Sucesos

Relatos de la Justicia: Despertares

Ya la oscuridad era matizada por pequeños haces de luz que provenían de las millones de estrellas a su alrededor de las cuales también provenían aquellos curiosos ruidos tintineantes.
sábado, 29 mayo 2021
Helen Hernández | La brisa tenue que hacía bambolear las puntas de las cortinas

Tendría unos 14 años cuando experimentó aquel extraño suceso. Era noche de luna llena, su luz irradiaba en todo su esplendor, entraba por cualquier hendija que dejaba al descubierto las cortinas de la ventana de su habitación.

Podía verla reflejada en el piso, como si alguien dibujara desde el cielo unas líneas usando luz lunar para ello.  La noche estaba fresca, acostumbraba a abrir de par en par las ventanas y las cortinas antes de dormir y así lo hizo aquella vez.

La brisa fresca irrumpió en la habitación trayendo el exquisito aroma de las “damas de noche” sembradas en las materas de concreto que adornaban el patio que flanqueaba la habitación.

Los “cuí, cuí, cuí” de los sapitos junto a los “rín, rín, rín” de los diminutos saltamontes pusieron la melodía nocturna con la que despediría el día.

La brisa tenue que hacía bambolear las puntas de las cortinas osando el suelo, le sirvieron para conciliar los dulces sueños para sus párpados. La profundidad de su descanso le hizo sentir como si su cuerpo pesara una tonelada.

De pronto la luz de la luna se hizo más intensa, más fuerte, más brillante, tan brillante que a pesar de su sueño a prueba de ruidos, le despertó sutilmente para hacerle dar cuenta que prácticamente podía sentirla caer sobre la piel de sus brazos.

La incandescente luz escaló más altos niveles, tanto que enceguecían al verla, pero a pesar de la brillantez pudo darse cuenta que prácticamente había descendido la luna a una distancia que definitivamente podía casi tocarla y lo intentó, levantó su brazo derecho y se incorporó de su cama para acercarse a la ventana, lo que hizo que se diera cuenta que su cuerpo tenía la ligereza de una pluma, no tocó siquiera el suelo, apenas se levantó, se dio cuenta que podía flotar en el aire y de pronto como si una fuerza invisible lo atrajera, su cuerpo se elevó flotando hacia la luz, que ya estuvo para ese momento tan cerca que notó que no provenía de la luna sino de un gran artefacto circular que flotaba frente a su ventana.

Pero aquello lejos de asustarlo lo tranquilizó.

De pronto comenzó a escuchar un sutil campaneo que provenía de aquella luz, como si se tratara del sonido que emitirían miles y diminutos cascabeles tintineando al unísono, ya para entonces se encontraba literalmente volando por el aire y poco a poco la luz se fue apagando sutilmente permitiéndole ver todo aquello que el incandescente foco no le había permitido observar, se encontraba flotando en el mismísimo centro de la galaxia.

Ya la oscuridad era matizada por pequeños haces de luz que provenían de las millones de estrellas a su alrededor de las cuales también provenían aquellos curiosos ruidos tintineantes. Segundos después su mente quedó totalmente en blanco y sintió como si desde el centro del universo un rayo de luz lo golpeara justo en el centro de su cabeza.

Desde ese instante una paz inmensa se apoderó de su mente y de su alma. No sabría decir cuánto tiempo estuvo en ese estado pero fácilmente podría decir que fueron horas. El universo rodeándolo y millones de estrellas emitiendo su luz y su melodía solo para él.

Al cabo de esas horas una voz le habló y ordenó: “De la profundidad en la que te encuentras atiende”…

Como si fueran unas cortinas fue abriendo sus ojos poco a poco fue abriendo sus párpados para darse cuenta que su cuerpo levitaba sobre su cama, no sin antes ver qué frente a aquella luz potente que volvía a hacerse presente, apareció una silueta humana quien solamente le dijo: “SERÁS LLAMADO POR TU NOMBRE Y ALLÍ DESPERTARÁS”.

Fue el sueño más reparador que habría tenido en sus años de vida. Al día siguiente no recordaba absolutamente nada de lo sucedido. Solo un pequeño escozor en la parte interna de su antebrazo le hicieron dar cuenta del extraño nacimiento de tres nuevos lunares, como si una constelación le hubieren tatuado de la noche a la mañana.

Muchas noches y sus días pasaron desde aquel asombroso pero inadvertido suceso, 20 años para ser exactos. Esa misma luna llena y esplendorosa volvió a brillar con la misma intensidad de la noche enigmática su adolescencia, soplaba la brisa de manera idéntica, pero a pesar de que sus sentidos apenas lo percibían, su inconsciente ya intuía lo que estaría por suceder.

Salía tarde de su trabajo como era su costumbre, a pesar de que luego de un extraño suceso premonitorio en el que presenció adelantadamente la muerte de una niña y su padre, juraría no quedarse a trabajar más hasta tarde, pero a veces su testarudez era más fuerte que su voluntad.

Esa noche tuvo que esperar un taxi en la avenida frente a su lugar de trabajo, esperó para ello unos 20 minutos, la brisa fresca trajo un taxi color blanco, su chófer pareció algo particular a primera vista, delgado, muy alto, tanto que sus piernas flexionadas casi tocaban con sus rodillas el volante, extremadamente blanco, totalmente calvo y con unos impactantes ojos azules.

Al detenerse ni siquiera habló, solo asintió con la cabeza a las preguntas de su pasajero sobre el destino. Entró al taxi y se sentó en el lugar del copiloto, como lo hacía cada vez que abordaba un taxi sin compañía.

Emprendieron la ruta y al llevar apenas unas cuadras el enigmático chófer volteó su rostro hacia el llamándolo por su nombre, a la vez que le preguntaba: ¿Dispuesto a despertar hoy? Y sin esperar respuesta, dirigió sus dedos índice medio y anular hasta su antebrazo, calzando a la perfección sobre aquellos curiosos lunares que nacieron aquella noche de su adolescencia, recibiendo en forma de pensamiento la palabra “ORIÓN” iluminándose aquellos lunares y uniéndose con líneas de luz dibujando la constelación de Orión, de inmediato volvió sentir en forma de pensamiento la frase: DE ALLÍ VENIMOS, pero esta vez se dio cuenta que no era un pensamiento suyo, era su chofer que se comunicaba con él telepáticamente.


En ese instante revivió mentalmente todo aquello que le aconteció en esa noche de su adolescencia, recobrando buena parte de su memoria archivada de ese episodio.

Decenas de mensajes se develaron en su mente, como un río de información inundó sus sentidos, oído, vista y olfato se activaron y trajeron memorias residuales que desconocía poseer.

Al salir de aquel trance se encontró justo al frente de la entrada de su hogar, no había taxi ni chófer ni nadie más, sólo la luz de la luna llena, la suave y fresca brisa y el encantador aroma de las dama de noche… Había comenzado su despertar y todo inició por su nombre, como bien se lo había advertido aquella silueta humanoide de su sueño de la adolescencia. ¿Alguien más está preparado para Despertar?

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