Venezuela se está arreglando
Con las mejores energías y la mayor voluntad de cambio va mi deseo para todos por un excelente inicio del año 2022, el cual arranca con una extraña percepción de abundancia, o al menos así lo dejan ver las noticias en redes sociales.
Largas colas vehiculares se observaron en muchas ciudades costeras de temporadistas que se aglutinaron buscando un poco de distracción, fueron la tendencia los primeros días del año acompañados de la frase que hoy me sirve de título.
Los que tuvieron la oportunidad de viajar lo hacen luego de un año con extremas restricciones, bien sea por los protocolos de movilización que se implementaron con ocasión a la cuarentena, o bien por la ralentización de la economía, lo cierto es que muchos pudieron darse pequeños gustos que en otrora eran comunes pero que hoy se muestran a los ojos de algunos como lujos.
La Isla de Margarita no fue la excepción, algunos influencers y artistas de televisión se dejaron ver en sus redes sociales disfrutando de sus paradisíacos lugares en sus dinámicas de diversión al mejor estilo de programas televisivos de turismo, donde los visitantes extranjeros parece ser, han estado marcando la pauta desde hace buen tiempo en el turismo isleño, dándole un importante impulso a la economía local.
Las mejoras en el ornato de muchas ciudades fue también nota resaltada en muchos medios de comunicación, el embellecimiento de lugares públicos como plazas y parques por parte de las distintas Gobernaciones y Alcaldías; muchos de estos embellecimientos respondieron a los planes enmarcados en la campaña política de la reciente contienda electoral, en la que entiendo incentivaron a participar al sector de la empresa privada con muy buenos resultados.
Pero todo ello no ha escapado de la polémica, desde denuncias de una presunta campaña del ejecutivo a través del uso de influencers y artistas para “maquillar” la realidad, usando como medio las redes sociales aprovechando el impacto comunicacional que tienen estas personas, hasta la implementación de conciertos públicos masivos como el denominado “La Ruta de Fin de Año” desplegado a nivel nacional por el ejecutivo, en el que se presentaron una amplia gama de artistas de renombre nacional e internacional, a la par de que se contrastaba en medios el costo de estas actividades con el costo que pudiera representar la renovación de hospitales y programas de salud vitales, como el del Hospital de Niños J.M de Los Ríos, por ejemplo.
El Presidente Maduro por su parte ha dejado ver sus intenciones en alocuciones recientes, de una posible apertura económica en la que incidan las empresas privadas, las necesidades locales y los entes públicos y sin dejar de ser una promesa, no deja de ser interesante el planteamiento más allá de si las razones políticas sean o no correctas si del bienestar popular se trata.
Son muchos los esfuerzos que se deben materializar para que en efecto podamos sentir una verdadera mejoría en la economía nacional, más allá que simplemente decir que “Venezuela se está arreglando” por qué hubo o no hubo colas y congestión vehicular en una o varias ciudades playeras, como por ejemplo el incremento de todos los rubros de la producción nacional, que traerá indefectiblemente mejorías en muchos sectores entre ellos los más vulnerables como el de la salud y el de la alimentación, para ello nos guste o no, debe haber voluntad política para lograrlo y ello se logrará sí o sí solo a través del entendimiento entre todos los sectores que componen la sociedad.
No soy economista, mis conocimientos están basados desde hace buena parte de tiempo en el Derecho y sus implicaciones en la vida del hombre, pero puedo decir sin temor a equivocarme, que los pequeños cambios en las economías locales pueden lograr en el corto y mediano plazo una mejoría ostensible en la economía nacional, a través de la replicación de modelos sostenibles en los que el beneficiario inmediato sea el colectivo, pero sin quitarle el valor a la plusvalía de quien los ejecute, en la mejor dinámica de una relación de ganar-ganar.
Ciertamente que los salarios siguen siendo de hambre, más allá de que muchos han tenido que diversificarse y buscar otros medios de ingresos, amén de que la corrupción también ha jugado un papel determinante en esos “otros medios”, pero eso será materia de otro análisis y de otra discusión, pero lo que sí ha dejado más que clara esta inédita sensación de bienestar, maquillado o no, es que la participación de todos es necesaria para los cambios, pues jamás existirá una ecuación de cambio efectiva en la que no estemos involucrados directamente.
Desde lo que conozco y sé, ahora si puedo dar una opinión mucho más objetiva, y es que sólo a través del respeto de todos y cada uno de los Derechos Humanos en todas sus generaciones y manifestaciones será posible el mítico “Bienestar Social”, la obtención de salarios dignos y suficientes, el acceso a los bienes y servicios de calidad luego de los derechos humanos entendidos como valores superiores y universales, son sólo algunos de los que tenemos que trabajar en su promoción, defensa y respeto para alcanzar esos estándares humanos, pero mientras tanto estemos dando esa lucha por esas reivindicaciones, considero en lo personal que debemos disfrutar de lo que tenemos, sea mucho o poco, sin tanto juicio y sin tanto ruido, finalmente el bienestar común primero debemos lograrlo internamente para luego exigirlo a lo externo, por ello en lo particular, desearía con fervor que la Venezuela interna que llevamos todos, sea la que cada día se vaya arreglando.
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