Opinión

Semana en domingo, especial Esequibo

En 1962, al aparecer la carta escrita por uno de los árbitros, en la que denunció un chantaje para obligarlos a votar a favor de Gran Bretaña y Guayana Inglesa.
domingo, 05 julio 2020

El Esequibo (1)
Con profunda preocupación dedico hoy todo el espacio de esta página al tema de la disputa con Guyana por el Territorio Esequibo, llevado por este país ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, pidiéndole que declare la validez del Laudo Arbitral de París, de 1899, que en principio le otorgó esa porción de nuestro país. En 1962, al aparecer la carta escrita por uno de los árbitros, en la que denunció un chantaje para obligarlos a votar a favor de Gran Bretaña y Guayana Inglesa, Venezuela llevó el caso ante Naciones Unidas, planteando la nulidad de ese laudo. En 1966 se firmó el Acuerdo de Ginebra, en el que Gran Bretaña y Guayana Inglesa reconocen el reclamo venezolano, y se establece un plazo de 4 años para realizar conversaciones y resolver el diferendo. Meses después de la firma de ese acuerdo, Gran Bretaña da la independencia a Guyana. Ese plazo de 4 años se venció en 1970, pero como no se había alcanzado un acuerdo, el canciller de entonces, Arístides Calvani, suscribió lo que se conoce como “Protocolo de Puerto España”, mediante el cual se alargaba el plazo 12 años, para seguir negociando una solución. Ese plazo también se venció en el año 82, sin arreglo, y desde entonces el asunto venía siendo manejado por Naciones Unidas.

La jurisdicción de La Haya
En principio hay que recordar que Guyana ni Venezuela han reconocido nunca la jurisdicción de La Haya, y por eso no firmaron el Pacto de Bogotá, en 1948, mediante el cual los países americanos podían demandarse entre sí ante ese tribunal internacional. Guyana tiene un litigo en su frontera oriental con Surinam y en lugar de acudir a La Haya, eligió la vía de un arbitraje. Sin embargo, el hecho de que una de las partes de un litigio no se haga parte del juicio, no impide que este tribunal asuma el caso y emita su sentencia, que por otra parte es inapelable. Guyana llevó el caso ante La Haya en marzo de 2018, alegando, entre otras cosas, que el Secretario General de Naciones Unidas había dicho que si las partes no llegaban a un acuerdo en un plazo determinado, llevaría el caso ante ese tribunal. En julio de ese mismo año, la corte inició el trámite, invitando a los dos países a que presentaran sus alegatos acerca de la jurisdicción, esto es, básicamente una invitación a Venezuela, por cuanto al llevar el litigio a su consideración, Guyana de hecho estaba aceptando su competencia. Pero Venezuela decidió no aceptar la intervención de La Haya en el litigio y ni siquiera quiso exponer los argumentos por los cuales niega su jurisdicción. Algunos expertos en derecho internacional opinan que nuestro país debió presentar los argumentos por los cuales rechaza su jurisdicción, aunque posteriormente, si la Corte asume de todas maneras el caso, puede simplemente desconocer cualquier fallo que emita.

La Exxon puso los reales
Llevar un caso ante la Corte de La Haya no es barato. Hay que hacer un depósito, aparte de los honorarios, todo lo cual en este caso ronda los 20 millones de dólares iniciales. El problema lo resolvió rápido la Exxon, que emitió un cheque por 18 millones de dólares, como adelanto a Guyana a cuenta de utilidades futuras. No es por supuesto un gran sacrificio para esa petrolera, que logró que el gobierno del presidente David Granger, le estableciera un impuesto de solo el 2 por ciento por la explotación de los yacimientos de petróleo frente a las costas del Esequibo, en donde ya está extrayendo 80.000 barriles diarios de crudo liviano. Para Exxon, poner 18 millones de dólares para ayudar a Guyana en su litigio por el Esequibo, es como una propina para el valet parking, porque en esos yacimientos en las costas del Esequibo se estima que hay por lo menos 8.000 millones de barriles de petróleo liviano, aparte de gas.

Cómo llegamos a La Haya
Guyana tiene años deseando que el litigio llegue a La Haya, porque considera que tiene ventaja en ese tribunal, en donde los internacionalistas siempre han dicho que las decisiones son más políticas que jurídicas. Ese tribunal depende de Naciones Unidas y está integrado por 15 jueces, entre ellos uno de cada uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de ese organismo internacional. Generalmente algunos de ellos estudian el caso y elaboran un proyecto de sentencia que luego es llevado a la plenaria. Casi siempre la sentencia es unánime, aunque algunas han sido aprobadas por mayoría simple. En honor a la verdad, este caso llega a La Haya básicamente porque Guyana y Venezuela no han logrado un acuerdo amistoso para resolver el diferendo. Venezuela asegura que el Esequibo le pertenece y Guyana dice lo mismo. Hace unos 15 años atrás se me ocurrió plantear la posibilidad de analizar la repartición equitativa de ese Territorio, pero fui acusado de defender la entrega de parte de Venezuela. No insistí, como tampoco lo hicieron distinguidos historiadores venezolanos que piensan como yo. No funcionó el diálogo directo, no sirvieron de nada las recomendaciones de Naciones Unidas, ni sus mediadores o buenos oficiantes, ni el Acuerdo de Ginebra, y finalmente Guyana tomó la iniciativa de llevar el caso ante La Haya, en el peor momento para nuestro país. Y menos mal que el gobierno desistió de la expulsión de la embajadora de la Unión Europea, porque eso de alguna manera podría influir en el ánimo de los jueces de ese Tribunal, que como dijimos toman sus decisiones más por intereses políticos que por los alegaros y elementos jurídicos que puedan presentar las partes en litigio. Este Tribunal Internacional en este momento está presidido por un juez de Somalia, acompañado de miembros de China, Japón, Eslovaquia, Francia, Marruecos, Brasil, Estados Unidos, Italia, Uganda, India, Australia, Rusia, Jamaica y Líbano. ¿Con cuántos votos contamos, aparte de Rusia y China? Creo difícil contar con el voto del indio, porque no olvidemos que más de la mitad de la población de Guyana son “indianos”, descendientes de inmigrantes de India.

El futuro
Según los especialistas en derecho internacional, aún queda la posibilidad de que La Haya decida que no tiene jurisdicción para resolver un litigio por delimitación fronteriza, aunque ya ha decidido pleitos similares en varias oportunidades. Pero suponiendo que ese tribunal decida en contra de nuestro país, es obvio que no vamos a acatar el fallo, lo que abriría un mundo de posibilidades, tanto en el campo diplomático, como comercial e incluso militar. En oportunidades anteriores, hay países que han decidido no acatar el fallo de La Haya en litigios fronterizos, aunque la situación no ha derivado en enfrentamientos militares, más allá de algunos incidentes aislados y sin mayor trascendencia. Pero para nosotros el problema sería muy serio, porque Guyana de hecho ejerce el control del Esequibo, y está otorgando concesiones y derechos de explotación de todo tipo, lo que de alguna manera se vería reforzado si La Haya decide a su favor. La gran pregunta es ¿Qué haríamos los venezolanos si ese tribunal sentencia que el Esequibo es de Guyana? No puedo ocultar que un escalofrío me recorre todo el cuerpo, al pensar en lo que nos puede tener reservado el destino en relación con la defensa del Esequibo.

Cuatro
Uno. Naciones Unidas no cuenta con instrumentos para obligar a un estado miembro a acatar las sentencias de su Corte Internacional de Justicia, como tampoco los tiene ese tribunal. Y mucho menos cuando se trata de un país que no le reconoce jurisdicción en diferendos limítrofes. A lo más que puede llegar la ONU es a la imposición de sanciones, que además tienen que ser aprobadas por la Asamblea General o en el Consejo de Seguridad, en donde hay que recordar que China y Rusia tienen poder de veto.

Dos. El gobierno tiene a Cuba como su principal aliado, país al que en una época trasvasaba hasta 10.000 millones de dólares anuales en diversas formas de ayuda. Pero en el caso del diferendo por el Esequibo, Cuba está del lado de Guyana, que le cedió sus aeropuertos para que, en la guerra de Angola, los aviones cubanos pudieran reponer combustible y llegar desde La Habana hasta ese país africano. Igual pasa con la mayoría de los países isleños del Caribe, a los que subsidiamos durante años con petróleo y gasolina y todos están con Guyana.

Tres. Lamento mucho, hoy más que nunca, no haber logrado apoyo de la Cancillería para mi amigo Alex Panday, que planteaba que se hiciera un referéndum entre los habitantes del Esequibo, para que ellos decidieran si querían ser guyaneses o venezolanos. Alex asegura que la casi totalidad de los esequibanos quieren que ese territorio sea venezolano, tal como quedó evidenciado cuando la legendaria Valery Hart, y su esposo, lideraron la sublevación contra Georgetown para que la región de Rupununi, y todo el Esequibo, fuera venezolano. Luego de su alzamiento, Valery, una rica hacendada de Guyana, terminó viviendo en un apartamento del Banco Obrero que le dieron en Ciudad Bolívar.

Cuatro. El recién electo presidente de Guyana, Mohamed Irfaan Alí, de 40 años, es esequibano, es decir nació en el Territorio Esequibo y aunque su partido People Progresive Party, PPP, es de izquierda, criticó al gobierno de Maduro: “Me gustaría expresar nuestra solidaridad con el pueblo de Venezuela. Actualmente su capital, Caracas, es tomada por tanques y soldados para reprimir el derecho legítimo del pueblo a marchar al Congreso. Como pueblo, debemos unir esfuerzos con aquellos que han estado sufriendo de elementos ilegales y dictaduras. Aquí también en Guyana debemos luchar para evitar una situación de gobierno anti democrático como está sucediendo en Venezuela y la represión de los derechos de las personas y la negación de nuestro derecho constitucional a elegir un gobierno de nuestra elección” (Sic)

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