Semana en domingo
Vida y política
Oigo a mucha gente expresar que no le interesa la política, con la coletilla de ¡y ahora menos!, al mismo tiempo que despotrican contra el gobierno y la situación actual.
No les interesa la política y denigran de los políticos, haciéndolos responsables de todo lo malo que nos está pasando. Pero hay que poner las cosas en claro: A Chávez no lo llevaron al poder los políticos, sino este mismo pueblo que ahora se queja de los resultados del modelo que levantaron con su voto.
Parodiando lo ya dicho, crearon el monstruo que ahora se los devora. No es que la gente no se quiera meter en política, el problema es que la política se nos metió en la vida diaria, porque todo, absolutamente todo, hasta en lo cotidiano, depende de las políticas del gobierno.
No hay una sola actividad, por trivial que pueda ser o parecer, en la que de alguna manera no esté metida la mano del gobierno. Hay científicos de las ciencias políticas, que dicen que para la sociedad, cuanto menos gobierno, mejor, asumiendo que eso estimula la organización de los ciudadanos por sus propios medios y de acuerdo a su propia conveniencia.
Eso implica, además, entender que los gobiernos deben estar al servicio del pueblo, mientras que en este modelo seudo socialista, el Estado está por sobre los ciudadanos, que están obligados a dejar todo de lado, con tal de contribuir a ese fin político.
Es bajo ese signo que se les pide a los ciudadanos que soporten cualquier calamidad, como no tener comida, agua, gas, gasolina y seguridad pública, mientras ese sacrificio mantenga la entelequia del Estado.
La política es una actividad pública, destinada a procurar una vida mejor para los ciudadanos y a administrar los recursos públicos, con ese fin. En esta situación que vivimos, no hay solución para los problemas cotidianos, sin que el pueblo participe activamente en la política.
Cierto que hay políticos criticables por su conducta tanto pública como privada, pero eso no tiene nada que ver con la política, entendida como una actividad al servicio de una mejor sociedad y vida.
No tiene sentido intentar apartarse de la política, cuando ya la tenemos metida como dicen hasta en la sopa. Estamos como estamos precisamente porque parte del pueblo se lanzó a apoyar a un candidato sin un análisis racional de su oferta.
La creencia, como muchas veces anteriores, en un mesías que se lo resuelva todo, lo empujó a un voto del que ahora muchos se arrepienten. Algunos analistas de izquierda dicen que “ahora el pueblo tiene mucha más conciencia política que antes”. Pero si eso es así, significa que la mayor conciencia política es de poca utilidad, porque está peor que nunca.
La flexibilización decembrina
Hay que insistir en el llamado para que la población extreme el cumplimiento de las medidas de protección contra el Covid 19, en esta flexibilización de la cuarentena, decretada por el gobierno para poder disfrutar de los días navideños y de año nuevo.
Precisamente cuando se flexibiliza la cuarentena es cuando hay que tener más cuidado, porque la circulación y las aglomeraciones de personas aumenta, y con ello el peligro de contagio.
Los expertos dicen que el 80 por ciento de los contagios se dan en reuniones familiares y de amigos, más que en aviones u otras unidades de transporte público, o en la calle.
Eso tendría que ser suficiente para restringir al mínimo las reuniones sociales en estos días porque, además, cuando la gente viaja de un estado a otro, puede llevar el virus consigo como portador asintomático, sin saberlo, contagiando a su grupo familiar en otra ciudad, o a sus amigos y relacionados.
Si la gente descuida las normas de protección en estas navidades, en enero podríamos tener una segunda ola de contagios, que no es lo deseable. La flexibilización de la cuarentena no significa que el virus esté en retroceso. Esta amenaza sigue en la calle, aunque haya más libertad de movimientos y de reuniones.
La meta tiene que ser disfrutar de los días navideños, sin aumentar el peligro de contagio, de manera que podamos recibir el nuevo año perfectamente sanos.
Lección histórica
No puedo entender qué estaban pensando los políticos no chavistas, que decidieron participar en estas elecciones, creyendo que tenían algún chance de formar parte de la nueva Asamblea Nacional.
Porque con las cifras de intención de voto que les daban las encuestas, tenían que saber de antemano que no tenían los votos suficientes para ganar una curul. Hubo partidos que tenían menos del 1 por ciento, a nivel nacional, y sin embargo inscribieron candidatos en casi todos los estados.
Tengo entonces que preguntarme ¿Qué buscaban? Y no es una pregunta alimentada por cuestiones subjetivas, sino por un hecho concreto e innegable. Aún suponiendo que el oficialismo tuviera un 10 por ciento de apoyo, es imposible que un partido o grupo de electores pueda sacar un diputado, teniendo menos de uno por ciento en un estado o circuito.
Algunos diputados no chavistas salieron de chiripa por la suma de los votos nacionales, pero es obvio que muchas organizaciones partidistas acudieron a estas elecciones sabiendo perfectamente que solo iban a hacer comparsa, porque matemáticamente no tenían posibilidad alguna de elegir algún diputado.
No tengo elemento alguno que pudiera señalar algún interés crematístico en esta participación, como afirma mucha gente sin presentar prueba alguna, pero lo que sí puedo decir es que no encuentro explicación razonable al hecho de que hayan inscrito candidatos sabiendo perfectamente de antemano que no lograrían nada, como en efecto pasó.
CUATRO.
Uno. Este año no hubo los operativos de años anteriores para mejorar el aspecto de la ciudad en la Navidad y Año Nuevo. Hasta hace unos años, estábamos acostumbrados a que se cortara el monte y se recogiera la basura que llena las calles, para que la gente pudiera disfrutar de una mejor ciudad en diciembre. Lamentablemente lo que tenemos son bandadas de zamuros disputándose los desechos, en calles, avenidas y parques. ¿Habrá tiempo todavía de por lo menos mejorar en algo el aspecto de nuestra ciudad?
Dos. El dólar hace rato que cogió la calle como moneda frecuente de pago en el país, aunque para el gobierno se trate de algo temporal, “que será corregido cuando se levanten las sanciones y retorne la normalidad a la economía”. Según nuestras autoridades, lo del dólar es una respuesta que buscó el pueblo para defenderse de las sanciones. Pero la dolarización parcial de la economía, en la práctica redujo los astronómicos índices de inflación de teníamos hasta hace año y medio. No es que la inflación haya desaparecido, pero es mucho menor que antes, aunque sigue siendo elevada. El dólar le hizo el trabajo al gobierno, que no encontraba cómo frenar la inflación, o hacerla menor.
Tres. Siguen creciendo los rumores de la posibilidad de que sean flexibilizadas algunas de las sanciones impuestas por Estados Unidos al gobierno de Maduro. Hay quienes aseguran que altos dirigentes de la oposición ya se han reunido con Biden y con representantes del gobierno, para darle forma a un acuerdo político que permitiría flexibilizar algunas sanciones a cambio de algunas concesiones democráticas en Venezuela, entre ellas la libertad de numerosos presos políticos. Pero por el momento solo se trata de rumores, porque ni el gobierno de Maduro, ni Biden, han dicho nada al respecto.
Cuatro. La semana pasada, en la nota sobre la política española, escribí Casado como el apellido del Pablo que tiene a Pedro Sánchez agarrado por salva sea la parte, cuando es Iglesias. A contrapuesto, porque el que está más cerca de las iglesias es precisamente Pablo Casado, jefe del Partido Popular. Al Iglesias lo conocemos desde hace años, cuando comenzó a germinar de la nada, gracias al abono chavista que la chequera petrolera le suministraba en sus frecuentes visitas a Miraflores. A los dos los tengo en la cabeza, cada uno en las antípodas del otro, porque eso de España se está pareciendo cada vez más a la lucha fratricida nuestra. Mis disculpas a Pablo Casado, por haberlo confundido con semejante espécimen. Y por supuesto a quienes me leen.
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