4D: Distancia, dolor, duelo y desarraigo
No, no me referiré a la imagen bíblica de los cuatro jinetes del Apocalipsis (Guerra, Hambre, Peste y Muerte), pero sí lo haré como ser humano, que son también cuatro las tragedias derivadas de la catástrofe causada a Venezuela, suelo patrio, vapuleado por más de veinte años por un régimen no democrático como el que tenemos.
Ha sido todo un cataclismo el causado a los venezolanos, hasta el punto y consecuencias convertidas en tristezas que, sin lugar a duda, se pueden evidenciar en factores discriminados en actos y sensaciones cuya incidencia notoria recae sobre la emigración desbordada y forzada de tantos compatriotas que sufren algo así como las “4D” de la infamia hacia un pueblo.
Toda una ignominia causada por el poder político de un régimen, autor de la destrucción social, económica y política como consecuencia de la aplicación de conductas disociadoras y deshumanizantes, que han conducido al sufrimiento de los ciudadanos y su ulterior huida, escape, salida forzada hacia otras latitudes o países, en búsqueda de la Libertad.
Muchos, han sufrido distintos males en esa salida angustiosa, algunos han muerto y otros han logrado sus objetivos, a medias.
Sin embargo, tanto los que pudieron salir como los que se quedaron están siendo afectados por situaciones vinculantes y no menos angustiantes e inhumanas derivadas por factores como la distancia, el dolor, el duelo y el desarraigo.
Esta última, sin duda, aglutina tristemente a las anteriores.
Y, lo digo sin ánimos de ser un pesimista a ultranza, sino por experiencias y vivencias nacionales e internacionales (que para otras personas pueden ser diferentes), así pues, me referiré a estas “4D” como desagradables coyunturas de una situación que colma y nos afecta negativamente a los venezolanos, hombres y mujeres, niños o ancianos.
Trataré de ser muy prudente para no herir susceptibilidades, por supuesto, sin escatimar la realidad de cada una de esas novísimas calamidades, sus causas y efectos sobre la conducta, actitudes y personalidad propia de la naturaleza humana que han definido por siempre al pueblo venezolano.
Quise, en principio, disociar las causas de las consecuencias, pero, son tan entrañablemente afines, cercanas y tangenciales, que se me hizo cuesta arriba hacerlo.
Comienzo por el distanciamiento.
Distanciamiento identificado con la palabra “lejanía o alejamiento no deseado”. Por lo tanto, no he de quedarme tan solo en el plano métrico, físico (centímetros, metros o kilómetros, etc.).
Existen situaciones sencillas, del día a día, que nos dan idea acerca de esta variable distancia, Y, eso me hace recordar que, entre familiares o amigos, alguno de ellos, residenciados en Caracas, me decían: -Pero ¿tú vives en Valencia? Ay, chico, ¡vives bastante lejos! – A lo que mi respuesta en oportunidades, quizás con cierta sorna, fue: – El que vive lejos eres tú. ¿No crees? – Traje a colación el ejemplo anterior, entre muchos otros, porque la lejanía en términos de espacio y tiempo es algo relativo, algo parecido a una opinión muy “Einsteiniana”.
Es como observar a dos individuos que situados frente al número ‘6’ o el ‘9’, discrepan y señalan que ante sí tienen el primero o el segundo guarismo. Con respecto a eso, insisto: ¿cuántas veces hemos vivido “lejos” aun estando nuestros hogares frente a frente de nuestra familia o amigos?
Lo anterior indudablemente no minimiza el sentimiento de lejanía entre seres humanos y aun menos cuando se es un inmigrante.
Solo que en la actualidad la tecnología nos permite estar más “cerca” de los demás que nuestros antepasados. Eso no se puede ocultar, aunque no nos da el “calor humano” de una cercanía evidenciada en el abrazo y en las caricias piel con piel.
Sobre todo, cuando esas distancias han sido causadas por terceros, insensibles factores en contra de nuestra voluntad y decisión. Por tanto, los que se quedaron en nuestro país y los emigrantes sufrimos esa lejanía como eslabones físicos y sentimentales.
En cuanto al dolor, no el físico, sino todo aquel vinculado con los sentimientos, con el alma y en sentido metafórico con el corazón, ocurre que tanto el inmigrante como el que permanece en nuestro país, sentimos in profundis y con muchísima fuerza la aflicción, la tortura de no estar junto a nuestras familias, la orfandad se hace evidente, derivada del alejamiento forzado que afecta a padres, hijos, abuelos y demás afines.
Y aunado a ello, con la incertidumbre de quizás no volverse a encontrar jamás, por lo menos en lo presencial, mientras continúen en el poder los causantes de tan lacerante separación del núcleo familiar.
Padres y abuelos que han sentido la pérdida de sus quereres y verlos partir hacia latitudes de incertidumbre en la búsqueda de una mejor vida, en que, por cierto, muchos de ellos han perecido por hechos devenidos de la violencia.
Y, los hijos, ausentes obligados, que lamentablemente conocen que sus padres han sufrido de una enfermedad, y que en Venezuela ha sido imposible de ser asistidos y tratados, y, algunos fallecen por su enfermedad a causa de la desidia y corrupción imperante.
Dolor sentimental, a lo interno del país, aumentado ante la inseguridad colectiva, individual, en materia de seguridad económica, social y política en términos de salud, alimentación y en general de ausencia total de un Estado de Derecho requerido en una auténtica democracia.
Así pues, es un dolor, que se denota visiblemente tanto para el venezolano que vive en Venezuela como para el inmigrante. En ese orden, germinan los duelos, se ha hecho patético el duelo permanente, sin misericordia, sufrido por el venezolano desde hace varias décadas y que hoy día se hace más cruento. Duelo que, a grandes rasgos de diferentes formas, todos los seres humanos a lo largo de nuestra existencia experimentamos.
Siendo la muerte uno de los más duros que advertimos. Realmente, pueden presentarse duelos de distintos tipos que son sinónimos dé sentimiento de pérdida, dolorosos unos más que otros (divorcios, fracasos profesionales, etc.).
Pero lo más grave es que el duelo resulta difícil de superarlo debido a la serie de etapas que cada individuo debe transitar para devolverse a su situación de bienestar y normalidad.
Por último, la cuarta ‘D’, la que aglomera todas las tres anteriores: el Desarraigo. He de señalar que el arraigo puede ser afectado en los que se fueron, porque en realidad quieren volver a su Patria: la República de Venezuela.
En uno de mis artículos anteriores hablé de los “insiliados” y recuerdo que eran aquellos que estando dentro del país, eran unos exiliados y en cierta manera de conducta desarraigada, dentro de su propio país.
Y las características de ello se dan en el sentido de ser tratados como extranjeros y no como compatriotas: limitaciones para alimentarse, indignantes salarios, inseguridad política, económica y social.
Sobran las persecuciones, la cárcel y hasta la muerte segura. En general, crímenes de lesa humanidad. Decía en el artículo “Exilio, Insilio = Desarraigo y discriminación”, lo siguiente: “El ‘insilio’ es lo contrario del exilio: es decir, una forma de irse sin moverse del sitio físico, o de quedarse sin en realidad estar. Es el encierro/destierro dentro de uno mismo”. Así pues, se dice, se cuenta, que el inmigrante ha podido sufrir de tratos múltiples de discriminación, explotación y estigmatización, cayendo en ocasiones afectado por conductas graves hacia los extranjeros, es decir, xenofobia (odio, recelo, hostilidad y rechazo).
Aunque en algunos países receptores esas arbitrariedades no han ocurrido, todo lo contrario. Pero, resulta que esas mismas fobias en cierto grado son aplicadas a los “insiliados” venezolanos (Menos aquellos que pertenecen al régimen y los “opositores” adulantes, congraciados y arrodillados ante el mismo).
Al final de cuentas, lo que he querido enfatizar es que la “situación país” de Venezuela no se reduce al sufrimiento por el cual pasan sus habitantes, los que se encuentran tanto dentro como fuera. Ambos padecen con diferente cariz las “4D” del venezolano actual.
Finalmente, esas figuras catastróficas de las “4D” centralizadas en un país como Venezuela, invitan en un futuro cercano a cambios políticos necesarios e inmediatos, y ponernos a reflexionar, por ejemplo, en lo que Mario Vargas Llosa ha señalado: “Mantener la democracia o ir a la dictadura: eso es lo que está en juego en estas elecciones”.
Las cuentas están echadas, está claramente determinado que las elecciones Primarias son temidas por el régimen y los incipientes líderes de los “partiditos cohabitantes”, porque saben que irremediablemente la persona ganadora de las Elecciones presidenciales del 2024, desde ya, no voy a decir su nombre porque se puede “desgastar”, pero TODOS sabemos quién será, tres letras la identifican como M.C.M. y el pueblo decidirá.
Por allí infructuosamente desde el régimen “rumorean”, crean mitos y otras comedias, porque realmente es lo único que les queda por hacer, entre otras que propulsarán unas “primarias” (que no llegan ni a kindergarten), entre el que mando al pueblo “a bailar salsa” (Perdió presidencia) y el “filósofo del Zulia”.
Dicen que si este último se lanzará como candidato también (no para ganar sino para dividir), luego abandonará y apoyaría al primero, por cierto, inhabilitado por el CNE, pero que sorprendentemente dicho señor considera que las primarias deben ser dirigidas por esa organización.
Meten la mentirilla también de tratar de judicializar las elecciones, es decir, utilizar el Tribunal Supremo de Justicia, aplicando leyes o reglamentos impertinentes constitucionalmente para frenar las primarias y hasta las mismas del año 2024, tratando de vulnerar con ello un derecho humano de cualquier ciudadano en materia del ejercicio de su derecho constitucional para votar.
¿Qué tal? ¡Cosas veredes, Sancho, que farán fablar las piedras! Tienen un inmenso terror a lo que ocurrirá.
Ello me recuerda aquella canción que, entre otros, cantaba el recordado cómico mexicano Tin Tan, y cuya letra decía así: “♬Pobre gente de París, no la pasa muy feliz. Y aunque no se quiera creer debe ser verdad♬”.
De verdad, como la gente de la canción “se quedarán con los crespos hechos”.
¡Salud!
Y, tan solo una recomendación para los ciudadanos verdaderamente democráticos: ¡Calma y cordura, si esos cuchicheos se cumpliesen, entonces sin miedo, proceder a dar su importante voto al candidato que esté llevando la antorcha democrática del triunfo y libertad, tanto en las primarias como en el 2024!
¡Hasta el final protegidos por el Poder de la ciudadanía, que ya se despertó!
“La distancia no se mide en millas o kilómetros, como creemos. Se mide en lágrimas.” (Fernando Gamboa González).
“La patria es el recuerdo…pedazos de la vida, envueltos en jirones de amor o de dolor; La palma rumorosa, la música sabida” (Ricardo Mirós Denis).
“Las dictaduras nunca son tan fuertes como creen que son, y las personas nunca son tan débiles como creen que son”. (Gene Sharp).
Canadá, Mayo 2023
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