Opinión

Semana en domingo

Las escuelas modernas de sociología, enseñan que cuanto menos gobierno, mejor, en sentido exactamente opuesto estatismo extremo.
domingo, 06 diciembre 2020

La iniciativa privada
No hay gobierno en el mundo que se pueda hacer cargo de todo y desempeñarlo con éxito, sin contar para nada con el aporte de los ciudadanos. Todos los intentos que se han hecho en este sentido han fracasado, unos de manera más estrepitosa que otros.

Es que no hay posibilidad alguna de que un Estado, o un gobierno, le dé al pueblo todo lo que necesita en su vida diaria. Estamos hablando de salud, educación, seguridad, agua, energía eléctrica, gas, aseo urbano, vivienda, combustible, vestido y comida, sin participación alguna de la iniciativa privada. Es la concepción de que el ciudadano no puede sobrevivir sin la protección del Estado-gobierno.

Las escuelas modernas de sociología, enseñan que cuanto menos gobierno, mejor, en sentido exactamente opuesto estatismo extremo. Pero además, ese estatismo anula la iniciativa de la gente, hasta que llega un momento en el que el pueblo termina por acostumbrarse a vivir sin trabajar, aunque eso signifique hipotecar su conciencia.

Eso gradualmente va haciendo cada vez más pesada la carga para el Estado-gobierno, hasta que tendrá que llegar un momento en el que simplemente ya no es posible suministrarle al pueblo todo lo que necesita para sobrevivir.

Porque uno de los sostenes de un gobierno es la renta interna, sobre todo cuando las exportaciones son pocas, y en una economía en retroceso ese ingreso es cada vez menor. El que nada tiene, nada puede dar, y ese principio es implacable en economía, sea de izquierda o de derecha.

Fue esa convicción la que movió a los jerarcas del Partido Comunista Chino a entender que la única vía para salir de la pobreza y el atraso era abrirle paso a la iniciativa y empresa privada, y fue eso lo que le ha permitido crecer hasta ser una de las dos potencias económicas más grandes del mundo.

Además, en el fondo ese bloqueo a la iniciativa privada implica la convicción de que nadie es capaz de sostenerse por sí mismo y que solo el Estado hace posible la vida. No es el Estado al servicio del pueblo, sino el pueblo al servicio del Estado.

Estas elecciones
Muy poco que comentar de unas elecciones en las que, como siempre, ya se presumen los resultados, que no los puedo adelantar para no incurrir en una violación de las leyes.

Porque estoy del lado de los que tienen que respetar la ley, so pena de castigo si se viola, a diferencia de quienes tienen patente de corso para hacerse lo que quieran en nuestras leyes, sin temor a que algún juez se atreva a condenarlos.

Todo el mundo sabe cuáles van a ser los resultados de hoy, aunque sus efectos tienen tantas variables que es muy difícil pronosticar con cierto nivel de acierto el futuro cercano.

Se abre un abanico de opciones, pero ya habrá tiempo de analizarlas, digo las opciones, porque de las elecciones ya conocemos el guion. El que quiera votar que lo haga, como también hay que aceptar la posición de quienes no quieren hacerlo.

El voto en Venezuela ahora es voluntario, aunque hubo tiempos en los que fue obligatorio. Ahora cada quien decide si ejerce ese derecho. Pero resonó por estas calles esa amenaza de “Quien no vote, no come”.

Esto es algo que nadie entenderá en el exterior, porque no saben la relación entre voto y comida, aunque aquí sabemos perfectamente de qué se trata. De eso ya hablaremos la semana que viene, porque además me gustaría razonar sobre la diferencia entre votar y elegir, que no es lo mismo ni se escribe igual. Por hoy es suficiente en este tema, en el que, como dice el viejo refrán castellano, hay mucha tela que cortar.

Muerte y coronavirus
Esta pandemia, entre sus muchos elementos negativos, nos ha puesto la muerte frente al rostro, una y otra vez, como para recordarnos nuestra condición de mortales.

Nos coloca en el sitio real en el que estamos en este tránsito, borrando de un plumazo los aires de grandes frente a la eternidad del medio natural. Somos solo una parte infinitesimal del cosmos.

El Covid 19 nos puso la muerte como algo habitual. Nos toca, por familiares, parientes, amigos y extraños valiosos para la sociedad. Todos duelen igual. Un amigo, sicólogo y escrutador de los caminos de la vida, me dice que cuando lo malo se hace habitual, duele menos.

Y con el coronavirus, a fuerza de hacerse habitual, la muerte nos comenzará a perecer algo natural, que por otra parte siempre lo ha sido, aunque deseemos llevarla lo más lejos posible. Precisamente por esa sensación de cercanía con la muerte, la vida cobra valor.

Tenemos que volver a disfrutar de lo bello que tiene la vida, que no siempre guarda relación con los bienes materiales. El Covid 19 nos está dando una dura lección, que esta y las próximas generaciones no deberían olvidar.

Siempre digo que peor que cometer un error, es no aprender nada de él. Ya les conté que en una ventana de nuestro hogar pusimos un envase con agua, y al lado un platillo con comida para los pajaritos. Es un disfrute nuevo, verlos bañándose y comiendo. Eso estaba allí, pero no lo veíamos, sumidos en el tráfago diario, a veces superfluo e inútil, que nos aleja de lo realmente bello de este compartir con la naturaleza.

Este Covid 19 nos hizo bajar la vista a lo terrenal y aprender a apreciar los pequeños detalles, que la mayoría de las veces son mucho más valiosos e importantes que atesorar para inflar el ego y sobresalir.

En la hora final, no cuentan las riquezas o el poder que se hayan podido adquirir. El rico y el pobre encaran la muerte de la misma manera, aunque uno lo haga en sábanas de seda y en otro en harapos. Al final, todos somos iguales frente al hecho de la muerte.

CUATRO.
Uno. Siguen los rumores sobre un avance en la dolarización de nuestra economía, aunque desde el gobierno no han confirmado nada. Pero destacados economistas y conocedores de las políticas oficiales, aseguran que algo se está cocinando con el sector bancario y que el anuncio el respecto sería hecho en los últimos días de diciembre, para que las eventuales medidas entren en vigencia con el nuevo año. Eso pudiera guardar relación con el alza del dólar respecto del bolívar, en una época en la siempre ha bajado, por la masiva venta de dólares por parte del sector empresarial, que necesita bolívares para pagar prestaciones.

Dos. No me gusta para nada, pero veo la posibilidad de que, con la nueva Asamblea Nacional, tengamos un gobierno en el exilio, con aportes de los países que siguen reconociendo a Guaidó y los bienes nacionales que han sido incautados en el exterior. Sería una especie de Venezuela afuera, con abundantes recursos, y otra Venezuela arruinada aquí adentro. ¿De qué manera nos beneficia eso? Porque ese gobierno en el exilio no impedirá que Maduro siga en el poder y que los venezolanos sigamos padeciendo las carencias derivadas de alguna manera de las sanciones. ¿Eso es un avance hacia la salida de esta crisis? ¡De qué serviría tener una Asamblea aquí y otra Asamblea en el exilio?

Tres. No queda otra que formular un llamado a la conciencia de cada uno, para mantener las medidas de protección personal frente a la posibilidad de contagio con el coronavirus. Hay flexibilización de la cuarentena durante este mes de diciembre, pero ello implica un grave peligro, si la gente abandona las medidas de protección, como uso de mascarillas y alejamiento social. Disfrutar de la Navidad y Año Nuevo, pero de manera responsable, sin abusar del número de personas en las fiestas, sobre todo en ambientes cerrados. Que el disfrute navideño no se convierta en un problema en enero. Un llamado especial a los jóvenes, inclinados a no pararle al Covid 19 y rumbear la vida loca. Venezuela es, lamentablemente, uno de los países con mayor porcentaje de gente joven infectada con el coronavirus. Y lo peor es que muchos jóvenes que actúan de manera irresponsable con sus vidas, luego van a sus hogares e infectan a sus mayores, que resisten menos la enfermedad.

Cuatro. Políticos españoles están seriamente preocupados por la influencia que ha adquirido Podemos en el gobierno de Pedro Sánchez, obligado a adoptar medidas de extrema izquierda para contentar a sus aliados, que lo mantienen en el poder. Esta situación derivó hasta el extremo que varios generales retirados, hicieran un llamado a “exterminar a los rojos”, reviviendo sentimientos de la época del franquismo. Algunos analistas dicen que en realidad el poder lo tiene Pablo Casado, porque si Pedro Sánchez le dice que no a sus caprichos, el gobierno cae.

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