, de aquellos hombres que abandonaron los campos, atraídos por este Dorado Industrial, que temporalmente ha perdido su brillo esperanzador.

Pandemia y economía
Esta pandemia del Covid 19 ha obligado, como nunca antes, a evaluar la importancia de la economía moderna en la vida de los seres humanos, que en algunos casos llega al extremo de plantear el dilema entre uno y otro: economía o vida. Muchos gobiernos se vieron forzados a levantar las medidas preventivas a su población, para reducir el contagio del coronavirus, debido a la necesidad de mantener sus economías, a riesgo, como sucedió en muchos casos, de que la enfermedad se extendiera. Dicho descarnadamente, fue decidir entre la posibilidad de que la economía colapsara, y la muerte de algunos miles de personas. Varios expertos sostienen la tesis de que es preferible algunos miles de muertos, a que la economía colapse, porque en este caso los muertos serían más. Según esa teoría, el colapso de la economía traería como primera consecuencia directa, la imposibilidad de producir alimentos para la población, lo que multiplicaría por varios dígitos el probable número de muertos por la pandemia. Así de simple. Se trata de decidir qué provoca menos muertes, y allí la ganadora es la economía. Esos mismos expertos discurren acerca de cuánto tiempo podría estar aislada en su casa una familia, en el caso de que sea necesario un confinamiento total. Si salen de ella corren riesgo de contagiarse y morir, pero también corren riesgo de morir de inanición, encerrados en sus casas por largo tiempo, sin posibilidad alguna de que los gobiernos les puedan llevar suministros a toda la población. Por eso hay casi unanimidad entre los científicos, acerca de que aún con la gravedad de la pandemia, gana la economía.

Desacuerdo en Opep impulsa los precios
La Opep suspendió de manera indefinida sus reuniones para acordar un aumento de producción, frente al aumento del consumo mundial, y los precios siguen en alza, lo que según la Agencia Internacional de Energía, AIE, podría comprometer las posibilidades de una rápida recuperación de la economía mundial, sobre todo en los países en vías de desarrollo. Un desacuerdo como el actual, hacía tiempo que no ocurría en el seno de la Opep, que hace cuatro años logró sumar a otros importantes países petroleros, a su decisión de recortar producción para mejorar los precios del crudo. Ahora el mundo necesita más petróleo, por el retroceso de la pandemia y la reactivación de las economías en muchos países. Los países miembros de la Opep Plus, tienen que aumentar su producción frente al aumento de la demanda mundial, y mucho más cuando ya se consumieron los inventarios que habían sido acumulados durante la pandemia. El problema es cuánto aumenta cada país, y eso era lo que se tenía que decidir en la reunión de la Opep y sus aliados, que tuvo que ser suspendida, tras serios desacuerdos en las cifras. El mayor escollo para un acuerdo es que Emiratos Arabes Unidos se opone a seguir manteniendo el actual acuerdo de recorte, que teóricamente vence en agosto. La Opep quiere aumentar un poco la producción, pero manteniendo recortes, hasta finales de 2022. Emiratos no solo quiere que se levante totalmente el recorte, sino que además se le autorice aumentar su producción en medio millón de barriles hasta fin de año y que de una vez se le permita llevar gradualmente su producción, de 3,7 millones de barriles diarios actuales, a 5 millones para 2030. Con ese aumento, más lo que podría aportar Irán en el caso de que se le levanten las sanciones, que son por lo menos otros 2,5 millones de barriles diarios, se desataría una guerra de mercados petroleros, que hundiría los precios en una rebatiña a ver quién puede vender más barato. Todo esto mantiene alrededor de 70 dólares el precio del barril de los principales marcadores. En Estados Unidos, un galón de gasolina superó 3 dólares, cuando hace un año estaba en dos.

Precios internacionales
Solo como referencia y en US$/TM.
Aluminio (2.508) 2.509
Al. Prem. 2.509 + 659
Al. Alloy (2.239) 2.237
Alúmina (283) 283
Al. Chat. (1.100) 1.100
Oro onza (1.801) 1.824
Plata oz. (26,05) 26,08
Platino oz (1.003)1.114
Cobre (9.451) 9.309
Zinc (2.944) 2.927
Níquel (18.309) 18.689
Plomo (2.306) 2.301
Estaño (32.999) 33.639
Cromo (22.000) 22.000
Cemento Bra. (60) 60
Café Qt. (128) 160
Cacao (2.217) 3.112
Azúcar (441) 377
Arroz (297) 297
Maíz (216) 248
Trigo (233) 265
Avena (246) 236
Sorgo (240) 200
Soya (520) 600
Acero
USA (1.807) 1.810
China (890) 899
Cabillas U.S. (748) 727
Chatarra (516) 490
Hierro (218,11) 217,94
Briquetas (460) 460
Petróleo (barril)
Vzla. (25,04) 25,04
Opep (75,04) 75,13
West T. (71,83) 72,13
Brent (73,17) 74,34
Gasolina (220) 228
Gasoil (96) 96
Gas 1.000p (3,57) 3,65

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