Opinión

Adviento II: Estar alertas para escuchar mensajes de esperanza

Si oteamos el horizonte decembrino, intuimos que el futuro se aleja más del presente, y nos damos cuenta de que el año venidero será demasiado rudo, con menos opciones y más padecimientos.
jueves, 03 diciembre 2020

Nuestro país está a merced de tantas dolencias que causan profundas heridas en el alma de la mayoría de nosotros, dejando cicatrices difíciles de restañar.

Si oteamos el horizonte decembrino, intuimos que el futuro se aleja más del presente, y nos damos cuenta de que el año venidero será demasiado rudo, con menos opciones y más padecimientos.

Este contexto que empeora con el paso del tiempo, es muy similar a lo que vivieron el pueblo de Israel y la humilde familia donde nació Jesucristo: es una historia de carencias, sufrimiento, atropellos. Pero es igualmente una historia que promete cambios sustanciales, donde Dios establece su proyecto de fraternidad y filiación.

El Señor tiene su propuesta para esta historia. Para ello, necesita también de nosotros: el Adviento tiene una particularidad: es de los tiempos más concretos sugeridos por la liturgia: se habla de periodos precisos, dinámicas visibles y personas con nombres y apellidos; por ejemplo, Isaías y Juan Bautista.

El profeta de la esperanza
Isaías toma la bandera de la esperanza, y grita desde lo alto palabras de aliento a un pueblo que ha perdido el sendero: el Señor llega, y trae consigo tiempos de consolación y justicia.

El paso del Señor provoca una hecatombe en la naturaleza. Se trata de la creación que facilita el camino, para que el Rey su heraldo lleguen sin más demoras. Sus manos vienen repletas de dones que echamos en falta. La alegría regresa a nuestro rostro, pues su presencia es reconfortante. Los malos ratos forman parte del pasado. Con él de nuestra parte, todo cobra sentido una vez más.

El precursor de la justicia y la paz
Por su parte, Juan se hace con la bandera de la luz y la verdad, pues, a ejemplo de Isaías, su mensaje alentador se refiere a la llegada de Dios en la persona de Jesucristo.

La venida de Jesús no removerá cimientos ni descuartizará montañas, pero sí cambiará la historia de todos los seres humanos sumidos en el pecado. De esta capacidad de Jesús, es testigo Juan. Él es su mensajero, su compañero en esta misión que Dios les encomendó a ambos.

Juan es profeta de luz y verdad. Las sombras ceden a su paso, y la gente se libera al verse tal cual es, no juzgada, sino amada por Dios. Ambas realidad, luz y verdad, son esenciales porque actúan de tal manera que no nos quedemos defraudado en nuestra esperanza.

Alertas para oír el mensaje de esperanza
La situación de Venezuela está cada vez más comprometida. Precisamente, este fin de semana se consolidará un proceso que a todas luces no nos beneficiará en nuestras necesidades más acuciantes. Este ambiente en que nos movemos podría llegar a ser un factor que nos distraiga e impida oír lo que Dios nos está diciendo, y que necesitamos escuchar.

Todo parece indicar que el proceso pautado se consumará este fin de semana. Los interesados en que se lleve a cabo, buscarán distraernos ofreciendo oropeles navideños, cuando lo que necesitamos es centrarnos en la frágil pero poderosa presencia del Dios Niño, que nos dice que todavía tenemos futuro, que no apaguemos la esperanza en nuestras miradas, y que recuperemos fuerzas para afrontar sin sarcasmos ni depresiones, el largo camino a casa que nos depara 2021.

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