Ciencia y Tecnología

Científicos encuentran agua dulce “secreta” bajo el mar

El objetivo es resolver el misterio de su origen —si el agua proviene de glaciares, de sistemas de aguas subterráneas conectados con tierra firme o de alguna combinación.
Por: AP
sábado, 06 septiembre 2025
Cortesía | Según la ONU, la demanda mundial de agua dulce superará la oferta en un 40%

En las profundidades del pasado geológico de la Tierra, un paisaje congelado se convirtió en un paisaje marino a medida que el hielo se derritió y los océanos se elevaron frente a lo que es hoy el noreste de Estados Unidos. Hace casi 50 años, un barco del gobierno estadounidense que buscaba minerales e hidrocarburos en la zona perforó el lecho marino para ver qué encontraba.

Descubrió, entre otras cosas, gotas para beber bajo las profundidades saladas: agua dulce.

Este verano, una expedición de investigación global, la primera de su tipo, dio seguimiento a esa sorpresa. La Expedition 501 (Expedición 501) perforó en busca de agua dulce bajo el agua salada de Cape Cod y extrajo miles de muestras de lo que ahora se cree que es un enorme acuífero oculto que se extiende desde Nueva Jersey hasta Maine, al norte del país.

Es apenas uno de los muchos depósitos de “agua dulce secreta” que se sabe que existen en zonas poco profundas de aguas saladas de todo el mundo y que algún día podrían aprovecharse para saciar la creciente sed del planeta, dijo Brandon Dugan, codirector científico de la expedición.

“Necesitamos explorar cada posibilidad que tengamos para encontrar más agua para la sociedad”, agregó Dugan —geofísico e hidrólogo de la Escuela de Minas de Colorado— a periodistas de The Associated Press que recientemente pasaron 12 horas en la plataforma de perforación. Los equipos de investigación buscaron en “uno de los últimos lugares donde probablemente buscarías agua dulce en la Tierra”.

La encontraron y analizarán casi 50.000 litros (13.209 galones) en sus laboratorios de todo el mundo en los próximos meses. Su objetivo es resolver el misterio de su origen —si el agua proviene de glaciares, de sistemas de aguas subterráneas conectados con tierra firme o de alguna combinación.

El potencial es enorme. También lo son los obstáculos para extraer el agua y la incertidumbre sobre quién es su propietario, quién la utiliza y cómo extraerla sin dañar excesivamente la naturaleza. Seguramente tomará años llevar esa agua a tierra firme para uso público a gran escala —si es que siquiera es factible.

El Viejo Marinero nos lo dijo

¿Por qué intentarlo? En tan solo cinco años, según la ONU, la demanda mundial de agua dulce superará la oferta en un 40%. El aumento del nivel del mar debido al calentamiento global agota las fuentes costeras de agua dulce, mientras que los centros de datos que impulsan la inteligencia artificial y la computación en la nube consumen agua a un ritmo insaciable.

El legendario lamento del Viejo Marinero: “Agua, agua, por todos lados y ni una gota para beber”, se cierne como una advertencia tanto para personas en tierra firme y marineros neófitos como para los navegantes en mares salados.

Tan solo en Virginia, una cuarta parte de toda la energía producida en el estado se destina a centros de datos, una proporción que se espera que casi se duplique en cinco años. Según algunas estimaciones, un solo centro de datos de tamaño mediano consume tanta agua como 1.000 viviendas. Cada uno de los estados de los Grandes Lagos ha experimentado escasez de agua subterránea.

Ciudad del Cabo, Sudáfrica, estuvo peligrosamente cerca de quedarse sin agua potable para sus casi 5 millones de habitantes en 2018, durante una sequía épica de tres años. Se cree que ese país también cuenta con una bonanza de agua dulce submarina costera, y existe al menos evidencia anecdótica de que todos los continentes podrían tenerla.

La isla del Príncipe Eduardo, en Canadá; Yakarta, en Indonesia; y Hawai se encuentran entre los lugares donde las reservas de agua dulce estresadas coexisten con posibles acuíferos submarinos.

Y aquí entra la Expedición 501: una colaboración científica de 25 millones de dólares entre más de una docena de países, respaldada por la Fundación Nacional de Ciencias (NSF, por sus siglas en inglés) del gobierno de Estados Unidos y el European Consortium for Ocean Research Drilling (Consorcio Europeo para la Perforación para Investigaciones Oceánicas). El dinero estadounidense de esta colaboración se obtuvo antes de los recortes presupuestarios exigidos por el gobierno del presidente Donald Trump.

Los científicos se embarcaron en el proyecto con la creencia de que el acuífero submarino del que tomaban muestras podría ser suficiente para satisfacer las necesidades de una metrópolis del tamaño de la Ciudad de Nueva York durante 800 años. Encontraron agua dulce o casi dulce a profundidades superiores e inferiores a las que anticiparon bajo el lecho marino, lo que sugiere una reserva aún mayor.

Perforar por agua

Su trabajo en el mar se desarrolló durante tres meses desde el Liftboat Robert (barco elevador Robert), una embarcación oceánica que, una vez en el lugar, baja tres enormes pilares al lecho marino y se asienta sobre las olas como plataforma. Normalmente, presta servicio a yacimientos petrolíferos y parques eólicos en alta mar. Pero esta misión de perforación fue diferente.

“Se sabe que este fenómeno existe tanto aquí como en otras partes del mundo”, dijo sobre el agua submarina Jez Everest, director del proyecto de la Expedición 501 y científico del British Geological Survey (Servicio Geológico Británico), en Edimburgo, Escocia. “Pero es un tema que nunca se ha investigado directamente en ningún proyecto de investigación en el pasado”.

Con eso se refiere a que nadie a nivel global había perforado sistemáticamente el lecho marino con la misión de encontrar agua dulce. La Expedición 501 fue literalmente pionera: penetró la corteza de la Tierra bajo el mar hasta 393 metros (1.289 pies).

Pero fue la continuación de un proyecto de investigación de 2015 que cartografió los contornos de un acuífero de forma remota mediante tecnología electromagnética y estimó de manera aproximada la salinidad del agua subterránea.

Esa misión, realizada por el Woods Hole Oceanographic Institution (Instituto Oceanográfico Woods Hole) y el Lamont-Doherty Earth Observatory (Observatorio Terrestre Lamont-Doherty), de la Universidad de Columbia, reportó evidencia de un “sistema acuífero marino masivo” en esta zona, que posiblemente rivaliza en tamaño con el acuífero más grande de Estados Unidos: el acuífero Ogallala, que abastece de agua a partes de ocho estados de las Grandes Llanuras.

Dos acontecimientos en 1976 despertaron el interés de buscar agua dulce submarina.

En el centro de la isla de Nantucket, el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) perforó un pozo de prueba para determinar la profundidad del agua subterránea. Extrajo agua dulce de tal profundidad que hizo que los científicos se preguntaran si provenía del mar y no del cielo.

Ese mismo año, esa agencia federal organizó una expedición de 60 días a bordo del buque de perforación Glomar Conception a lo largo de una vasta extensión de la Plataforma Continental, desde Georgia hasta Georges Bank, frente a Nueva Inglaterra. Perforó testigos —muestras cilíndricas— en busca de recursos del subsuelo marino —como metano, por ejemplo.

Encontró una cantidad sorprendente de agua dulce o naturalmente dulcificada —menos salobre— en barreno tras barreno.

Esto preparó el terreno para que los buscadores de agua realizaran su trabajo medio siglo después.

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