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Leer es ahora un pasatiempo de segunda mano

Obtener divisas es una de las dificultades para los distribuidores y las editoriales en el país.
martes, 23 abril 2019
Librería (Ángel García) leer
Ángel García | Astrom Librería Café tiene nuevo formato para promover la lectura

“La lectura es una actividad individual, es un instante íntimo entre un libro con su historia y tu imaginación, y la crisis que se vive actualmente en el país nos está quitando ese placer; yo me niego a dejar mi hábito, tengo algunas opciones, entre ellas ,ediciones digitales y otras de segunda mano”, expone Arturo Alcalá, un lector.

Hasta hace 10 años Venezuela se ubicaba como el tercer país que más leía en América Latina, según un estudio de comportamiento lector, acceso al libro y a la lectura que desarrolló el Centro Nacional del Libro, a través del equipo de Asesoría Goya, conformado por estadísticos y psicólogos, con el apoyo del Laboratorio Venezolano del Libro en el año 2009.

La investigación, realizada a una muestra de 8.652 personas, mayores de 13 años de edad, en distintas partes del país, ubicaba a Venezuela con 50,2% de población como lectora, por encima de Brasil, Colombia, Perú y México, y después de Argentina (55%) y Chile (51%), según cifras del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlac).

Entre los datos también se destacaba que la mayoría de los lectores se interesaban más por temas históricos, políticos y sociales. Esto, según lo que informó en esa oportunidad la representante de Asesoría Goya, Patricia Yañez.

La investigación permitió también revelar que las mujeres leen más que los hombres, representando 55,6%. Los jóvenes eran los más interesados en este pasatiempo con 21% en la encuesta, seguidos por los adultos con edades comprendidas entre 45 y 59 años con 20,3%.

Asimismo, el estudio mostró lo que representaba la lectura para las personas y la respuesta mayoritaria fue: “una fuente para la vida”. Más de 43% confesó que leía más que hace tres años, pues era el mejor pasatiempo.

“Lo interesante de este estudio es que la gente ve al libro como un bien cultural y no con un sentido utilitarista, manifiestan que leen por placer”, apuntó la investigadora Yañez, al recoger las conclusiones para realizar proyecciones a un 2010.

 

Situación del sector

En medio de la hiperinflación que afecta al país, según algunas casas editoriales, Venezuela sigue siendo un mercado potencial, pues la demanda de algunas piezas literarias no se ha perdido y el interés por la lectura se mantiene.

No obstante, el mercado editorial no escapa de los impactos de la crisis y así como hay estantes vacíos en los supermercados, también las estanterías se están quedando sin ejemplares ante la dificultad para obtener divisas, lo que ha detonado un éxodo de grandes distribuidores.

Mauricio Cortés, presidente de la Cámara Venezolana del Libro (Cavelibro), explicó al diario El Nacional que “el sector editorial fue uno de los primeros al que el Gobierno les negó divisas preferenciales desde el año 2014.

Asimismo, señaló que aunque no tiene cifras oficiales actuales, son muchas las empresas agremiadas que han cerrado o que han reducido sus operaciones en los últimos años.

Cortés reveló que grupos como Océano o Random House abandonaron el país. “Los que quedan, como Planeta o Santillana, han limitado sus pedidos a textos escolares, libros comerciales y best sellers, cuya venta es bajo previo pedido pagado, lo que les permite recuperar un poco la inversión”.

“Algunos consumidores señalan que van a un librería preguntando por cualquier libro que ven en Internet y hay que explicarles que no llegará a Venezuela. Eso desalienta y repercute en las ventas”, dijo el presidente de Cavelibro.

 

Hablan las editoriales

Mariana Marczuk, directora de Planeta, dijo también para el diario El Nacional que para la producción local “deben trabajar con los precios en dólares del papel, la tinta y las planchas de impresión, pues elaborar un libro de 200 páginas puede costar entre 500 y 600 millones de bolívares, eso si la imprenta cobra en moneda local, porque algunas establecen sus montos en dólares”. Ante esto entonces toman medidas como “imprimir menos ejemplares, controlar el inventario, así como trabajar sin derecho a devolución y con créditos muy cortos”.

Carlos Sandoval, editor de Madera Fina, indicó el año pasado que producir mil ejemplares de 100 o 120 páginas puede costar 120 millones de bolívares. “Teníamos previsto publicar seis títulos para el 2018, pero sólo tres salieron a la venta porque los costos eran muy elevados; por eso buscamos sinergias con instituciones o algún mecenas que nos pueda aportar financiamiento”, explicó.

En algunos casos las librerías han tenido que alternar sus ofertas con otros artículos, como papelería, juguetes o viejas ediciones.

Rosalexia Guerra, gerente de Libros El Nacional, afirmó que “el 2019 será un año marcado por una gran contracción de la producción editorial. Esto tiene que ver con factores que afectan, desde hace mucho tiempo, al sector pero que se han agudizado de manera radical”. También Alberto Saez, director de la editorial Libros del Fuego, se refirió a este año como “escenario delicado”.

En Ciudad Guayana algunas librerías, que eran principales centros de acceso a estas casas literarias, como Las Novedades y Tecni-ciencia, ya no tienen sus puertas abiertas al público. Librerías Latina, Dispaca, Astrom, Pablopapeles y algunas pequeñas buscan opciones para no ser víctimas de un inminente cierre.

Aún en la memoria de algunos lectores queda que a Venezuela llegaban nueve de las 10 publicaciones recomendadas por el diario El País de España, y eso incluía a Ciudad Guayana como punto de recepción.

Ahora no se importa ni una, pues una edición nueva de ese estilo puede superar los 100 mil bolívares, según lo estimado en las librerías que sobreviven en la zona.

 

Nuevas modalidades

Para no desfallecer con la misión central de este tipo de comercio, la venta de libros usados o de segunda mano es una opción que está tomando auge, pues representa una manera de mantenerse operativos y contribuir con este hábito.

Las alternativas a bajos costos son la nueva forma para darle vida a este pasatiempo que, para algunos, se convierte en una pasión.

En la ciudad Librería Astrom incursiona con el formato de Café Literario. “Continuamos con nuestras ventas al público, pero para lograr mantenernos, ahora ofrecemos intercambios y alquiler de ejemplares”, informó una de las encargadas.

“Hay personas que se han convertido en clientes fijos desde que abrimos las puertas, otros se han sumado en la marcha, pero acusan no leer con frecuencia por falta de tiempo, aunque la constante para no tener el hábito es porque hay que tener un poder adquisitivo alto para lograr cumplir con esta pasión”, señala la encargada de la Astrom Librería Café, en el Orinokia Mall.

Se ofrecen textos nuevos, usados y algunos en calidad de préstamo, desde 500 bolívares la hora, o en su defecto 25% del costo del libro en caso de aspirar adquirirlo.

De igual modo aprovechan para ofrecer la posibilidad de tener un ambiente estilo biblioteca, en donde puedan crearse también grupos que compartan el mismo interés. Este es otro de los propósitos de esta librería en su nueva modalidad.

En Librerías Latina y Dispaca exponen que los clientes solo compran lo necesario por el alto precio de un ejemplar, indistintamente la calidad del material con el que esté hecho. Cuando ameritan adquirir un libro de edición especial es bajo pedidos pagados o encargos seguros, que pueden tenerlo y en su mayoría es cancelado en moneda extranjera.

“Una novela clásica como mínimo te puede salir en 20 mil bolívares; aunque podemos satisfacer las necesidades de los clientes, pero ya no es como antes, porque no hay tanta disponibilidad económica para eso”, explica uno de los vendedores de Librerías Latina, quien también informó que en su sede en el Centro Comercial Costa América aplicarán el formato de ventas de libros de segunda mano o ediciones pasadas.

Buscadores de Libros es otra organización que desde hace algún tiempo adoptó esta modalidad.

Es una fundación cuyo propósito es “incentivar el hábito de leer a través de diversas actividades, como bazares, intercambios, donaciones, cuenta cuentos, charlas y mucho más”, explica su directora Mariela Mendoza, quien además recordó que tienen más de nueve años en la labor en la ciudad en donde desde las 2:30 a 4:30 de la tarde, todos los lunes y miércoles, pueden visitarlos en el Centro Comercial Zulia, en Alta Vista, para conocer las opciones que ofrecen.

Mendoza ratifica que es justamente en estas etapas que vivimos que se debe tomar el libro como parte vital del ser humano, sobre todo en los niños, quienes en su proceso de desarrollo son ideales para cultivar este hábito.

 

¿Un país sin lectores?

Desde Cavelibro refieren que un factor poco comentado de la crisis que enfrenta el sector editorial es el éxodo diario de millones de venezolanos, lo cual reduce significativamente el espectro de compradores.

Resalta que en Venezuela existen personas con interés en este pasatiempo; sin embargo, cada vez son menos las opciones con las que se cuentan para dar respuesta a este mercado con potencial. “Es grave que exista un país donde no se lea, porque es el reflejo de lo que somos como sociedad”, manifestaron desde Cavelibro.

 

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