Hijos reciben la peor parte en los conflictos de pareja
“No quiero que mi mamá regrese con mi papá, porque la va a matar”, dijo un niño de 8 años hace algunos meses a las autoridades.
Su mamá, era maltratada por su pareja en reiteradas oportunidades, hasta que decidió mudarse e iniciar el proceso de divorcio. Pero el hombre insistía en visitar al niño, pese a que su propio hijo lo rechazaba por temor.
Casos como este se repiten en el país y el mundo, incluso con desenlaces fatales, como, el de las niñas Anna y Olivia en Tenerife, España, presuntamente asesinadas por su padre, Tomás Gimeno, en venganza con su pareja
De hecho, sin ir muy lejos, el municipio Caroní, con 46 de los 96 casos, es el más violento del estado Bolívar, según el informe de violencia de género del segundo semestre del 2020 de la Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu).
Aunque en España, usan el término violencia vicaria, para aquella que ejerce un padre para causar daño a la madre, usando a los hijos en común; en Venezuela no existe llamado de esta forma.
La abogada Diyuly Chourio aclara, que lo que está tipificado en las leyes venezolanas, cuando se atenta contra la vida de un menor es el infanticidio, para cualquier persona que asesine a un niño y feminicidio cuando es por venganza hacia niñas y adolescentes.
Lamentablemente, que los padres utilicen a sus hijos por obtener beneficios, “es el pan nuestro de cada día”, reconoce la directora social del Ateneo Ecológico de Ciudad Guayana, Nuglennys Hernández.
“No se dan cuenta que la peor parte la reciben los niños”, critica la también defensora de Derechos Humanos.
La psicóloga Tibisay Oliveros, coincide en que el hecho de que los padres usan a hijos como venganza para hacer sentir mal a cónyuge tiene data histórica.
Sin embargo, tanto Hernández como Chourio recalcan que el artículo 8 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente es claro en el interés superior del niño, si hay una situación de violencia.
Si uno de los padres vulnera al menor, el otro está en el deber de protegerlo.
¿Cuál es el perfil de una persona violenta?
Una persona que actúa como Tomás Gimeno, (padre de Anna y Olivia y con quien fueron vistas por última vez), tiene grado de trastorno de frustración. “Lo incluiría en el grupo de los psicópatas, un trastorno mental psicológico, que aparentemente no se puede observar a menos que haya contacto intenso con él”, explica Oliveros.
Advierte que los psicópatas son peligrosos porque ven el mundo blanco o negro: “esta familia es mía o de nadie”. Son propensos a emitir conductas de agresividad, celotipia y egoísmo que pasan de la rabia al peligro.
Un individuo con este tipo de trastorno es autodestructivo, porque para sí mismos, su bienestar es lo único que importa. “No existe para ellos el razonamiento lógico a que los niños puedan tener una vida diferente a la que él pueda brindar”.
Señales
Chourio señala que hay personas como Gimeno que tienen un comportamiento que a simple vista no son fáciles de analizar, que aparentan tener una estabilidad económica y emocional, que no debería detonar en un caso tan dramático, como el que sucedió.
Sin embargo, para la psicóloga, es importante estar atentos a señales como el celo, egoísmo, impedimentos a la pareja y a los hijos, en los que solo pueden vivir a su manera, cercenando su derecho a tener una vida social diferente, manipulando y exigiendo, al punto de llegar a la violencia psicológica y física.
“Son alarmas y señales que tiene que ver el grupo familiar, porque van a ir incrementándose con el tiempo y puede llegar al extremo”, advierte.
Al mismo tiempo, indica que es muy probable que este señor haya amenazado primero y cuando es así, las parejas no pueden considerarlo como un chiste o algo de momento.
“Es tan peligrosa como un suicida, cuando dice te los voy a quitar, no te los voy a dejar ver”, alerta. Este tipo de personas tienen un pensamiento totalmente agresivo contra la vida y el mundo, es un criminal en potencia, sentencia la especialista.
En los procesos de divorcio, los adultos deben entender que el amor se termina, que no pueden obligar a nadie a vivir con otro y que los niños pueden llevar la peor parte, debido a que estas situaciones no son positivas en su crianza, aconseja Hernández.
¿Pueden ser tratadas?
El trastorno de personalidad es adquirido y puede ser modificado. “Si la persona lo desea, lo puede lograr”, explica la psicóloga Tibisay Oliveros.
No obstante, si se trata de un trastorno mental, eso ameritaría un tratamiento profundo médico psiquiátrico.
En el primer caso, un tratamiento terapéutico desde la perspectiva psicológica ayuda mucho, mientras que, en el segundo, necesitaría de atención psicoterapéutica, farmacológica para intentar cambiar ciertas conductas de manía.
Indiscutiblemente, estos casos deben ser tratados por un terapeuta especialista.
Debilidades de atención
Para Chourio, es imprescindible que la Ley Orgánica para el Derecho de las Mujeres a una vida libre de Violencia, tenga su propio reglamento, una petición que ha hecho directamente al ministerio.
Hernández, por su parte, considera una gran debilidad que en Venezuela no existan las casas de abrigo para proteger a las mujeres vulneradas, que no tienen a dónde ir o confían en quien no deben.
Relata el caso de una mujer que huyendo de su pareja fue a casa de unos amigos a resguardarse y estos avisaron al hombre, quien fue hasta el sitio y acabó con su vida.
Por tanto, todos los organismos del país, están obligados a recibir y atender las denuncias de violencia familiar, que lamentablemente se han disparado durante la pandemia.
La asistencia terapéutica de las víctimas del grupo familiar, en especial niños, también debe ser prioridad, antes que desarrollen miedo, fobia y ansiedad, sugiere Oliveros.
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