Opinión

Sinónimos castellanos

Y esto que decimos nos da ahora luz sobre un fenómeno que hemos experimentado mil veces, sin haber procurado nunca hallar su razón.
lunes, 11 octubre 2021

Intelectualidad, inteligencia, entendimiento: Intelectualidad expresa la cualidad indefinida que tienen las cosas de ser intelectuales, lo cual quiere decir que es un nombre abstracto, aunque esto no lo explica todo, o, mejor dicho, no explica nada.

La abstracción tiene un carácter especial, tan especial como digno de estudio, y vamos a decir lo muy poco que nos ha sido dado aprender en medio del cruel desamparo en que aún existe la crítica de la palabra, esta crítica debería ser (y lo será algún día) el último ramo, la ciencia más noble y necesaria de la erudición universal, porque el hablar no es otra cosa que la más alta y la más difícil de las profesiones del ser inteligente.

El carácter raro que hemos hallado en la abstracción consiste en lo siguiente: no expresando el nombre abstracto las cualidades de las cosas de un modo concreto, en una forma determinada, significándolas de una manera indefinida, nuestra fantasía encuentra en él cierta expresión vaga, confusa, casi poética, casi armoniosa: la vaguedad y la confusión que vemos por fuerza en un todo que no conocemos, que no descubrimos, que no analizamos; la armonía y la belleza con que nos cautiva todo misterio.

El nombre abstracto significa el conjunto, la universalidad de las cualidades, y como que el conjunto no aparece, como que nosotros no divisamos la universalidad que el nombre significa, resulta que nuestra imaginación ve un arcano, porque la imaginación principia a ver en donde principia a no ver la inteligencia.

El nombre abstracto significa un todo que nosotros no conocemos; vislumbramos sombras; la fantasía se exalta con aquel barrunto de lo maravilloso, con aquel amago de una creación casi agorera, y he aquí por qué el nombre abstracto participa algo de la idea de invención, de la idea de arte, de la idea de figura; he aquí por qué tiene cierto entorno estético, sin dejar de ser una elaboración metafísica.

Y esto que decimos nos da ahora luz sobre un fenómeno que hemos experimentado mil veces, sin haber procurado nunca hallar su razón.

Cuando estudiamos un punto metafísico, un hecho abstracto, la misma falta de una figura en que apoyar nuestro raciocinio, la misma falta de una figura real y sensible, hace que pidamos ayuda a la imaginación y que nos creemos un ideal, un símbolo, y así ocurre que, a falta de una forma existente, nos agenciamos con nuestra industria una forma inventada.

No hay realidad, pero hay fantasía; no está allí la forma, pero está la figura; no está la idea pero está la imagen. He aquí como en la abstracción entra un algo poético, un algo artístico, un algo creador, indefinido, bello, que da su último gusto a los estudios espirituales. He aquí como la metafísica se roza con la imaginación; he aquí cómo es posible la alianza de la verdad y de la belleza; de la ciencia y del arte, del espíritu y de la invención; he aquí cómo la metafísica es la última y la más elevada poesía de la inteligencia, el último y el más noble arte del pensamiento.

¿Qué significa intelectualidad? ¿Expresa más o menos que entendimiento?, ¿Es más universal, más trascendente, más profunda que inteligencia? ¿En qué consiste la vida especial que se echa de ver en aquella palabra? ¿Qué idea alimenta ese oculto atributo? Esto preguntaba un acreditado filósofo de nuestro siglo, y no es extraño que lo preguntase, porque estaría cansado de revolver libros, diccionarios y enciclopedias sin conseguir dar a sus dudas un momento de calma y reposo.

¡Cómo está la crítica del lenguaje! Es decir: ¡Cómo está el lenguaje, porque no hay lenguaje sin crítica! ¿Cuándo querrá Dios que un hombre de talento, un hombre que nazca para el caso (¡Dios le de tantas luces como luces hay en el cielo!), venga por fin, y ponga orden en este inmenso fárrago!

Contestando al filósofo que hace aquellas preguntas, decimos que intelectualidad no se diferencia de entendimiento en que exprese menos o en que exprese más; que no se distingue tampoco de inteligencia en que sea más o menos profunda, más o menos universal. Se diferencia de ambas palabras en que tiene cierto espíritu de invención, cierto gusto imaginativo, cierto limo de arte.

La inteligencia y el entendimiento hablan del raciocinio, del conocimiento, del discurso; la intelectualidad habla de un misterio, de una vaguedad, de una armonía, de una creación, porque creación es toda imagen, toda figura que se inventa, aunque sirva de ornato al pensamiento más oculto y más metafísico.

La inteligencia y el entendimiento discurren. La intelectualidad adivina.

La intelectualidad es la poesía del entendimiento, como la idealidad es la poesía de la idea, como la sonoridad es una poesía del sonido. En esto consiste la idea especial que echaba de ver el filósofo mencionado; en esto consiste el atributo oculto de la palabra qua nos ocupa; es metafísica y poética, como lo es todo nombre abstracto, como lo es necesariamente toda abstracción.

Sentado esto, nada más fácil que diferenciar los tres vocablos del artículo. La inteligencia conoce. El entendimiento juzga. La intelectualidad idealiza.

La inteligencia es vasta, extensa, profunda, universal. El entendimiento es agudo, incisivo, concreto, práctico. La intelectualidad es viva, armoniosa, fecunda, brillante. La inteligencia es un principio.

El entendimiento es un órgano. La intelectualidad es un ente de la razón. De modo que la inteligencia está en la humanidad. El entendimiento en el hombre. La intelectualidad en la abstracción; es decir, en la metafísica y en el arte. La intelectualidad es como el genio de la inteligencia.

Fuente: Sinónimos Castellanos, de Roque Barcia.

viznel@hotmail.com

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