Los niños y la ruptura de lo cotidiano
Los recientes apagones en todo el territorio venezolano han generado, entre tantas consecuencias, la suspensión de clases, lo que afecta directamente a los niños y adolescentes.
El no poder asistir a sus jornadas escolares, no solo los saca de su rutina diaria, pues de no buscar mecanismos alternos, puede llegar a provocar un atraso en acciones que apenas empezaban a aprender.
Las afectaciones que puedan tener los apagones en los más pequeños de la casa y en la familia en general, pueden ser tratadas de distintos puntos de vista.
Desde la mirada del sociólogo Luis Hernández Cumana, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello Extensión Guayana, estos hechos generan distorsión en la cotidianidad de los seres humanos que habitan en Venezuela.
Señala que los cortes de electricidad son hechos que al alterar la realidad de cada uno de los ciudadanos, provoca angustia, zozobra y desequilibrio.
Destaca que en el caso particular de los niños, estas crisis se manifiestan con profundidad debido a que ellos se acostumbran rápidamente a la rutina que día a día cumplen al lado de sus padres, entre esas, ir a la escuela.
Diversificarse
Cumana recomienda a los padres buscar diversificar las actividades que les permitan a los niños ocupar su tiempo en prácticas útiles.
Indica que de ser necesario, los adultos tendrán que sacrificar su tiempo para dedicarlo a los niños y causarle el menor de los daños.
“Mi recomendación es que busquen actividades complementarias que no sean tan costosas, una gran opción pueden ser las tareas dirigidas”, manifiesta el sociólogo.
Recuerda que debido a la crisis económica, muchos docentes dan clases particulares en sus casas o en otros espacios fuera de las aulas de clases y ello pudiera contribuir al bienestar del niño y a que en la medida de lo posible mantenga su rutina de estudio.
Lo que sí Cumana pide a los que padres, es no sustituyan las clases por aparatos tecnológicos.
Un hecho real
El sociólogo asevera que un hecho real como es el corte de energía eléctrica, saca a las personas de su zona de confort y, además, añade que el problema de la luz genera otros, como lo son deficiencias en el suministro de agua, problemas para comprar los alimentos, para preservarlos, entre otros.
Todo esto, según su opinión, puede desencadenar un desequilibrio que, si no es manejado como debe ser, puede derivar en intolerancia, violencia, entre otros.
“En estos eventos debemos aprender cómo vivir pero sin llegar a acostumbrarnos, no podemos hacer de lo irregular la norma, no podemos ver lo malo como bueno, simplemente debemos canalizar las emociones y más si hay niños cercanos a nosotros, en nuestro ambiente”.
Estrés y ansiedad
Por su parte, el psicólogo Luis Prado indica que el fenómeno de los apagones genera una incertidumbre a la que se le suman estados de estrés y ansiedad.
Agrega que la ansiedad aparece cuando intentamos anticipar un suceso de naturaleza desagradable; es decir, las personas están atentas a cualquier estímulo proveniente de su entorno que le brinde información que pueda predecir un apagón.
Informa que los adultos buscan racionalizar la situación, buscando explicaciones a este fenómeno con la finalidad de disminuir la incertidumbre.
Asimismo, los niños, al igual que los adultos, se sienten con dudas, inquietos y muy probablemente hagan preguntas sobre la situación, como por ejemplo: “¿Papá por qué se fue la luz?”, “¿mamá cuánto falta para que vuelva la luz?”, “¿mamá hoy se va a ir la luz?”, ya que en el pensamiento de los niños pequeños, sus cuidadores son quienes pueden calmar las dudas.
Sin embargo, señala que el interés más profundo sobre la situación puede provenir de los niños más grandes, quienes se encuentran en la etapa de las operaciones formales, en la que empiezan a desarrollar un pensamiento más lógico y abstracto, por ende los padres deben explicar de forma clara lo que está pasando, evitando que esa explicación sea contraproducente y genere angustia en lugar de calma.
Prado destaca que también es importante tener en cuenta que la forma de reaccionar de los padres ante el fenómeno, influye en sus hijos. Gritar, llorar y agitarse son reacciones comunes en esta situación, pero los niños captan la angustia de sus padres y muy probablemente si los padres están angustiados, sus hijos también lo estarán.
Cotidianidad alterada
El psicólogo afirma que la cotidianidad de las personas se ha visto alterada debido a los apagones, ya que las actividades laborales al igual que las actividades escolares han sido suspendidas o modificadas y esto puede generar cierta desestructura en la rutina.
Por ello recomienda continuar con ciertos hábitos en casa, como el mantenimiento del orden, la limpieza (tomando en cuenta las limitantes), caminar a una plaza o en la misma zona de residencia y si se tienen mascotas, pasearlas.
De igual manera, recuerda que los juegos son estimulantes para los niños y brindan un espacio de esparcimiento que no solo es beneficioso para ellos, sino para sus padres.
Los juegos de mesa, los rompecabezas, los dibujos y las adivinanzas, permiten la vinculación entre todos los miembros de la familia, así como direccionar la atención a otro foco no relacionado con el fenómeno.
Sin embargo, resalta que bajo ninguna circunstancia se puede normalizar la situación; la falta de luz y de agua no es normal y la forma de adaptarse de las personas ante la situación para poder sobrellevarla de la mejor manera posible, no implica una negación de la realidad.
Suspensión de clases
Marzo estuvo interrumpido por los apagones que iniciaron el día 7 y reaparecieron el pasado 25, sin contar las fallas que ocurren normalmente.
Esto provocó la suspensión de clases en varias oportunidades. Contando los días de Carnaval, las unidades educativas en todos sus niveles, abrieron sus puertas solo ocho días.
El estado Bolívar, pese a ser uno de los menos afectados por los apagones nacionales, ha acatado esta orden, por lo que escuelas, liceos y algunas universidades han mantenido sus puertas cerradas. De hecho, en algunas entidades, las instituciones que han querido abrir han sido sancionadas.
Como parte de un plan para recuperar las horas de clases perdidas, el vicepresidente sectorial para el Desarrollo Social y Territorial, Aristóbulo Istúriz, anunció que las actividades serán hasta el 26 de julio y, luego de la suspensión, el 3 de abril se reiniciaron las clases.
Destacado
La ruptura de la cotidianidad puede generar zozobra, angustia y desequilibrio, más aún en los niños que son los que más se acostumbran a las rutinas. Zulia, Anzoátegui, Monagas, Mérida, Táchira, Aragua, Yaracuy y Trujillo son los estados que más se han visto afectados por los apagones.
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