Opinión

Yo les digo

La fe que piensa.
jueves, 20 febrero 2020

En sus inicios, Israel, como todo pueblo primitivo, debe hacerse con unos principios que le permitan mantenerse como realidad social. Se trata de reglas muy sencillas, lo más claras para todos, que no admiten demasiadas interpretaciones, sobre todo si éstas terminan afectando al ser humano, en lugar de protegerlo. Una de estas normas es la llamada “ley del talión”: ojo por ojo, diente por diente. Es decir, el castigo a todo daño cometido, debe ser proporcional al daño recibido. La ley del talión busca finalmente que la violencia no se desencadene, en dinámicas revanchistas irrefrenables. Este domingo próximo oiremos a Jesucristo hablar sobre la ley del talión.

Jesús nos dijo la semana pasada que hemos de respetar la ley y enseñar a los demás a cumplirla; también nos dijo que el Amor está por encima de la ley, sobre todo cuando ésta se presta a varias lecturas incluso malintencionadas. El domingo volverá sobre el mismo argumento, pero añadiendo ahora la Bondad, en lugar del Amor: el libro del Levítico hablará de “santidad”, al igual que la segunda carta de Pablo a los Corintios; el evangelio, por su parte, habla de “perfección”. En todo caso, los tres son sinónimo de “Bondad”.

Ser buenos, como es bueno Dios
Las lecturas del domingo tienen la mirada puesta en un mismo objetivo, o sea, que nuestras vidas sean reflejo de ser mismo de Dios.

La mayoría de los seres humanos damos fe de la enorme incidencia que tiene en nosotros un buen ejemplo. El mensaje de la Biblia sigue esta misma pedagogía: Dios es nuestro modelo a seguir. La mejor forma de continuar la senda establecida por el Señor es viviendo los mandamientos hasta sus últimas consecuencias, y asumiendo “su” estilo de ser y hacer las cosas. Esto último lo asimilamos mediante la lectura de los evangelios. Hay que conocer sistemáticamente la vida de Jesucristo, para que aprendamos como vivir cristianamente esta historia que nos ha tocado vivir, y que en muchísimos aspectos, padecemos.

Un antes y un después
Ha sido igualmente una constante de parte de Jesús dejar claro que con su presencia en la historia de Israel así como en la humanidad, y particularmente en la vida de cada persona, se da una novedad. La frase “pero yo les digo” denota un “antes” y un “después”. Jesús posee la autoridad para dar cumplimiento a la ley. Él no deroga la ley, no la incumple, sino que la lleva a buen puerto perfeccionándola.

Se trata, entonces, no solo de detener la violencia hablando de proporcionalidad entre el crimen y el castigo, sino de favorecer una cultura de la paz, del ganar todos. Del salvarnos todos, donde Amor y Bondad son los pilares del grupo social.

Sarcasmos actuales
Evangelios como los del domingo próximo nos ponen en una situación por demás incómoda, pues hablar de cultura de no violencia en el país más violento del planeta, suena a broma de mal gusto o vil sarcasmo. No obstante, esta es la línea a promover si no queremos vivir tuertos o con la dentadura con menos piezas dentales.

 

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