Sidor: De la cuna a la tumba
La Siderúrgica del Orinoco CA., (Sidor) es en su tipo, uno de los complejos industriales más grandes del mundo. Fue emplazada en las áridas y silenciosas sabanas de Matanzas, a orillas del río Orinoco, brazo fluvial que comunica a Ciudad Guayana con el mundo.
Se encuentra a pocos kilómetros del río Caroní, fuente del mayor potencial hidroeléctrico del país. Al frente, pasa la vía ferroviaria por la cual se transporta mineral de hierro, materia prima para esta industria y a pocos kilómetros, se ubica, la que se convertiría en una de las urbes más pobladas e importantes de Venezuela.
Como se ha dicho en anteriores artículos, en 1927, se descubre mineral de hierro, en el Cerro El Florero de El Pao, estado Bolívar. Unos 20 años después, se descubre este mismo tipo de mineral en el Cerro La Parida, Ciudad Piar, también, en el estado Bolívar.
En 1953, el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, toma la decisión de construir una planta Siderúrgica en Guayana y en 1955, se firma con la empresa Innocenti, radicada en Italia, un contrato para su ejecución. Igualmente, se crea la Oficina Presidencial para el Desarrollo de la Siderúrgica. Esta novedosa planta a ser construida en el país, se iniciaría con una capacidad de 560.000 Ton/A.
Inmediatamente, después de firmado el contrato, comenzó la febril actividad ingenieril para el diseño y desarrollo del proyecto y paralelamente, la construcción de monstruosos equipos que habrían de ser instalados en dicha planta.
A inicios de 1957, rugieron los motores de los Buldozers, para limpiar de chaparros, las calurosas sabanas de Matanzas. Allí, creímos que nunca más reinaría el silencio. Detrás, de estas primeras máquinas, siguieron las mototraillas que debían nivelar el terreno.
Se removieron más de seis millones de metros cúbicos de suelo y se utilizó más de un millón de metros cúbicos, de piedra picada para el hormigón que habría de vaciarse en esta primera etapa.
A raíz del cambio de gobierno, en 1958, se sustituye la Oficina Presidencial, por el recién creado Instituto Venezolano del Hierro y el Acero. Su objetivo fue el de llevar las riendas de la construcción e iniciar la organización de las operaciones de dicha planta, entre las cuales se encontraba, la formación de personal. A Italia, fueron enviados más de 400 ingenieros y técnicos para este propósito.
En 1960 se eleva la capacidad de producción de Sidor a 900 mil Ton/A; en ese mismo año, también se crea la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), presidida por el ingeniero Rafael Alfonzo Ravard. En 1961, se comienza a producir arrabio, con materia prima importada y en 1962 se vierte la primera colada de acero.
Las dificultades operativas, de inmediato afloraron, pues los abrumadores procesos burocráticos, entorpecían la producción. La dependencia de un ente centralizado, como era el Ministerio de Fomento, fue una de las razones para que en 1964, se creara legalmente la empresa Siderúrgica del Orinoco C.A. (Sidor), que desde su inicio, fue tutelada por la CVG.
En 1971 se inauguró la planta de tubos centrifugados y se inició la construcción de la planta de Laminados (Plan IV) y en 1972, se incrementó la capacidad de producción a 1.2 millones de toneladas de acero líquido.
En 1973 se inauguran las líneas de estañado y cromado y se obtiene la marca Norven para sus barras (cabillas). En 1974, bajo la presidencia de Carlos Andrés Pérez, se inicia la ampliación de Sidor para llevarla de 1.2 millones a 4.8 millones de toneladas de acero. A este proyecto de ampliación se le denominó Plan IV.
En 1978, se culmina la construcción del Plan IV y se van incorporando paulatinamente, actividades fabriles y productivas tales como Midrex, Acería eléctrica, Colada continua de Palanquillas y Laminadores de barra y alambrón. Para 1981, la planta de productos planos inició sus operaciones.
A lo largo de estos años, la acción del Estado, creó algunos serios desajustes en esta empresa; por ejemplo, para estimular ciertos sectores de la economía nacional, el Gobierno fijó precios de productos, por debajo de sus costos, sin consultar con la gerencia de Sidor.
Por otro lado y debido a imposiciones de carácter político, la nómina de esta empresa, fue inflándose hasta llegar a la astronómica cifra de 21.000 trabajadores.
Ello implicaba incremento en los costos de nómina, prestaciones sociales, transporte, comidas y un largo etc., pero también, incrementaba la conflictividad laboral. Así que con una deuda creciendo, sin poder reducir costos, sin capacidad de inversión, sin posibilidades de incrementar la producción, con un mercado limitado y acosados por el sector sindical, que nunca dejó de perturbar la paz laboral, las opciones para la gerencia se redujeron, y forzaron la privatización.
Desde 1995 se comenzó a gestionar dicho proceso y para 1997, bajo la presidencia de Rafael Caldera, se transfieren las acciones de Sidor al Consorcio Amazonia. Inmediatamente, la nueva gerencia inició intensas negociaciones y logró reducir la plantilla de personal a 6.000 trabajadores; también transforma la cultura de la empresa, intensificando el entrenamiento, automatizando procesos y elevando el nivel de exigencias disciplinarias.
Para el 2001, se inauguran tres nuevos hornos en Acería y se automatiza laminación en caliente. En 2002 se establece en esta área, un nuevo récord, al punto que, después de 27 años, se supera el nivel de producción por encima de la capacidad de diseño. También se superó el récord de exportaciones con 2.3 millones de toneladas de acero.
En 2005 logran una producción de 4.3 millones de Ton./A., lo que significó un incremento del 48 % de producción adicional, respecto a la de 1998. En este período, se negocia la deuda de la siderúrgica, la cual se redujo, de $ 1.563 millones a $ a 791 millones.
El consorcio también disminuyó su paquete accionario, que fue de 70 % a 59.7 % y en este mismo acto, hizo un aporte de capital de $133.5 millones. Los trabajadores, siguieron con su 20 % de las acciones.
Para el 2006, se había proyectado una producción de 4.6 millones de toneladas, la cual no se cumplió debido a la severidad del conflicto que Sutiss y Sidor mantenían y que el gobierno, como juez, pero también, parte interesada, “trataba” de resolver.
El 2007, fue uno, igualmente plagado de protestas, ya teñidas de política. Sutiss a motus propio o inducido, coreaba su “pretensión” de que Sidor fuese estatizada; así que el 9 de abril del 2008, el presidente Hugo Chávez, declaró dicha estatización y levantó las banderas de la “soberanía y autodeterminación” y dijo que la “nueva Sidor” seguiría una política de “humanización de las condiciones laborales; mejora de las relaciones sociales y de convivencia; promoción de la relación sinérgica entre el recurso humano, el sistema industrial y el medio ambiente, lo cual garantizaría las metas de producción, así como las eficientes relaciones con sus clientes y proveedores”.
Esta estatización se materializaría el 12 de mayo de ese mismo año, pero los nuevos objetivos “humanistas y redentores del trabajador”, hundirían para siempre, una empresa que fue construida para producir bienes y su correspondiente margen de utilidad.
Desde ese mismo momento, la producción comenzó a declinar hasta el 2019, en que no se obtuvo ni una sola tonelada de acero líquido.
La nacionalización irremediablemente, sepultó su futuro y la llevó a la tumba.
Por el contrario, la privatización de la empresa, trajo como beneficios:
1. La modernización de su estructura tecnológica.
2. Incremento de la inversión extranjera.
3. Desarrollo del Recurso Humano.
4. Cambio de la cultura laboral, con más conocimientos y disciplina.
5. Mayor eficiencia, productividad y calidad del producto terminado.
6. Mayor éxito en la colocación del producto en el mercado.
7. Crecimiento de las exportaciones, en más de un 60 %.
8. Disminución de la corrupción estructural.
Por otro lado, las estrategias utilizadas para la recuperación y desarrollo de la siderúrgica fueron:
1. Crecimiento.
2. Inversión sostenida en tecnología y equipos.
3. Reducción de costos.
4. Capacitación de RRHH.
Estas estrategias fueron determinantes en el éxito de la privatización, por el cambio de la cultura y los continuos récords de producción.
Sobra decir que el extenso camino andado por la empresa, con errores y aciertos, a lo largo de todos estos años, finalmente gestaron la ecuación para que se diera una tormenta perfecta, en la cual intervino: la pasividad pasmosa de un pueblo adormecido; el enanismo de una gerencia indiferente y sin rumbo, a veces, o intransigente, otras; la villanía y manipuladora actitud de un sindicato sin valores y la autoritaria y miope dirección política de un gobierno sin límites, que antepuso lo ideológico a los intereses nacionales.
Todos ellos, perfeccionaron la quiebra y destrucción de una empresa que debió ser, para la economía del país, una de las alternativas no petroleras de Venezuela. Esta es, a gruesos trazos, la historia veraz de una Sidor, desde su cuna a su tumba.
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