¿Y la reconversión política?

Recién nos fue impuesta una nueva reconversión monetaria, con ella pretende el ejecutivo nacional bajo la implementación del Bolívar Digital, imprimirle según su decir, una nueva dimensión a la economía nacional, en su afán por recuperar el dinamismo económico que mostró Venezuela en décadas anteriores.

No hay que ser economista para predecir los resultados a la postre de esta medida ya replicada en el pasado, sino se ataca la causa, reconducción del rumbo fiscal, reducción del gasto público y una verdadera política de incentivo a la producción nacional, seguiremos padeciendo los síntomas de un sistema económico enfermo de gravedad, con una hiperinflación que debilita como fiebre alta al cuerpo adolorido de una nación en desgracia.

Pero como todo en Venezuela en las últimas décadas depende de una voluntad política que se diluye en discursos, que no atiende a los verdaderos desafíos y problemas estructurales de la nación, veremos seguramente, una hiperinflación más voraz y veloz deteriorando esa nueva denominación monetaria en menos tiempo, llevándonos a otra casi asegurada reconversión.

Jamás imaginaríamos en el pasado que gobierno alguno se atreviera a propiciar una medida tan impopular, como una mega devaluación monetaria, en plena carrera electoral y en medio de una campaña para una elección, lo que nos lleva a sostener que el ejecutivo no tiene miedo de enfrentarse a un proceso donde se mide su popularidad, que basta decir, se percibe por el subsuelo.

Pero parte de esa seguridad electoral que exhibe el oficialismo se la ha hecho ganar la propia oposición venezolana, percibo que la desunión, la mezquindad y la tozudez de muchos factores políticos, le podría permitir al oficialismo lograr lo que ningún partido político en el mundo ha logrado, ganar unas elecciones con la menor cantidad de votos.

Es un hecho ya que en algunos estados se han impuesto candidatos por encima de los evidentes liderazgos locales, operando la infame y perniciosa “aplanadora” que sin reparo impone decisiones, más allá del clamor popular por un determinado candidato, exhibiendo paradójicamente una actuación idéntica a lo que la oposición misma le ha criticado al oficialismo, la imposición de candidaturas por cuadraturas políticas.

En el caso del estado Bolívar se observan elementos de supremo interés para su estudio político, por un lado vemos a un oficialismo haciendo una vez más de las suyas, utilizando la plataforma estatal para su provecho y ventaja política, haciendo proselitismo dentro de las instituciones públicas, operando con recursos del estado y esta vez introducen algo novedoso, la cesión anticipada de la gobernación al candidato en campaña, mediante la asunción de labores exclusivas del gobernador y publicitadas sin pudor alguno frente a un CNE silente.

A ello se le suma la evidente intención de algunos factores de oposición que asumen la franca y desleal tarea de dividir el voto opositor, como si su verdadera intención no es la de ganar sino la de favorecer el triunfo oficialista, pues la desunión en el estado y el resto del país solo tributa al poder y la continuidad hegemónica del Chavismo.

Muchas islas jamás harán un continente y aunque aún hay tiempo de rectificar el rumbo, parece que cada vez es más amplio el caudal de agua que separa a esas islas, pues nadie parece tener dentro de sus planes ceder sus pretensiones a favor del candidato más favorecido, ya que encuestas van y vienen mostrándolos ganadores, pero la verdadera encuesta se vive en la calle y se escucha con voz famélica anunciando desgano y apatía, lo que finalmente se traducirá en una segura abstención, escenario que favorecerá una vez más al oficialismo.

Es necesaria la reconducción de la estrategia, para ello se debe empezar dándole valor a la trayectoria mediante el reconocimiento de los liderazgos locales, la renuncia a los proyectos personales y a las ambiciones de algunos cogollos partidistas, el abandono de la mezquindad y la deslealtad ya que ello sólo abonará a favor de la desidia, el desgano y la final abstención natural del electorado, que valga ahondar, no se siente en lo absoluto confiado y decidido a participar en los próximos comicios.

Se zanja lamentablemente la desconexión entre el liderazgo político y el deseo ciudadano, no se percibe en el ambiente un discurso que los acerque, que aglutine las necesidades con las oportunidades y produzca la intención clara del voto. Se siente por el contrario un desapego emocional con el proceso y el intuitivo resultado electoral.

La única reconversión que parece viable para un resultado positivo es la reconversión política, entendida ésta como el cambio radical de la estrategia, donde se exhiban los liderazgos jóvenes o aquellos arrojados al rezago por la nefasta “cogollocracia” quienes en la actualidad son, paradójicamente, los que parecen ser reconocidos por las bases y un grueso número de electores.

Todo ello tiene más poder en el estado Bolívar, donde seguramente la pelea por el control del estado será cruenta debido a la dependencia nacional a los recursos de nuestros suelos, los que por pena de la ecología, son los que sostienen las arcas del estado y las del régimen, Bolívar por su oro es lo que en otrora fue el Zulia por su petróleo y ello hará que el oficialismo, no ceda fácilmente su única fuente de ingresos, por ello no creo que pierdan ni perdiendo y parte de ello lo augura la estrategia de nombrar al ex Ministro Jorge Arreaza como regente de la CVG, en una adelantada asunción de un nuevo protectorado, por si acaso.

Por todo ello es necesaria la unión y el fortalecimiento de los factores de oposición como única estrategia viable, pero lamentablemente estos hechos nos transportan y abandonan en el pesimismo, pues por lo visto, seguiremos sin cumplir aquel imploro del Libertador inmortalizado en su imperecedero pensamiento, de lograr su paz sepulcral si se abandonaran las mezquindades y se lograra la unión.

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