Arco Minero del Orinoco: Herida abierta del territorio venezolano
En oportunidades a lo largo de la existencia de la Humanidad se han producido acciones humanas que contradicen de hecho y de derecho la naturaleza misma de las personas e individualidades como seres que deben convivir y cohabitar en un mundo de solidaridad, respeto, responsabilidad y un mínimo de racionalidad.
El agua, por su grado de importancia en el siglo XXI, es factor geopolítico de poder más importante en la vida de los seres humanos y por lo tanto en las relaciones internacionales.
Lo cierto es, que, a mediados del Siglo XXI, más de 3.000 millones de personas podrían estar en países que sufren estrés de agua, y 14 países padecerían estrés por sufrir falta de agua. Actualmente el 20 % de la población no tiene acceso a agua de calidad suficiente y el 50 % carece de saneamiento.
América Latina es sin duda una región codiciada por el resto del mundo por sus riquezas naturales. La más codiciada es el Acuífero Guaraní por ser la tercera reserva de agua más grande a nivel mundial.
Algo a lo que no pueden hacerse la “vista gorda” los viajeros de esta tan vapuleada “nave Tierra”, es que según innumerables voces agoreras existe un grave peligro para la humanidad acerca de la escasez futura del agua, se piensa que actualmente afecta a más del 40 % de la población mundial.
Hay un gran apoyo para auxiliar a los Estados a avalar la sostenibilidad del uso del agua, desplegar la resiliencia climática y robustecer la misión compuesta de los recursos hídricos. Sobre todo, porque ellos se hallan bajo una exigencia sin antecedentes en la totalidad de los países.
Por otro lado, para nadie es un secreto el crecimiento intenso de la población mundial y la continuación de la conducta histórica en relación con el consumo y protección del agua llevará al mundo a enfrentar una merma del 40 % entre la demanda vaticinada y el 70 % del agua utilizable que se extrae en el mundo que es empleada en la agricultura. (Benavides, Benigno, 2015)
Para alimentar a 9000 millones de personas en 2050 será necesario que la producción agrícola aumente en un 60 % y la extracción de agua en un 15 %.
Más de la mitad de la población mundial vive ahora en zonas urbanas. Prospectivamente, se habla que para el 2025, cerca de 1800 millones de personas habitarán en regiones o países con escasez absoluta de agua. (Ob.cit)
Por otro lado, los efectos del cambio climático agravarán la situación, ya que perturbarán los ciclos hidrológicos y la disponibilidad de agua será más impredecible.
Los casi 1000 millones de personas que viven en cuencas monzónicas y los 500 millones que residen en deltas fluviales son particularmente vulnerables, por lo que se requerirá que los países optimicen la forma de gestionar sus recursos hídricos y los servicios derivados. (Proyectos de las Prácticas Mundiales de Agua del Grupo Banco Mundial).
Un ejemplo de esfuerzos a nivel internacional se corresponde con lo desarrollado por los países miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), al compartir operaciones estratégicas frecuentes para la conservación y el uso racional de los recursos hídricos de la Amazonía ante los retos del cambio climático y su impacto en sus poblaciones. Según el director ejecutivo de esta organización internacional, Mauricio Dorfler.
Lo que nos toca, lo tangible, real y cercano para nosotros es que Venezuela es el décimo país del mundo con más reservas de agua dulce, es también uno de los países que lidera la lista del peor suministro de agua potable a su población, sus reservas se estiman en 1.325 Km3.
Ahora bien, a pesar de estar Venezuela bendecida por esta enorme cantidad de agua dulce, mayormente 100% potable o con muy mínimos requerimientos para su potabilización, sus pobladores sufren de una muy acentuada escasez del vital líquido. Esta escasez se ha venido profundizando en los últimos 10 años, al punto que muchos sectores altamente poblados y cercanos a la capital del país, solo cuentan con el suministro una vez cada 7 días.
El problema se acentúa en las poblaciones del interior del país, donde el agua solo se suministra una o dos veces por mes, con muy mala calidad.
¿Qué pasó para que esto ocurriera? ¿Cómo se explica que habiendo tanta reserva natural de agua dulce la población venezolana esté tan desabastecida?
Una respuesta es, desdichadamente, que se han colocado por encima de las cualidades antes mencionadas otras conductas o actitudes indignas que son un reflejo de lo mezquino, vergonzoso, intolerable, corrupto, irracional, suicida y criminal de las políticas y decisiones del gobierno durante más de dos décadas. Me voy a referir a una situación que no es desconocida por la mayoría de los habitantes de este país, y se debe considerar como un alerta debido a que afecta a todos por igual actualmente y que de no detenerse traerá consecuencias devastadoras para todos los habitantes de Venezuela y hasta más allá de sus fronteras: el “Arco Minero del Orinoco”.
Luego, lo importante de esta problemática, nos lleva a la siguiente interrogante: ¿Qué está pasando en nuestro país con el Arco Minero del Orinoco en lo atinente en especial al servicio del agua potable para la población en general y a sus consecuencias económico-sociales y políticas,?
Según el criterio de las autoridades gubernamentales venezolanas el Arco Minero del Orinoco es una propuesta política para construir un eje productivo alrededor de las minas, que sirva para promover y proteger los derechos humanos, los derechos ambientales y los derechos económicos de nuestro país en esta región al sur de Venezuela.
Hasta los actuales momentos, la mayoría del pueblo venezolano piensa que los resultados han sido de otro tenor, es todo lo contrario, se ha convertido en una gran tragedia con consecuencias considerables. Desde el 24 de febrero de 2016 se creó la llamada Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco (AMO), y se certificó la extracción de minerales en esa área de gran diversidad ecológica, con una superficie equivalente al 12,2% del territorio nacional, y en donde vive una población de aproximadamente 60.000 personas, en su mayoría indígenas.
Así entonces, la respuesta es desconsoladora. Algunos le han calificado como un “desastre planetario que está en desarrollo”, “Destrucción del Patrimonio Natural”.
Y expresiones tales como: “Se destruirán bosques y fuentes de agua del tamaño de 2 países europeos”. “El tema de la crisis eléctrica tiene que ver con el Arco Minero”. “Se beneficia un grupo, pero se destruye el país”. “Mafia, militares y guerrilla controla extracción minera” “Es un proyecto que no respeta la biodiversidad”. “Es contaminación de una de las fuentes de aguas naturales más importantes del planeta”, “Se viola la Ley Orgánica del Ambiente, la Ley de Aguas, los Convenios internacionales suscritos por Venezuela”, y muchísimas más. El calificativo que le daría al Arco Minero del Orinoco sería “herida abierta del territorio venezolano”.
Herida, con una gran hemorragia, homologada con una hemorragia arterial, la más grave en que la “sangre sale en forma de chorro intermitente”. Como intermitente y descontroladamente se están extrayendo minerales tales como hierro, cobre, bauxita, coltán, diamante, oro, caolín y dolomita, este último para la fabricación de materiales refractarios.
Numerosas pues son las quejas de diferentes sectores, en el desarrollo del proyecto AMO. Empezando por la población indígena, las organizaciones ambientalistas y de derechos humanos, Provea, Grupo de Trabajo de Asuntos Indígenas de la Universidad de Los Andes y Laboratorio de Paz, han venido denunciando ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) las transgresiones a derechos humanos, la negligencia para determinar la ejecución del estudio de impacto ambiental, la información necesaria sobre el desarrollo del proyecto y la excesiva militarización de la región o zona en donde se materializa el AMO.
Conocido es que, desde el Gobierno de Hugo Chávez hasta el actual de Nicolás Maduro, no se han tenido avances y/o ningún mantenimiento de las redes de distribución de agua potable, hasta el punto de la inexistencia de algún tipo de inversión para la creación de nuevos sistemas hidroeléctricos para trasladar el agua potable desde los acuíferos a los hogares de las familias venezolanas.
Todo ello, además, punto de interés de estos contenidos, la cada vez más acentuada protesta por parte de organizaciones ecologistas y de protección del medio ambiente, que a nivel nacional e internacional han estimulado un fuerte rechazo contra el mismo.
Y, es que, viene marcándose un acelerado detrimento de la calidad del agua resultante de la infiltración superficial y afectación de los acuíferos de la región, en especial de una de las reservas de agua dulce más grandes del mundo, en el sur del Orinoco. Pero eso sí, también: la desinversión es evidente, pero siempre acompañada hipotéticamente de una corrupción vertiginosa. Recuérdese que la administración corresponde al Estado.
Para los ingenuos eso se resuelve a partir de las próximas elecciones de Gobernadores y Alcaldes. ¡Pobre gente de París!……
“Una gota de agua vale más que un saco de oro para un hombre sediento” (Proverbio)
“Las personas han olvidado que en realidad son parte de la naturaleza. Destruyen la naturaleza de la que depende nuestra vida”. (Akira Kurosawa)
Calgary, Canadá, noviembre 2021
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