Opinión

¡Tendremos que cambiar!

Será un (cambio) que transformaría a los jóvenes Japoneses, en ciudadanos del mundo.
jueves, 12 agosto 2021

Hay cambios dramáticos que globalmente se avecinan, y hay otros que ya tocan nuestra puerta.

He leído recientemente, por enésima vez, sobre cambios que presionarán la modificación de nuestros patrones de conducta: “desaparecerá el automóvil personal y los que tomen su lugar, serán eléctricos”; ello pudiera implicar que desapareciera el oficio de conductor y también, el de mecánico tradicional.

Igualmente, el urbanismo experimentará serias modificaciones.

No habrá necesidad de avenidas tan amplias, ni de extensas playas de estacionamiento; esos espacios, serán entonces ocupados por árboles, parques y jardines, dándole un toque más humano y natural al medio ambiente y a las urbes.

Dejarán de explotarse las minas de carbón en el mundo, y las del Guasare, en Venezuela, también, salvo por una pequeña porción o tonelaje, que se deberá o podrá utilizar para la industria siderúrgica. La exploración, perforación y explotación de pozos petrolíferos, serán actividades del pasado.

Toda esa reserva, las mayores del mundo, que siempre fueron consideradas un tesoro bien guardado, e igualmente, una fuente de financiamiento sin límites para el país, hará como el agua que pasó bajo el puente:  se perderá para siempre.

La energía eléctrica, ya no provendrá de combustibles fósiles (carbón, fulloil o gas); lo hará del sol (solar) y/o de los vientos (eólica), etcétera. Estos son, entre muchos, algunos de los cambios que el hombre tendrá que aceptar, sin opciones, sin alternativas. Del cumplimiento de estos nuevos patrones de conducta, se encargará la imperativa fuerza tecnológica y el mercado.

Otros cambios que igualmente deberíamos adoptar, aunque ellos, lamentablemente, serán opcionales, son aquellos que algunos años atrás fueron asumidos por una de las naciones más pobres, hoy, con unos de los ingresos per cápita más elevados del planeta: Singapur.

El gobierno de ese país declaró la guerra a muerte a la corrupción, a la ignorancia y a las drogas. Los ciudadanos de Singapur, pasaron, en muy pocos años, de tener un ingreso per cápita de los muy pobres, de unos cuatrocientos dólares anuales (400 $), a uno de los muy ricos, de unos sesenta mil (60.000 $); se estima que es el tercer ingreso per cápita más grande del mundo.

La guerra que Singapur emprendió contra la corrupción, fue radical. Sus cárceles, rápidamente, pasaron de 500.000 reclusos, a menos de 500 hoy en día. Esto, producto de radicales cambios políticos, económicos y particularmente, sociales, como la instauración de la pena de muerte.

Otros cambios drásticos que el hombre está previendo efectuar para arnesar y convivir con un futuro armónico, es el que hoy, está efectuando la sociedad japonesa.

Después de muchos años de estudio por parte de expertos en múltiples disciplinas del saber humano, llegaron a la conclusión que los jóvenes de ese país, deberían ser sometidos a un tipo de disciplina intelectual (educación), diametralmente opuesta a la actual. Sería una que transformaría a los jóvenes japoneses, en  “ciudadanos del mundo”.

Este plan experimental denominado, “Cambio Valiente”, basado en programas educativos de Monnet, Erasmus, Ashoka y Comenius, entre otros, esta basado en: Cero tareas, cero materias de relleno y cinco (5) asignaturas:

1. Matemáticas de negocios, que son las operaciones básicas y el uso de la calculadora financiera.

2. Lectura, que comienza con leer una página diaria y al poco tiempo, termina con un libro semanal. La lectura es fundamental y es escogida por el estudiante para  estimular la concentración, la percepción y la empatía.

3. Civismo: entendiéndose como la sumisión a la ética,  leyes y normas de convivencia, tolerancia, altruismo y respeto al medio ambiente.

4. Informática: Internet, redes sociales y negocios online, robótica e inteligencia artificial.

5. Idiomas: conocer cuatro (4) alfabetos, idiomas, culturas y religiones, escogidas entre la japonesa, alemana, árabe, latina y china.

Este plan asume la incorporación e intercambios, para la socialización entre jóvenes, a efectuarse durante los veranos; en estos períodos, experimentarán vivencias, absorberán culturas y disfrutarán espacios geográficos diferentes, a nivel global.

Diferencias

La diferencia entre nuestros jóvenes y esta generación  de nuevos adolescentes japoneses, será que mientras ellos, en 12 años (6-18 años), habrá leído unos 600 libros, los nuestros no habrán leído uno solo.

Mientras nuestros hijos probablemente, se convertirán en “avezados conocedores” de canciones, video juegos, nombres de artistas, modas y hasta sabrán todos los chismes inútiles de esos que se publican en las redes, los japoneses, serán expertos en operaciones financieras y en saber encontrar cualquier tipo de información necesaria, en cualquier áreas del conocimiento universal.

Mientras nuestros jóvenes, debido al excesivo uso de los teléfonos inteligentes, tablets, y computadoras personales, irán reduciendo sus coeficientes de inteligencia, creándose una generación de “nuevos bobos”, como se ha demostrado a través de diversos y renombrados estudios publicados, estos jóvenes orientales, incrementarán sus coeficiente de inteligencia, habilitándolos  para emprender cualquier tipo de estudios subsiguientes, de especialización, en cualquier ámbito o área del saber humano.

Mientras tanto, nuestros estudiantes estarán cursando algún tipo de carrera “antigua”, sin futuro y sin utilidad; lo peor  es que no estarán tampoco equipados, ni tendrán ya tiempo, para recuperarse y competir  intelectualmente con estos nuevos Samurai del saber.

La nuestra, será una generación  de jóvenes desvalidos e indefensos, sin el adecuado roce social, con baja autoestima, irrespetuosos de los tradicionales valores humanos y medioambientales, idiotizados, porque nunca  aprendieron otra cosa.

Serán seres que sólo conocerán una única lengua, mal hablada y peor escrita; serán seres aislados geográficamente, miopes educacionalmente y cercados culturalmente.

Sin temor a equivocarnos, serán  generaciones  de “eunucos intelectuales”; esto establecerá el nivel de país que tendremos.

Además de las anteriores, aquí hay tres (3) razones adicionales por las cuales es imperativo propulsar cambios drásticos en nuestra sociedad.

O lo hacemos, o nos obligaremos a tener que vivir “del otro lado de la cerca”, esa  creada por Aldous Huxley, en su libro, “Un mundo Feliz”.

Estamos obligados a promover los cambios, a pesar del “cerco a la libertad”, que hoy, este Régimen nos impone;  y esos cambios, que nosotros, como sociedad debemos impulsar, deberá  permitirnos una mejor convivencia; más justa, civilizada, más libre, más  equitativa; una transición que nos brinde mayores oportunidades de desarrollo y crecimiento, como seres humanos independientes; un bandazo que nos permita abrir nuestros horizontes de conocimientos y cultura; una metamorfosis que nos permita moldearnos hacia un futuro, aunque incierto, pero que con la  preparación necesaria, encontraremos formas equilibradas de supervivencia.

No olvidemos que el mundo y los seres humanos que en él habitamos, tenemos que enfrentar tres retos fundamentales:

1. La crisis energética global, para lo cual, aún se requiere mucha innovación, ciencia y tecnología.

2.- La crisis de sobrepoblación: esa que consume casi más de lo que produce el ser humano y para lo que se plantea desarrollo de nuevas tecnologías en materia de alimentación y reducción del crecimiento, entre otras; y

3-  Finalmente, la crisis ambiental, creado por esa falta de conciencia de los seres humanos,  que en los países del primer mundo y del tercero también, aún  no hemos entendido, pero que estamos obligados a controlar, y más que eso, a  erradicar.

Mientras el hombre no entienda la naturaleza de estas crisis y la necesidad de cambiar para coexistir armónicamente y en paz con el medio ambiente, seguiremos el camino torpe y destructivo, el de nuestra propia extinción.

Nunca como hoy, se había hecho imperativo cambiar. Estos cambios los impulsará el mercado, pero lo ideal, sería que sea una sociedad civil  inteligente, racional y voluntaria (nosotros), la que los promueva y los líderes.

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