Sucesos

Relatos de la Justicia: Suplantación del karma

La sonrisa cínica y desequilibrante no se le borraba. Alegaba inocencia, pero cuando se dirigía a los pesquisas, hacía sospechar de su versión.
sábado, 02 enero 2021
Relatos de la Justicia: Suplantación del karma
Helen Hernández | El detenido aseguraba que no era el responsable del homicidio

Amanecía el sábado en Puerto Ordaz luego de una noche común citadina llena de excesos. La resaca colectiva del viernes era sacudida con una nefasta noticia: siendo las 5:45 a.m. una joven caía víctima luego de haber quedado en medio de la línea de fuego entre unos asaltantes, en momentos cuando despojaban de sus pertenencias a los trasnochados que aún pululaban por la ciudad en búsqueda del pecaminoso elixir.

Los hechos ocurrían en una de las tantas licorerías que laboraban «encapilladas», pero apadrinadas del brazo complaciente de la Ley o, mejor dicho, de los encargados de aplicarla.

Al parecer fue un evento en el que una de las víctimas de ese asalto exprés, logró desenfundar su arma de fuego y lo repelió disparando contra los ocupantes del vehículo en el que se desplazaban los ladrones, mientras estos huían, para que luego de unos minutos estos regresaran y abrieran fuego contra todos los desprevenidos «compradores matutinos», aglomerados frente al ilícito expendio, quienes no vieron acercarse a los facinerosos cuando sin piedad abrieron fuego.

El lamentable saldo, una joven de unos recién cumplidos 18 años la noche anterior, quien junto a amigos y hermanos aún se mantenía celebrando esos 18 que solo se viven una vez. Al menos para ella así fue.

La orden fue peinar la zona. Los propietarios y trabajadores del clandestino expendio fueron los primeros en ser llevados por la fuerza pública a declarar como testigos.

De inmediato cambia la versión de los hechos: de un robo a mano armada, se transformó a un ajuste de cuentas, con algunos nombres de posibles autores, entre ellos algunos miembros de la banda de los Cotorros.

La línea de investigación revelaba que inicialmente los delincuentes perpetraron el robo como móvil principal; sin embargo, una vez ejecutado, la persona que les hizo frente desde el lado de los asaltados, resultó ser un conocido jíbaro (vendedor al menudeo de drogas) de la zona, quien dominaba el mercado en ese sector y reconoció entre los asaltantes a algunas «culebras» (enemigos) por lo que decidió abrir fuego.

No obstante, todos los testigos declarados decían que vieron con claridad que todos los disparos del jíbaro impactaron en el vehículo en el que viajaban los asaltantes y que al regresar estos, minutos más tarde, y abrir fuego contra los presentes, quedó en medio de la línea de fuego de los antisociales el vehículo en el que se encontraba la joven víctima a quien le segaron la vida a solo horas de alcanzar su mayoría de edad.

En cuestión de días ya estaban plenamente identificados por los pesquisas todos los miembros de la banda de los Cotorros, por lo que de inmediato se les solicitó orden de aprehensión.

Relatos de la Justicia: Suplantación del karma

En un primer rastreo de la banda, el Cicpc dio de baja a alias el Gallo, presunto autor del robo y doblemente solicitado por sicariato y homicidio. Todo indicaba a los pesquisas que la banda se enfrió (escondió) al tener conocimiento que contra varios de sus miembros pesaban órdenes de aprehensión.

Sin embargo, en apenas una semana de los hechos los investigadores aprehendieron a uno de los líderes, quien sorpresivamente se entregó sin oponer resistencia.

Una vez detenido, el jefe de la Brigada Contra Homicidios me indica que el solicitado estaba «limpio» (sin prontuario policial) y que eso era bien raro porque reconocían a los Cotorros como una de las bandas más activas para esos años en el mundo del delito.

El detenido, natural de Ecuador y nacionalizado, alegaba no ser el responsable de los hechos que le imputaban, pero su serenidad y esa cierta seguridad que mostraba cuando se dirigía a los pesquisas, hacía sospechar de toda su versión.

Recabados todos los elementos del hecho y su vinculación con el detenido, solicité al tribunal la práctica de una rueda de reconocimiento, en la que todos los testigos presenciales del hecho le reconocieron como uno de los asaltantes.

Aún así, esa sonrisa cínica y desequilibrante no se le borraba de su rostro.

De cierta manera me inquietaba ese signo de seguridad que demostraba, a pesar de que acababa de obtener un muy buen elemento de convicción que apuntaba a su responsabilidad en la muerte de la joven, como lo era el reconocimiento inequívoco de todos y cada uno de los testigos que declararon que fue uno de los que observaron abrir fuego contra las personas, entre ellas la joven.

Dispuesta como fue por el tribunal se celebró al día siguiente del reconocimiento la audiencia de imputación y en ella quedaría develado el misterio de porqué aquella risa irónica y desequilibrante del detenido.

Su abogado en un despliegue propio de un acto de prestidigitación presentó al tribunal como sacado del sombrero de un mago, lo que sería el argumento indiscutible para la libertad inmediata del detenido, a pesar de todos los indicios en su contra.

El detenido, tal como lo había manifestado apenas fue aprehendido por las autoridades, no era el responsable del homicidio de la joven, lo era su hermano gemelo cuya identidad solo se diferenciaba de la de este en su primer nombre.

Relatos de la Justicia: Suplantación del karma

Dispusimos identificarlo por sus huellas dactilares cotejadas directamente con su registro en el servicio de inmigración y extranjería, ello obviamente llevó su tiempo, suficiente para que su hermano, el cual era el verdadero homicida, usando su pasaporte y valiéndose de su nacionalidad ecuatoriana, abandonara el país rumbo a su patria de nacimiento.

Ello le valió obviamente al detenido que lo procesáramos por encubrimiento, aunque esto tuvo sus complicaciones jurídicas-judiciales, ya que siempre alegó no ser quien buscaban las autoridades y tampoco era posible vincularlo directamente por el homicidio. ¡Jugada perfecta para él y su asesino hermano!

En poco tiempo recuperó su libertad, pero contra su hermano logramos que se emitiera alerta roja interpol.

Meses luego de la liberación del encubridor, supimos que fue sido dado de baja por alias Cheo, aquel Jíbaro que le hizo frente la noche del fatal suceso. Testigos dicen que Cheo lo mató cuando ambos coincidieron en un lugar, creyendo que este era el hermano prófugo, con quien realmente tenía la «Culebra».

Desconozco al sol de hoy y luego del cese de mis funciones como fiscal del Ministerio Público si el homicida logró ser capturado en su país de origen, de lo que sí estoy seguro es que el homicida a través de aquel plan de SUPLANTACIÓN de identidad, ideado como una forma de evadir la Justicia y DEL castigo que le correspondía, pudo sortear el brazo de la Ley, pero no  librarse de su responsabilidad en la muerte de su hermano, que como KARMA se le devolvió misteriosamente en una de las peores formas de castigo.

Relatos de la Justicia se basa en las experiencias vividas por el autor durante el desempeño de su carrera en el ámbito judicial. Sus personajes y circunstancias son modificados y adaptados con un poco de ficción para su difusión en el diario PRIMICIA.

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