Opinión

Un corazón sabio e inteligente

Es de sabios entender que todo rol público, no es para provecho propio, sino para servir.
jueves, 23 julio 2020

Existen personas cuya aspiración primordial es la sabiduría. El más famoso de todos fue el rey Salomón. Al llegar al trono, Salomón no pide de Dios larga vida o riquezas, o derrotar a sus enemigos; él pide un corazón dócil para gobernar. Pide asimismo discernimiento, para distinguir el bien del mal, y así gobernar rectamente. Estas peticiones le agradan a Dios. La sabiduría proviene de pedir lo que un funcionario público requiere para ejercer bien su papel, y de temer a Dios. Salomón es sabio porque entendió que la sabiduría viene de Dios, y la pide para sí.

No perdamos nuestra capacidad de soñar. Nuestra actual situación de estar golpeados por más de una pandemia, pudiera apagar esta posibilidad de sobreponernos a lo dado, promoviendo la resignación y la victimización. Es de sabios no dejar morir nuestros mejores sueños y aspiraciones.

Es de sabios entender que todo rol público, no es para provecho propio, sino para servir. Es de sabios pedir a Dios luz, para escoger lo bueno y lo correcto, que nuestro actuar sea reflejo de los principios que profesamos. La fuente de la sabiduría de Salomón está en su corazón, que es el centro de su persona.

Jesús como ejemplo

Pablo escribe a la comunidad cristiana de Roma una poesía “in crescendo”: El primer paso lo da siempre Jesús: él predestina a los que llama; a quienes llama los perdona, y perdonándolos posibilitó que las personas se parezcan a él, del mismo modo que Dios se parece a nosotros en Jesús, nuestro Hermano.

Tomar a Jesús como ejemplo a seguir, es cosa de sabios. Buscar parecernos siempre más a Jesús en nuestro cotidiano, aprendiendo y enseñando a distinguir lo bueno de lo malo no solo nos hace sabios; seremos felices también.

Lo nuevo y lo antiguo

Una de las grandes aspiraciones de la Humanidad es la felicidad. Para ello estudiamos y trabajamos, para ello buscamos amar y ser amados. El estudio o el trabajo no nos alcanzan la felicidad por sí mismos, pero juegan a su favor.

La parábola del domingo habla de dos hombres que buscan su felicidad. Ambos son expertos en tesoros y perlas finas. Pero estos hombres son igualmente inconformes; saben que hay algo más valioso por descubrir. No están cómodamente sentados esperando que caiga del cielo lo que tanto ansían.

Ellos son dos personas en movimiento: no buscan su felicidad azarosamente, sino que saben perfectamente qué están buscando, y que terminarán hallando: Jesucristo es el tesoro de valor incalculable, la perla fina que todos pretenden. Quienes lo encuentran, lo dejan todo por quedarse junto a Él. Se trata de llevar a Jesús por dentro, hasta que lleguemos a transparentarlo dentro de nuestras posibilidades.

Jesús afirma que un escriba —un estudioso— que entiende el Reino de Dios, se parece a un padre de familia que va sacando del baúl lo nuevo y lo antiguo. Sabio es aquel que sabe apreciar lo antiguo y lo nuevo de esta vida. Dios es siempre nuevo si se lo compara con lo desvencijado de la realidad.

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