Oswaldo Hevia Araujo
El puño de llaves y L’ Bon Homme
Era uno de esos días soleados y con olor a yodo, a Mar Caribe. De pronto, mis padres notaron que no estaba yo por allí, ni dentro ni fuera de la quinta, surgió la desesperación y la angustia que hubiese ido hacia el mar, que estaba precisamente frente a esa plaza.