Semana en domingo
Lo actual
Por estos días la gente anda más atenta a lo del Covid 19 y la escasez de gasolina, que a lo relacionado con la crisis política o las elecciones legislativas de diciembre. Hay un profundo divorcio entre los problemas que sufre la población y la agenda de los dirigentes políticos. Lo cotidiano es buscar la manera de sobrevivir en medio de tantos problemas y todo lo demás es secundario. La dirigencia política, tanto del gobierno como de la oposición, opera en una frecuencia distinta de la del pueblo, aunque el oficialismo hace esfuerzos por mantener la sintonía, cada vez más escasa. Desde el lado del régimen, se apela solo a la lealtad al “proceso”, más que a mostrar una gestión exitosa, y se machaca que todos los problemas son a causa de las sanciones de Estados Unidos. Pero la oposición no muestra una gestión exitosa, como tampoco ha elaborado una hoja de ruta única, que le pueda dar una nueva esperanza a los venezolanos. Con una dirigencia opositora cada uno por su lado, y un gobierno que no resuelve, lo que aumenta en la población es el porcentaje de quienes no creen en ninguno de los dos bandos. Salvo lo que puede mantener encorralado el gobierno en el Psuv, todos los partidos políticos están en bancarrota. Y habría que ver las cifras del Psuv fuera del gobierno. Un nuevo desengaño para el pueblo, que tiene más de 70 años tratando de elegir a un presidente que realmente le eleve su calidad de vida, a través de la preparación y el esfuerzo de cada uno.
El pueblo y la mayoría
Muchas veces la opinión de la mayoría es equivocada y las decisiones que se derivan de ello son errores garrafales. Por eso, en muchos países políticamente avanzados, el presidente se escoge en una elección de segundo grado. Esto es que el pueblo elije en una primera votación a los parlamentarios, y estos, en una segunda votación, elijen al presidente, primer ministro o Jefe de gobierno, según sea el caso. Porque en no pocas ocasiones, el voto del pueblo es emocional, sin nada que ver con las condiciones de esa persona para dirigir el país. Y pasa también muchas veces, que el pueblo que lo eligió es la primera víctima de los errores del gobernante, porque la clase pudiente, precisamente por esa condición, queda a salvo en medio de las crisis. Uno de los elementos más importantes para cautivar al pueblo y atraer su voto, es el populismo, que generalmente se concreta en ofrecerle lo que presidentes anteriores no le han dado. No importa que la oferta sea irrealizable, porque una vez en el poder, que lo cumpla o no es algo irrelevante. Lo importante es un discurso que despierte en el pueblo ese anhelo mesiánico, que lo impulsa a creer ciegamente en el que le promete sacarlo de la pobreza. En las bases populares ese mensaje cala, porque es allí en donde la esperanza por una vida mejor hace que el voto sea emocional. Por eso en las campañas electorales, más que un discurso sobre economía, o la reforma legal de las instituciones del Estado, o la descentralización de la administración pública, lo importante es una foto del candidato cargando un niño, o abrazando una viejita. Es de suponer que en una asamblea, la escogencia de un presidente se hará con un criterio más racional y menos emocional que si lo escoge directamente el pueblo. Porque un presidente no se puede escoger porque es simpático, físicamente atractivo, proviene de la clase pobre, o simplemente porque promete lo que el pueblo quiere escuchar, aunque sepa que no lo va a poder cumplir. Un verdadero líder tiene que ser capaz de expresar sus proyectos en beneficio del pueblo, aunque a la gente no les agraden. Los pueblos sí se equivocan ¡Y de qué manera, y con qué consecuencias!
Pandemia y elecciones
No lo han dicho de manera directa, pero por algunas expresiones uno tiene que concluir que para algunos políticos, lo mejor sería que los contagios con el virus aumentaran de manera exponencial, para lograr dos objetivos: que haya que suspender las elecciones y que el gobierno fracase en sus esfuerzos por contener expansión de la pandemia. Algunos ya comienzan a plantear que las elecciones deben ser aplazadas, más sobre la base de lo que suponen sería la cifra de contagios en diciembre, que sobre la base de los contagios actuales. Porque en otros países, como por ejemplo en República Dominicana, hubo elecciones nacionales en plena cuarentena. Obviamente, si los contagios se disparan, habría que considerar la posibilidad de aplazarlas, pero lo que es absolutamente inaceptable es que haya alguien apostando a que los contagios aumenten, para ganar terreno político. Esta enfermedad del virus chino deja de lado todo lo demás, porque es una amenaza real que no distingue razas, ideologías o clases sociales. Si el gobierno no logra éxito en contener la expansión del virus en nuestro país, las consecuencias serían fatales para todos, incluyendo a quienes pudieran estar apostando a que aumenten los contagios para sacarle provecho político. No soy chavista, pero en este momento tengo que apostar a que las medidas que se están adoptando logren mantener aplanada la curva de crecimiento de los contagios. Después hablamos de lo demás.
CUATRO
Uno. Un experto petrolero critica a través de las redes que no hay gasolina porque las refinerías están casi paralizadas y que en Cardón se producen solo 30.000 barriles diarios y 17.000 en El Palito, para un total de 47.000. Con esa producción y en plena cuarentena nacional por la pandemia, no debería haber tanto problema con el suministro. En toda Caracas y en el estado Zulia, así como en otras zonas fronterizas, la cuarentena es radical, lo que significa que el tránsito automotor está reducido por lo menos en el 80 por ciento. Y 47.000 barriles son más de 7,5 millones de litros todos los días, aparte de que esa cifra es de un experto de la oposición y el gobierno dice que se está produciendo mucho más.
Dos. Si ya es suficiente con el estrés que provoca el virus chino, a ello se suma la angustia por los mensajes irresponsables que ponen a circular por las redes, algunos de los cuales plantean que la humanidad no va a sobrevivir a esta pandemia. Ello incluye a líderes religiosos que hablan de la ira y castigo de los dioses, por los desmanes de los seres humanos. Eso mismo dijeron algunos clérigos en el terremoto de Caracas en 1812, cuando lo calificaron como un castigo de Dios porque los patriotas estaban alzados contra el Rey de España y contra la iglesia, que era su principal aliado.
Tres. Esta semana Primicia va a colgar en su sitio Web mi reportaje completo El Esequibo, que en cinco fragmentos se publicó hasta el miércoles pasado. Es un trabajo que abarca todos los aspectos de lo que hay y lo que Guyana está explotando en nuestro territorio. Sugiero que lo bajen y lo impriman, para que tengan una idea precisa de la importancia de El Esequibo para nuestro país y sobre todo para las generaciones futuras.
Cuatro. Este año lectivo debería ser recordado como la promoción “golilla”, debido a que la pandemia obligó a que las clases sean vía Internet. Los buenos alumnos habrían aprobado de todas maneras, aún asistiendo a las aulas, pero los menos aplicados salieron ganando con exámenes “pancita”, porque si es vía Internet hay varias maneras de trucarlo. En algunas universidades extranjeras que imparten clases a distancia, vía Internet, es obligatorio que durante el examen final, en vivo, el alumno tenga al lado un testigo designado por la universidad para garantizar que las respuestas provienen de lo que realmente aprendió y no de una fuente de consulta. Pero casi todas exigen que los exámenes finales de la carrera, como la defensa de la tesis de grado, sean presenciales.
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