Bautismo de fuego

El domingo pasado la Biblia nos introdujo en nuestra realidad de inicio de año con la referencia paulina de Jesús de Nazaret como principio de todo, incluso antes de la Sabiduría divina como lo señaló la primera lectura, pero puesto con mayor énfasis en el evangelio de san Juan, que habló de que “al principio era el Verbo”, y esta Palabra que es Jesús se hizo carne y habita entre nosotros desde entonces. Él es el comienzo de todo, y todo fue hecho teniéndolo a Él como ejemplo.

Estando así las cosas, es decir el inicio de esta historia, ahora hay que aclarar sobre cómo se desarrollará la Historia en la vida concreta de este hombre, Hijo de Dios y Hermano Universal nuestro. A este planteamiento pretende responder el relato de su bautizo.

Para nosotros es conocida la frase “bautismo de fuego”, para significar “estreno”, pero también es sinónimo de “inicio”. En el caso que nos ocupa, se trata del comienzo de la misión de Jesús y de cómo Él pretende llevarla adelante. Es decir, al “estilo” suyo y no dejándose llevar por otros modelos, como el de Juan Bautista, por ejemplo. En su bautismo está concentrado, pues, el programa de lo que hará acto seguido y es la hoja de ruta que debemos seguir quienes hemos recibido el bautismo en su nombre.

I
Lo primero que llama la atención es el gesto del bautismo por parte de Jesús, que no lo necesitaba, pues el bautismo que Juan da es un bautismo de penitencia, o sea, para el perdón de los pecados y el compromiso por cambiar de vida. En cambio, el bautismo al que se somete Jesús inaugura su “vida pública”, el trabajo que tiene entre manos y que Dios le encomendó.

Con la recepción del bautismo, Jesús indica la manera como asumirá su tarea y que, dicho sea de paso, difiere radicalmente de como la concebía Juan Bautista.

Si bien es cierto que Jesús posee todas las competencias y autoridad para hacer realidad su misión, sin embargo no escoge el poder —que está en sus manos— para adelantarla.

El Señor entiende que todo cambio proviene de dentro de la persona, y que este cambio se opera y permanece en el tiempo si se hace desde el amor cercano, desde la fraternidad, desde la solidaridad especialmente con los excluidos de la sociedad.

El estilo de Jesús agrada a Dios, su Padre. La voz que viene del cielo reconoce que el comportamiento de Jesucristo es el esperado por Dios, para que efectivamente su querido pueblo salga de las tinieblas en que se encuentra sumido por el imperio romano y por sus propios pecados.

II
Escribo estas líneas el mismo día en que se establece la otra asamblea nacional. Este hecho político supone un obstáculo que se eleva tanto a nivel nacional, como internacional. En el primer caso, porque nos aleja aún más de soluciones políticas que incidan en el deplorable terreno socioeconómico que pisamos, o donde nos hundimos, sería más apropiado decir. En el plano internacional, nos encaminamos a un mayor aislamiento.

Con el bautismo de Jesús y su actitud, estamos ante la posibilidad que Dios nos ofrece de asumir el 2021 como un año donde expresemos con más vehemencia la fraternidad y la solidaridad, especialmente con la inmensa mayoría que sufre indescriptiblemente las consecuencias de las políticas de Estado y las que ha traído consigo la pandemia.

Permita Dios que seamos sus hijos predilectos, que asumamos este bautismo de fuego, que es el inicio de una dura prueba. Esta prueba no es otra que favorecer la hermandad recíproca, cuando el ambiente no hace sino empujarnos cada día más al egoísmo y a sacar provecho propio de las necesidades ajenas. Permita Dios que el bautismo de fuego que trae Jesús nos alcance y actuemos a partir de él.

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