Volvamos locas a las mujeres
Y no me refiero con el título a que usemos un perfume exquisito y seductor que las enamore, tampoco que la llevemos a ver un concierto de su artista favorito, me refiero al alarmante repunte del 36 % que aumentó el delito de Violencia Psicológica, según los indicadores contenidos en el Informe de incidencia y prevalencia de la violencia contra la Mujer en el estado Bolívar para el año 2021, que presentamos a mediados de la semana pasada en rueda de prensa por el Ateneo Ecológico del Orinoco.
A pesar de que en términos generales la incidencia de la violencia a nivel del estado se contrajo en un 22 % en comparación a los indicadores del año 2020, se observa que este comportamiento muestra que la violencia se ha sostenido y mantenido dentro de los niveles mostrados en el escenario anterior a la pandemia, ya que durante el año 2020 el confinamiento jugó un papel fundamental en el desarrollo del fenómeno de la violencia en todas sus formas.
La violencia física se ubicó en el segundo renglón de los delitos más cometidos contra las mujeres durante el año 2021 y a pesar de que cedió su espacio al delito de Violencia Psicológica, no dejó tampoco de mantenerse dentro de los primeros lugares de las estadísticas, lo que indica que también la violencia física se sostuvo a niveles pre pandémicos.
Otro de los delitos en aumento fue el de violencia patrimonial el cual se incrementó en un 30 %, ello en gran medida se debe a que también producto de los escenarios derivados del confinamiento, muchas parejas se separaron, algunas formalizaron sus divorcios pero otras tantas simplemente se declinaron por separaciones de hecho, trayendo como consecuencia que las mujeres víctimas fueren relegadas o impedidas del acceso a bienes y demás activos provenientes de la comunidad conyugal o concubinaria.
Los femicidios lamentablemente continuaron en alza, de los 239 que ocurrieron a nivel nacional, 21 de ellos fueron consumados en el Estado, para un aumento del 16,8 % respecto al año 2020, dentro de estas cifras se incluyen 3 femicidios en grado de frustración, un infanticidio, una adolescente dentro de los femicidios consumados y otra dentro de los frustrados, más dos matricidios en los que los propios hijos de las víctimas fueron los victimarios.
Es de destacar que de acuerdo a los históricos reportados por los informes anuales del Ateneo, en los últimos 9 años se han registrado 518 femicidios, lo que representa para mayor ilustración, el aforo total del Teatro del Colegio Loyola de Ciudad Guayana.
Volviendo a la violencia psicológica que es el tema que me sirve de titular, es primera vez en nueve años que llevamos presentando el informe de incidencia y prevalencia de la violencia contra la mujer, que este delito desplaza al de violencia física, el cual ha sido sostenidamente el de mayor incidencia durante todos esos años de estudio, remontando esta vez de manera sorprendente al primer lugar en las estadísticas.
La violencia psicológica es tal vez uno de los delitos que mayor daño produce en las víctimas, es también el que más afecta a todo el entorno familiar, social y laboral de quienes la padecen, pues el daño sistemático, progresivo y constante hace que las relaciones interpersonales de la mujer se vean considerablemente afectadas, trayendo como consecuencia la disminución de sus capacidades y el rendimiento en sus ocupaciones habituales.
Es también uno de los delitos más complicados para investigar y judicializar las pruebas, pues a pesar de que en la actualidad las ciencias de la salud mental disponen de novedosos procesos para demostrar estos padecimientos y su origen cierto, la cantidad de profesionales con capacidad de respuesta en el área cada vez es menor, lo que trae como resultado que en muchos casos no se cuente a tiempo con la atención psicológica debida para cada caso de manera personalizada.
Para que tengamos idea de lo nocivo que es este tipo de violencia, traigo a colación una referencia de las formas más comunes de violencia psicológica, que oportunamente que incluyó este año el Ateneo en su nota de prensa, en el cual se lee lo siguiente: “Es una conducta activa u omisiva en contra de la mujer, que promueve la deshonra, el descrédito, menosprecio al valor o la dignidad personal, tratos humillantes y vejatorios, vigilancia constante, aislamiento, marginalización, negligencia, abandono, celotipia, comparaciones destructivas, amenazas, actos contra la autoestima, control y manipulación, se puede llevar al colapso nervioso a la víctima, e incluso inducir al suicidio o a estados de locura”.
Como siempre lo he dicho, la sostenibilidad de la vida misma depende en gran medida de la mujer en toda su esencia, protegerla en su integralidad es entonces deber de la humanidad, más allá del rezago evidente en sus derechos históricamente, es momento ya de las acciones efectivas para la materialización de los derechos y garantías conquistadas en las leyes, no es suficiente la visibilización, lo sabemos, pero más difícil será atender un fenómeno que no podemos ver, o que no queremos ver o nos hacemos los locos para no verlo, a fin de cuentas la violencia psicológica nos ha dicho a todos ¡Aquí estoy!.
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