Opinión

A ver si lo alcanzo como yo fui alcanzado por cristo

La muerte por lapidación existe aún hoy día. En tiempos de Jesús, el apedreamiento se funda en el Antiguo Testamento.
jueves, 31 marzo 2022

Del hijo pródigo a la mujer adúltera
Se cierra la Cuaresma. Las lecturas del Evangelio insisten en esa expresión del amor humano capaz de cambiar a la persona. Es decir, el perdón.
El amor tiene muchos rostros, y uno de ellos es la misericordia: dar el perdón de modo gratuito e inmediato. Esta faz del amor no está en antagonismo con los demás rostros, sino que los complementa a todos.
Culminando, pues, este tiempo que nos conduce al misterio pascual de Jesucristo, somos puestos delante de otro episodio evangélico que resalta el amor que cambia, que da vida y libertad, que devuelve dignidad y abre la historia cuando se pensaba que ya todas las cartas estaban echadas: es el pasaje de la mujer adúltera.

Morir apedreada
La historia es conocida. Después de haber orado en el Monte de los Olivos, Jesús vuelve al Templo para compartir su Vida mediante su palabra. Llegan los fariseos y los escribas de la Ley —los mismos del domingo pasado—, arrastrando a una adúltera. O sea, una mujer casada, encontrada “in fraganti” teniendo relaciones sexuales con un hombre que no es su esposo.

Pretenden poner en apuros al Señor: “Moisés manda a apedrearla, ¿tú que dices?”. Por su parte, Jesús asume una actitud algo desconcertante: inclinado, hace garabatos en la tierra con un dedo. Ante la insistencia de éstos, el Señor se yergue y toma partido a favor de la “pecadora”: “quien esté libre de pecado, que lance la primera piedra”.

Acto seguido, se agachó nuevamente para volverse a levantar y dirigirle la palabra a esta mujer anónima, quien, una vez constatado que todos los que la condenaban y querían lapidarla: “Yo tampoco te condeno; ve en paz y no peques más”.

La muerte por lapidación existe aún hoy día. En tiempos de Jesús, el apedreamiento se funda en el Antiguo Testamento. Las referencias principales son unas cuantas, y lo espeluznante de la norma, va en aumento: “no cometerás adulterio” (Ex 20,14; Dt 5,18), “acostarse con la mujer del prójimo comporta contaminarse” (Lv 18,20), incluso “si el esposo no se entera o ella no es descubierta, igual se contamina” (Nm 5,13), “si se los descubre, ambos deben morir” (Lv 20,10; Dt 22,22).

La cuestión moral —no cometer adulterio—, deviene cuestión social: la contaminación se supera con la muerte atroz por lapidación ejecutada por la población, población igualmente pecadora (la propia insolvencia moral parece no importar a la hora de juzgar al prójimo). Esta cuestion social a su vez se convierte en cuestión de género: el “contaminado” no aparece siquiera en el evangelio de Juan.

Un alto a la violencia
Antes de hablar sobre el amor misericordioso que Jesús le ofrece a la adúltera, vale la pena resaltar un elemento que apunta a esta cuestión social que lamentablemente está presente y actuante entre nosotros: la violencia y la muerte irracional. El otro elemento se refiere al mismo Jesús.

El Señor no solo salvó a la mujer de la muerte, sino que logró poner freno a la violencia de la población enardecida. Por otro lado, esta mujer llegó a la presencia de Jesús con la muerte respirándole en la nuca, y por la intervención de Jesucristo “resucitó”; se le dio una segunda ocasión de vida.

Alcanzado por Cristo
Jesús supera la ley mosaica, demostrando que el aniquilamiento del pecado no se alcanza con la eliminación física del pecador, sino con la posibilidad de “alcanzarlo” como Él nos “alcanzó”. Es este encuentro con Jesucristo que da Vida, la derrama y la ofrece incondicionalmente.

Él no se interesa en primer lugar por la falta cometida por la mujer, sino por su vida. Pero devolverla a la Vida no es únicamente salvarla, sino ofrecerle un camino distinto al que ha llevado hasta ahora, donde el respeto de sí misma sea su Norte.

La Cuaresma termina. Ha sido un recorrido cuyo fin era alcanzarlo a Él del mismo modo que Él nos alcanzó. No obstante, todavía nos falta una etapa por hacer. Es decir, vivir el Misterio de la vida de Jesús, capaz de dar vida a otros, incluidos los pecadores, pero no logró escapar de la muerte, pues va camino del patíbulo.

El camino significa acompañarlo hasta la Cruz. Que Él nos conceda esta gracia.

Ten la información al instante en tu celular. Únete al grupo de Diario Primicia en WhatsApp a través del siguiente link: https://chat.whatsapp.com/CyYv6kf0DHHBYcr3iPHRv2

También estamos en Telegram como @DiarioPrimicia, únete aquí:https://t.me/diarioprimicia

error: