Semana en domingo

De pandemia a endemia
Destacados científicos de la salud están planteando que el coronavirus, una vez superada la actual pandemia, quedará como una endemia, lo que significaría que persistirá por años y que los seres humanos tendrán que desarrollar inmunidad contra él, espontáneamente o por una vacuna, como pasa con la gripe, hepatitis o tuberculosis. En otras palabras, el coronavirus no va a desaparecer con la cuarentena y, como dicen muchos expertos, tenemos que prepararnos para convivir con él por mucho tiempo. Esta conclusión a la que llegan los científicos es quizás la que está llevando a muchos gobiernos a un proceso gradual de levantamiento de la cuarentena, para que los ciudadanos vayan retornando a una vida normal, reduciendo al mínimo posible el número de nuevos contagios, que no va a ser posible eliminar del todo durante mucho tiempo. Como las estadísticas han demostrado que la mayoría de los contagiados supera la enfermedad de manera asintomática, o sin muchas complicaciones, los sistemas de salud, es decir hospitales y clínicas privadas, tendrían capacidad para atender los pacientes que requieran asistencia médica avanzada. Por eso un destacado médico mexicano dijo, a comienzos de la pandemia, que a la larga todos vamos a enfrentar de alguna manera el contagio del covid 19 y que lo que hay que lograr es espaciar los contagios para que los sistemas hospitalarios puedan absorber a los enfermos que requieran esa atención. El problema es que mientras no haya vacuna, la única manera de desarrollar anticuerpos contra este virus es tener el contagio, por lo que muchos seres humanos van a morir debido a que sus sistemas inmunes no lo van a lograr, sobre todo quienes padezcan otras enfermedades crónicas previas. Definitivamente, la vida no será nunca la misma después de la aparición de este virus chino. Y uno no sabe si peor que la pandemia será el coronavirus como endemia, por años y años. Pero hemos logrado convivir con endemias como la tuberculosis y estoy seguro que, en el futuro cercano, la ciencia médica logrará que la humanidad pueda convivir con este virus chino. Habrá que agregar esa vacuna a la “triple” que les ponen a los carajitos al nacer.

La oposición
Probablemente me quieran quemar en una hoguera, a lo bonzo, por expresarlo, pero tengo que decir que en este momento la oposición es más un sentimiento que se alberga en el alma de una gran mayoría de compatriotas, que un movimiento político. Y como sentimiento, se limita a la expresión, a viva voz, por las redes, o en la conducta cotidiana, pero sin que ello implique avance alguno hacia un gobierno de transición. En un país verdaderamente democrático, una mayoría opositora como la que hay en Venezuela, bastaría para forzar a que el gobierno consulte la voluntad popular acerca de si desea que siga en el poder, o se convoquen elecciones. En casos como este, con evidente opinión pública en contra, muchos gobiernos han renunciado para que el pueblo elija nuevos gobernantes. En nuestra historia está el precedente de la consulta hecha por el gobernador Amparan, desde el balcón frente a la Plaza Mayor de Caracas, y su expresión: “Si no quieren que yo mande, yo tampoco quiero mando”. Hay que lograr que ese sentimiento mayoritario que quiere un gobierno de transición, se transforme en hechos concretos para lograrlo, aunque ello implique algún tipo de acuerdo con el chavismo y con el madurismo, que ya evidentemente no son lo mismo. El estamento político opositor tiene que recomponerse, para encausar ese descontento nacional y convertirlo en un movimiento capaz de lograr esa transición. Si Guaidó no lo logra, tendrá que ser otro, pero esto tiene que avanzar. Y si Maduro se niega a aceptar un acuerdo, pues habrá que negociar con otros dirigentes chavistas. Pero esto hay que destrabarlo de alguna manera, para lograr un gran acuerdo nacional que permita comenzar a reconstruir nuestra patria. El retorno multitudinario de los compatriotas que se habían ido, nos dice a las claras que no hay otro camino que arreglar las cosas aquí, porque fuera del país el camino es mucho más difícil. Duele decirlo, pero sentimientos no cambian gobierno, y menos uno como el que tenemos. Se habla mucho de la fuerza de lo espiritual, pero si fuera por eso aquí ya deberíamos haber logrado acuerdo para un gobierno de transición, porque hay que ver la cantidad de gente que clama y reza para que eso ocurra.

Los envíos desde Irán
No es cierto que Estados Unidos bloqueó en alta mar otros dos buques que traían gasolina de Irán, como han estado asegurando en las redes esta semana. Lo que pasó es que, presionada por las sanciones, una naviera griega, que tiene dos buques cisterna con bandera liberiana, cambió la ruta en el trayecto hacia nuestro país. Las sanciones de Estados Unidos no son un bloqueo físico sino la advertencia de que el que negocie con el gobierno de Maduro, no podrá hacer ningún tipo de negocios con el gobierno o con las empresas norteamericanas. Son medidas de tipo comercial y financiero, no militar. En este caso la amenaza fue que, si los buques seguían hacia Venezuela, corrían el riesgo de que les suspendieran el seguro y los bancos norteamericanos e internacionales le cerrarían las cuentas a la naviera y a las empresas que tuvieran relación con ella. Pero esa gasolina iraní finalmente llegará porque en el mundo hay navieras dispuestas a ganarse esos reales. Ese riesgo tiene su precio, que por supuesto no es barato.

Cuatro
Uno. Por las redes rueda el rumor de que le van a quitar tres ceros a la moneda, pero eso ya no es tan importante como antes, porque gradualmente la población ha ido asumiendo el dólar como referencia de los precios. Como esa referencia es estable, que le quiten tres ceros a las cantidades de bolívares no va a cambiar nada en la idea que los venezolanos tienen del precio de algún producto. Si algo por ejemplo valía cinco dólares, ese seguirá siendo el precio en dólares, aunque en bolívares pase de un millón, a mil. El dólar cogió calle en nuestro país y ahora hasta la gasolina se tasa en dólares.

Dos. El colapso de las refinerías y la obligada importación de gasolina es lo que permite un aumento tan grande en el precio de la gasolina, que de otra manera no habría sido posible. Pero si fuera de 20 centavos de dólar el litro, sería un salto de céntimos de bolívar a 40 mil bolívares, y de menor octanaje. Después de estar pagando el litro a 2 dólares en el mercado negro, la gente considerará un regalo si la ponen a 20 centavos.

Tres. Cuando sea que vuelva la normalidad tras la cuarentena, una manera de evitar la aglomeración dentro de las unidades de transporte sería escalonar los horarios de trabajo. Hay quienes pueden trabajar desde las 6 ó 7 de la mañana y otras actividades pueden arrancar a las 10, como los centros comerciales. Eso evitaría que la gente se apretuje en las unidades, con el mayor riesgo de contagio con el Covid 19. Igual se podría escalonar el horario de clases, en todos los niveles educativos. Sobre todo en primaria, se podría espaciar el ingreso a clases a lo largo del día, incluyendo las tardes.

Cuatro. A pesar de la insistente campaña por todos los medios para que se entienda la gravedad de contagiarse con el Covid 19, mucha gente anda por la calle sin pararle para nada a las medidas de protección. Incluso se hacen fiestas, aquí como en otros países, en donde la gente actúa como si nada estuviera amenazando su salud y su vida. Pareciera, como dijo un médico colombiano, que es como una especie de última fiesta de despedida. Como que “Si me tengo que morir, que sea bailando y bebiendo”. Un ejemplo fue lo del Mercado de las Pulgas de Maracaibo, un lamentable foco de contagio porque la gente caminaba apretujada, sin protección alguna. Y lo peor es que hubo fuertes protestas cuando lo cerraron temporalmente. Se entiende que haya mucha gente que vive de las ventas diarias, pero lo más importante es la salud y la vida. Muerto no bachaquea.

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