Yerberito

Estos son algunos beneficios de la soya

Estudios afirman que esta legumbre combate el cáncer.
viernes, 12 agosto 2022
Cortesía | Ayuda a combatir enfermedades crónicas

La soya está considerada uno de los mejores alimentos que existen, pero ni sirve para curarlo todo ni es perjudicial para la salud.

En todo caso, se trata de uno de las plantas más estudiadas por científicos, médicos y nutricionistas desde hace décadas, y a medida que avanzan las investigaciones van cayendo mitos acerca de sus beneficios y perjuicios y naciendo otros nuevos.

El hecho es que se trata de una proteína completa, lo que significa que contiene los nueve aminoácidos esenciales para el organismo.

Y eso la convierte en un alimento prácticamente imprescindible para vegetarianos y veganos. Unos 100 gramos de habas de soja cocidas aportan 127 kilocalorías, 11,12 gramos de proteínas, 5,67 de grasa, 9,95 de hidratos de carbono y 3,8 gramos de fibra.

Esta contiene los nueve aminoácidos esenciales para el organismo. Es por tanto una buena fuente de proteína vegetal, de vitaminas y de minerales cruciales para reducir el riesgo de sufrir enfermedades crónicas.

Además, contiene una buena proporción de fibra saciante que la hace adecuada para dietas de adelgazamiento.

Ahora bien, esto sólo se puede afirmar cuando lo que se toma es soja en sus formas naturales, como edamame, que son las habas, o productos elaborados con éstas, como tofu, tempeh o miso.

Estos no contienen azúcar añadido, ni grasas, sodio o conservantes.

En cambio, los alimentos elaborados a partir de ella que imitan la carne, las barritas, yogures y polvos de proteínas sólo contienen proteínas aisladas de soja y no nutrientes del haba de la soja entera.

Como ocurre con otros alimentos procesados tienen poca densidad nutricional y al extraer las proteínas de otras enzimas y bacterias que necesitamos para la digestión, afecta a la calidad de la alimentación.

El auge de la soja como producto alimentario para los humanos fuera de los países asiáticos donde forma parte de la dieta desde hace miles de años, se inició en la década de los 90 al tiempo que se desarrollaba la fobia por la grasa.

Expertos en nutrición estaban convencidos de que podía combatir la obesidad, las enfermedades cardíacas e incluso el cáncer, porque algunos estudios indicaban que en Asia, donde se tomaba profusamente, había un índice significativamente pequeño comparado con el de Occidente de personas con esas dolencias.

Así que la soja era el alimento milagro que conseguía mantener sanos a los asiáticos. Pero no tardaron en darse cuenta de que los estudios tenían en cuenta las asociaciones, no las causas.

El hecho de que quienes toman más soja estén más sanos que quienes no la toman significa que esa sea la clave. Un análisis más profundo revelaba que existen otros muchos factores, desde la genética al estilo de vida o al tipo de dieta, que también había que tener en cuenta y valorar.
Uno de los componentes de la soja, las isoflavonas, similares a los estrógenos, es de lo que más controversia ha creado.

En los primeros estudios científicos se relacionaban con el crecimiento de células cancerígenas, y también se creía que afectaban a la fertilidad femenina e interferían en la función de las tiroides.

Las conclusiones han ido cambiando a lo largo de las últimas décadas y una de las investigaciones más serias es la publicada el año pasado en la revista estadounidense Cancer.

Determinaba que esta legumbre de origen asiático no representa un riesgo de desarrollar cáncer de mama. Por el contrario, puede relacionarse con un riesgo menor de morir según el estudio, realizado a lo largo de nueve años, desde 1995 a 2005.

Para hacerlo se procesaron datos de 6.235 mujeres estadounidenses y canadienses procedentes del Registro Familiar de Cáncer de Pecho, una base de datos internacional creado por el Instituto Nacional del Cáncer.

Estos incluían su dieta, supervivencia a la enfermedad e índices de mortalidad. También estudiaron otros datos que pudieran haber influido en su salud, como el estatus socioeconómico, la práctica de ejercicio, peso y hábitos como fumar o beber.

Luego dividieron a las mujeres analizadas en cuatro grupos según la cantidad de isoflavonas que consumían a través de alimentos de soja.

Descubrieron que las que formaban parte del grupo que tomaba mayor cantidad de isoflavonas, entre media y una ración a la semana, presentaban una mortalidad un 21% menor que las que estaban en la franja inferior de consumo.

Los resultados de su estudio y de otras investigaciones muy consistentes son, pues, que el consumo de soja en mujeres que padecen cáncer de pecho no tiene un efecto negativo en su supervivencia.

Otros tipos de cáncer que podría contribuir a evitar serían el gastrointestinal, y como es rica en fibra también resulta positiva para disminuir los casos de cáncer de colón.

En definitiva, la soja puede ser considerado una especie de super-alimento, que podría incluirse en cualquier dieta básica.

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