Opinión

Semana en domingo

Vamos a empujar a este 2020 para que se vaya lo más rápido posible, y que con él se lleve todo lo malo.
domingo, 22 noviembre 2020

¡Qué año tan malo!
Estamos, afortunadamente, en los últimos días de uno de los peores años de los últimos tiempos. Digo, en el siglo pasado y lo que va de este.

No sé si porque es bisiesto, o por cualquier otra razón, pero lo cierto es que se trata de un año para el olvido. Si se pudiera, habría que borrarlo de nuestra historia, con todo lo que nos ha caído encima.

Hay gente que dice que todo lo que pasa es consecuencia de lo que hemos hecho. Si haces algo malo, eso se te devuelve algún día. Pero si es fuese cierto, yo me pregunto ¿Qué fue lo tan malo que hicimos para merecer este castigo?

Echo la vista hacia atrás, por lo menos en lo que llevo de vivido desde un poco más adelante de la mitad del siglo pasado, y no encuentro que hayamos hecho algo como para que nos hayan caído encima las siete plagas de Egipto.

Porque otros pueblos están sufriendo de la pandemia, pero a nosotros nos cayó todo de manera simultánea este año, porque mire que ya era bastante batallar con todo lo que ha provocado este desastre del chavismo.

Si tuviera que hacer una caricatura de nuestra situación actual, sería una familia famélica, vestida de harapos, cocinando con leña, alumbrándose con lámparas de carburo y, eso sí, con unos jirones de tela deshilachada a manera de mascarilla.

Pero como dicen, la noche es más oscura cuando viene el amanecer, y el sol, pase lo que pase, siempre vencerá a las sombras, por espesas y eternas que puedan parecer.

De manera que vamos a empujar a este 2020 para que se vaya lo más rápido posible, y que con él se lleve todo lo malo, y deje el espacio abierto para que amanezca un 2021, presagioso de buenas noticias.

El 31 de diciembre, más que celebrar la llegada de un nuevo año, vamos a hacerlo porque se va este 2020, que no sé por qué, pero lo presiento como el último de los años malos que nos ha tocado vivir.

Y no es el estilo de esta columna, pero como he estado insistiendo en que tenemos que celebrar la navidad, a pesar de todo, hoy incluyo la foto del arbolito navideño que pusimos en nuestro hogar.

¡No pierdan la esperanza!

Tenemos mala fama
Cuando un proceso electoral es transparente en cualquier parte del mundo, a nadie se le ocurre decir que fue gracias a nuestro país.

Pero con el atajaperros electoral en Estados Unidos, con Trump empeñado en quedarse viviendo en la Casa Blanca, aunque Melanie lo deje, ahora resulta que varios dirigentes republicanos, y abogados, están diciendo que en el enredo tuvo que ver el gobierno venezolano, aunque hasta el momento no han presentado prueba alguna ante los tribunales.

De esta manera, Venezuela se suma a la lista de países acusados de intervenir en las elecciones norteamericanas, porque antes habían citado a Irán, Rusia y hasta hackers chinos.

Trump no encuentra a quien echarle la culpa de los resultados electorales adversos, en los que Biden le sacó una ventaja de más de 4 millones de votos de votos populares, que en cualquier otro país bastarían para decidir quién es el nuevo presidente.

Con tantas agencias de inteligencia, Estados Unidos debería ser capaz de determinar con absoluta certeza si hay algún culpable de las trampas que Trump dice que le hicieron, seguramente inspirado en las denuncias que la oposición venezolana ha hecho en casi todos los procesos electorales de la era chavista.

Pero si fue posible penetrarlo, para alterar los resultados a favor de Biden, queda claro entonces que el sistema electoral norteamericano es vulnerable.

Y para remate, allá está metida la misma empresa de computación que manejó muchas elecciones en nuestro país, que ahora dice que el gobierno vulneró sus sistemas de seguridad para alterar los resultados a su favor, cosa que, si pasó aquí, perfectamente puede haber sucedido allá.

Porque como lo dije en su oportunidad, cuando surgieron dudas acerca de la invulnerabilidad de su sistema, esa empresa debería tener como slogan: “es la única que garantiza un resultado pre determinado en una elección”.

Si a ese guiso electoral en Estados Unidos, le faltaba algún ingrediente, pues lo es la denuncia de que el chavismo movió sus recursos para poner a ganar a Biden.

Dolarización de la economía
Otra vez se habla de la inminente dolarización de la economía, tal como ha ocurrido en varias oportunidades de la era chavista, como también se analizó en algunas oportunidades durante la IV República.

El problema es que una dolarización solo la puede hacer un gobierno que disponga de los dólares que cuesta eso, y en este momento el gobierno no los tiene.

Salvo que ocurra un milagro y alguno de los gobiernos pana de Maduro decida aportar esos dólares, aquí no hay posibilidad alguna de dolarizar nada en la economía.

Lo que sí avanza es la división monetaria del país: una parte de la población que de alguna manera se maneja con dólares y está a salvo de la inflación, y la otra, que no tiene dólares, y no sé cómo hace para comer, más allá de lo que pueda aliviar la bolsita Clap.

El dólar cogió la calle, es verdad, pero eso no ha sido porque el gobierno lo decidió. Hay economistas que piensan que el gobierno podría intentar iniciar la dolarización general de la economía, poniendo el salario mínimo por ejemplo en 50 dólares mensuales, haciendo que la banca emita tarjetas de débito en dólares, solo para consumo en el país, lo que le permitiría poner a circular dólares virtuales, porque no los tiene en físico.

Eso se puede hacer con los salarios, pero no así con los pagos a los contratistas del Estado, o para el traspaso de recursos a las gobernaciones, alcaldías, y a muchas empresas que necesitan dólares para sus negocios en el exterior.

Hasta ahora ningún país ha podido dolarizar sin tener dólares, a menos que exista una fórmula mágica que nadie conoce.

CUATRO.
Uno. Hay una guerra comercial entre muchos países, para comprar primero que los otros las vacunas contra el coronavirus. Se trata de miles de millones de dólares, que muchos gobiernos no van a poder recuperar, debido a que la mayoría de su población no la va a poder pagar. En otras palabras, los gobiernos van a tener que ponerla gratis. Hay que pensar que a precios entre 50 y 70 dólares en numerosos países, cualquier familia tendrá que disponer de varios cientos de dólares para vacunarse, y en la mayoría de los casos son necesarias dos dosis para crear suficientes anticuerpos para el Covid 19.

Dos. Los mercados petroleros cerraron la semana al alza, impulsados por la esperanza de que las vacunas contra el Covid hagan reflotar la economía mundial en unos meses. Este viernes, el marcador Brent sumó 76 centavos para cerrar en 44,96 dólares mientras que el West Texas agregó 41 centavos, hasta 42,15. También influye la confianza en que en su reunión del 30 de este mes, la Opep Plus va a prolongar la vigencia de su acuerdo de recorte de la producción mundial, que debería vencer el 31 de diciembre. Los expertos confían en que ese acuerdo va a ser prolongado por lo menos por el primer trimestre de 2021, y que casi seguramente mantengan el recorte de producción en su nivel actual de 7,7 millones de barriles diarios.

Tres. Un amigo lector, que ahora vive en Margarita, me cuenta que tenía varios meses sin salir a comer fuera de su casa. En estos días llevó a su familia a comerse unas empanadas. Tiene dos hijos ya grandecitos, más su esposa y su suegra. Confiando en los precios que estaba acostumbrado a pagar, llegaron a un tarantín en una calle de Pampatar y arrasaron con las empanadas, con refrescos, maltas y cafecito para rematar. Toda una felicidad plena, hasta que pidió la cuenta. Le cobraron 45 dólares, a razón de 2 dólares por cada empanadita, más lo que se tomaron, y todo ello en dólares en efectivo. Y me dice que el relleno de cazón se lo deben haber echado con spray y que, si antes se comía una, ahora tiene que pedir dos porque son muy chiquitas.

Cuatro. Hay gente desatada en las redes sociales, señalando desde aquí, paso a paso, lo que va a pasar con las elecciones en Estados Unidos. Hay quienes aseguran de manera precisa por quién votará cada miembro de la corte suprema norteamericana, que al final, según afirman, será el organismo que decidirá quién es el ganador de las elecciones. A las redes tiene acceso cualquier locura, pero lo peor es que mucha gente le da crédito a lo que lee. Es frecuente que la gente haga alguna afirmación y cuando alguien lo pone en duda, el principal argumento para afirmar su veracidad, es que eso está en las redes, como si eso bastara para que sea cierto.

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