Opinión

Un vaquero en carnaval (Anecdocuento)

El episodio del vaquero por ejemplo sucedió en el Paseo Orinoco adonde mi mamá nos llevaba todos los años a disfrutar del carnaval de aquí de Ciudad Bolívar.
lunes, 15 febrero 2021

En ocasiones cuando no encontramos algo importante que estamos buscando, entramos en un estado de pánico que inicia con una súbita paralización del aliento, acompañada de una galería de suposiciones y preguntas sobre dónde lo habremos dejado, quién lo tendrá, cómo haremos para recuperarlo, qué haremos ahora sin dicho objeto, y así hasta las más descabelladas hipótesis de conspiración comienzan a pulular en nuestras mentes mientras volteamos el escritorio, desarmamos el closet, sacudimos el maletín o acabamos con el escaparate.

La escena generalmente se desarrolla con una intensidad que va creciendo, hasta que cuando ya se hace preciso colocarnos una camisa de fuerza para impedir que demolamos la casa o desmantelemos la oficina, un destello providencial nos ilumina la mente recordándonos que a los documentos que buscamos le están sacando copias; o vamos y vemos que el teléfono lo habíamos dejado olvidado en el carro, también sucede que justo cuando le vamos a echar la culpa al mas pendejo de los mortales, nos damos cuenta de que tenemos los lentes encasquetados en la cabeza.

Por supuesto yo no estoy exento de tales situaciones, al contrario estoy claro en que las cosas se nos pierden o extravían por las razones que lo hacen, y que algunas se recuperan, otras sencillamente no.

El episodio del vaquero por ejemplo sucedió en el Paseo Orinoco adonde mi mamá nos llevaba todos los años a disfrutar del carnaval de aquí de Ciudad Bolívar, que en una época se celebraba de forma muy diferente a como se hace actualmente.

Ese año recuerdo que a mi hermana menor la disfrazó de angelita, y mientras caminábamos disfrutando del espectáculo alguien iba al lado mío embutido en un disfraz del hombre murciélago; era mi hermano quien muy a pesar suyo me confesó que se estaba sancochando dentro de su ajustado traje de superhéroe.

Y me lo dijo a mi, que bajo el sol inclemente padecía lo propio, trajeado de pies a cabeza con una indumentaria completa de vaquero del lejano oeste, que incluía dos grandes revólveres que colgaban en sendas fundas a cada lado de mi cintura, a los que chequeaba a cada momento por si acaso necesitaba usarlos para defender a mi familia entre tantos Llaneros Solitarios, Supermanes y Zorros que circulaban alrededor, incluyendo un gordito a quien la mamá disfrazó de Santo El Enmascarado de Plata, pero que tuvo una mala tarde a partir del momento en que se pisó la capa y aterrizó de trompa sobre la acera dejando regado tras de sí el refresco y restos del perro caliente que se estaba comiendo con gran gusto.

Fue un rato muy agradable como todos los años anteriores, vimos a los negropinto, el desfile la carroza de la reina y también una que iba repleta de atolondradas ocupantes que por su vestimenta para mi eran mujeres, aunque la inocencia de la edad me impidió entonces dar con una explicación al por qué todas tenían las piernas pelúas.

De regreso a casa, la mascara de Batman iba bailando sobre los hombros de mi hermano, mi mamá llevaba en sus manos una de las alas de la angelita, y yo, con la moral por el suelo, me quedé rezagado tratando de establecer el cómo, el dónde y el cuándo de mi cruda realidad, pues de mis costados colgaba solo uno de los revólveres.

Solamente Dios sabe que pasó con el otro, así que con el hecho irremediablemente consumado y aunado a las circunstancias de lugar y tiempo, de verdad que nunca tuve la más mínima oportunidad de reaccionar como lo hacen las personas según se describe en el párrafo inicial de este anecdocuento.

viznel@hotmail.com

Ten la información al instante en tu celular. Únete al grupo de Diario Primicia en WhatsApp a través del siguiente link: https://chat.whatsapp.com/KnTn2mbuRdQBnU8na18Mod

También estamos en Telegram como @DiarioPrimicia, únete aquí https://t.me/diarioprimicia

error: