Terapia intensiva
Me tocó una emergencia como a tantos compatriotas acéfalo que no tienen garantizada la salud.
Y como no había tenido antes semejante necesidad, me di cuenta en carne propia que la emergencia de la PATRIA en salud no era exagerada cuando hablaban de ese flagelo; aunque solo lo padecen los pobres que se creen ricos.
Ahora que me tocó aún, teniendo la garantía de una póliza de seguro colectivo, ya que presto labores en un lugar que ofrece el servicios al personal, me toco transitar el camino de la dificultad.
Llegue a varios centros de salud y no estaban las garantías que necesitaba para que recibieran un trabajador con la póliza referida, había problemas de solvencia económica y tuve que hacer un recorrido con la muerte en emergencia por varios centros, incluyendo los públicos y nada; casi pierdo la vieja, porque en todos los que había recorrido la solvencia era remarcada entre los patronos mercenarios; la vida paso a ser mercancía a punto de muerte: por eso me di el tupé (no me contaron) de conocer una verdad, que no me era extraña; pero tampoco me había tocado en carne propia.
Ruletie cargando la muerte, hasta que por fin llegue a un lugar (que si fuera católico diría bendecido) tampoco iban a recibirme pero por andar con una Dra. amiga (de las que no tienen una caja registradora en el corazón) el encuentro con las colegas de guardia, produjo una sinergia donde se encontraron distintos factores humanistas, que no tienen que ver con la depredación que había sentido en los primeros lugares donde intente la reclusión.
Luego de gestiones y una cantidad de movimientos que solo ellas pudieron (yo estaba rendido) aprobaron la bendita clave.
Cuando la terapia empezó a fluir y la recuperación de la madre me ofreció tranquilidad y pude aterrizar.
Me di cuenta que dicha clínica (queda en San Bernardino) tenia una condición especial, su personal parecía escogido con un criterio distinto al que encontré en la odisea de la noche anterior; las diferencias con el seguro pasaron a plano de convivencia y la vida de mi vieja empezó a salir de la muerte y la sensibilidad a sentirse orgullosa de tantas atenciones: que se hicieron más profundas cuando un alto cuadro de la revolución entró preparada para un preoperatoria y sentí no estaba solo, confirmando la eficacia de ese lugar, ya que una personalidad tan laboriosa como consideraba a la que llego acompañar la osadía, había escogido ese lugar para su intervención, que seguramente era de cuidado para su salud y dije para mis adentros; todo saldrá bien y vamos a salir de este atolladero, porque así son las revoluciones en LUCHA, sabiendo siempre que PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS Y HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.
Sin patria no quiero vida.
Hazte conciencia.
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