Toxoplasmosis
La toxoplasmosis es una enfermedad parasitaria de distribución a nivel mundial, cuyo agente etiológico es el protozoo Toxoplasma gondii, considerada como una zoonosis, lo cual significa que de modo habitual se transmite desde los animales a los seres humanos a través de diferentes vías de contagio, siendo descritos un gran número de animales homeotermos hospedadores intermediarios y definitivos, de donde se incluyen como hospedadores definitivos a 33 especies de felinos, dentro de los cuales el gato juega un papel importante en la transmisión por su estrecha relación como animal de compañía.
Los humanos sufren la transmisión fundamentalmente por vía oral a través de la ingestión de diversas formas parasitarias en el consumo de carnes infectada cruda o mal cocida, de vegetales mal lavados, leche no pasteurizada y agua contaminadas con heces de gato; sobre todo si se manipulan sus excreciones pueden infectar al ingerirse los ooquistes por las manos contaminadas. No se transmite directamente de una persona a otra, salvo en el caso de las mujeres embarazadas que padecen la fase aguda, el parásito puede pasar al feto vía placentaria y provocar abortos no deseados o graves malformaciones fetales.
En la mayoría de los casos es asintomática, apenas aparecen síntomas o estos son leves similares a los de una gripe, tales como malestar general, fiebre, debilidad generalizada, cefalea, mialgia, artralgia, pudiendo manifestar posteriormente anorexia y poliadenopatia, con ganglios linfáticos inflamados en región cervical, axilar e inguinal, además de ocasionar lesiones oculares por infección congénita, de manifestación tardía y no congénita.
La infección activa solo ocurre una vez en la vida y a partir de ese momento, se generan anticuerpos que nos vuelven inmunes a una nueva infección. El proceso diagnóstico se inicia con la anamnesis y la evaluación clínica, que ayudará al médico a dirigir la prueba de análisis de sangre complementaria serológica que demuestre la positividad para anticuerpos específicos de tipo IgG o IgM, lo que determinaría la fase de la infección, aguda o crónica. A menos que la persona infectada tenga el sistema inmunitario debilitado o esté embarazada, no suele ser necesario tratarla, salvo que sus síntomas sean graves y persistentes, motivo por el cual debe ser valorado por el médico.
Prevenir la infección de toxoplasmosis es posible siguiendo unas normas de higiene y limpieza rigurosas en la manipulación de alimentos y en la convivencia con los gatos. Se recomienda a la población de riesgo el consumo de carne bien cocida, el lavado y la desinfección de frutas y verduras, poner especial atención a la ingesta de embutidos ahumados y curados, así como evitar el contacto con gatos y sus excrementos, sobre todo aquellos que circulan de forma libre entre la calle y las casas interactuando con otros animales infectados (lo que significa que no todos los gatos son sujetos de riesgo).
qcfanny@hotmail.com
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