Opinión

Semana en domingo

Lo más grave es que prácticamente ya no hay en dónde guardar más petróleo.
domingo, 05 abril 2020

El precio de la cuarentena
La evolución del ser humano a lo largo de los siglos ha llegado a un punto en el que la vida se le hace imposible sin una serie de elementos que fabrica o genera el aparato productivo de todos los países, por lo que es complicado que una cuarentena como la actual se pueda prolongar más allá de un mes, mes y medio, o dos meses como máximo.

La economía de un país no es solo lo que los izquierdosos llaman Capital, es decir las inversiones, las acciones y las Bolsas, la banca de inversión Etc., sino todo el sistema de producción, las industrias, las cadenas de suministro de alimentos y otros elementos esenciales para la vida, el trabajo, el consumo, el sistema bancario comercial, Etc.

Por eso muchos científicos sociales están planteando que es necesario evaluar qué es preferible, entre destruir la economía de un país por una cuarentena prolongada, o enfrentar la pandemia con todo el mundo trabajando.

Además, la cuarentena no acaba con el virus, y la población tarde o temprano tendrá que regresar a sus labores habituales, enfrentando la posibilidad de contagio con la aplicación de las medidas adecuadas.

El otro problema es que no hay gobierno en el mundo que pueda pagar muchos meses todos los salarios del país, a los trabajadores públicos y privados, que hayan sido obligados a permanecer en sus casas. Y aún en el caso de que eso se pueda hacer, alguien tendría que producir lo que la población necesita. De manera que una cuarentena prolongada puede tener consecuencias para la población mucho peores que contraer el virus.

Pero las cuarentenas son necesarias e inevitables para aplanar la curva de crecimiento de los contagiados con este virus chino, de manera que la capacidad de los sistemas hospitalarios pueda absorber una cantidad determinada de nuevos enfermos. Si la curva de crecimiento del contagio es muy vertical, los hospitales y clínicas se verían desbordados por el aluvión de nuevos enfermos y en esas condiciones el número de muertos sería mayor, por la imposibilidad material de atenderlos a todos al mismo tiempo. En estas circunstancias, hay que insistir en la necesidad de adoptar las medidas que se recomiendan para reducir el peligro de contagio, cuando sea inevitable levantar gradualmente la cuarentena.

Un respiro petrolero
Uno de los sectores más afectados por la pandemia es el mercado internacional de petróleo, por la caída en más del 30 por ciento del consumo mundial, que agravó al máximo la sobreoferta que ya existía antes del brote del coronavirus. Tan pronto como comenzó a descender el consumo y bajaron los precios, Rusia rompió el acuerdo que existía con la Opep para reducir la producción y apuntalar los precios, a lo que Arabia Saudita respondió con una guerra de precios más bajos. Con 30 millones de barriles diarios menos en el consumo, los precios se desplomaron en dos semanas, hasta por debajo de 20 dólares el barril.

Pero lo más grave es que prácticamente ya no hay en dónde guardar más petróleo, lo que plantea el inicio de cierre de pozos, que sería muy costoso volver a activar. Sin embargo, este viernes Trump anunció que el rey saudita le informó que había logrado un principio de acuerdo con Putin, para un recorte de producción importante, lo que de inmediato provocó un ascenso de los precios, que tenían tres semanas descendiendo.

En pocas horas tras ese anuncio de Trump, el West Texas subió 5 dólares hasta 25,32 dólares, y el Brent, que había tocado mínimos en más de 20 años, recuperó 5,20 para quedar este viernes en 29,94. El mandatario norteamericano no dijo de cuánto sería el recorte de producción, pero algunos expertos señalan que tendría que ser de por lo menos 10 millones de barriles diarios, de los que Rusia y Arabia Saudita tendrían la mayor parte, repartiendo el resto entre los demás socios de la Opep y los países que se quieran adherir a este nuevo pacto petrolero. Otros expertos vaticinan que el retroceso en el consumo se va a mantener hasta que la pandemia retroceda en unos meses más, lo que obligaría a Rusia y la Opep a aumentar este recorte.

Algunos estiman que el consumo pudiera llegar hasta un 60 por ciento del que había a comienzos de año, es decir 40 millones de barriles menos cada día, lo que obligaría a cerrar pozos y a reformular totalmente el negocio petrolero. Para Venezuela el problema se resume en que el barril está muy por debajo del costo de producción y en esas condiciones las contratistas tendrían que evaluar la continuidad en el negocio con Pdvsa, sin rentabilidad alguna. El mayor porcentaje de la producción del país recae en la española Repsol, la rusa Rosneft que está yendo, y la norteamericana Chevron, que está a la espera de que Trump decida si le prolonga el permiso para que siga operando aquí a pesar de las sanciones. Según las agencias internacionales de información económica, el viernes el crudo venezolano cerró en 19 dólares el barril.

El dólar
Mucha gente está vendiendo y gastando dólares para comprar comida y tener una reserva con qué enfrentar la cuarentena, que no sabemos cuánto va a durar, pero sin embargo el aumento de la oferta no ha impedido que suba hasta 90.000 bolívares, cuando al principio del encierro estaba en 78.

Los economistas dicen que lo más temeroso ante cualquier rumor, es el dinero y las inversiones. Aquí hay incertidumbre en torno a de qué manera esta pandemia, y la cuarentena, van a afectar la economía, y eso se refleja en la paridad cambiaria. También hay economistas que dicen que allí también ha influido la masa monetaria que el gobierno ha inyectado al circulante, en los bonos que ha estado transfiriendo a parte de la población, para paliar los efectos de la paralización por la cuarentena.

Mientras más dinero haya para comprar dólares, así sea en pequeñas cantidades, más subirá la paridad cambiaria. Y como los precios están indexados al dólar, pues todo sigue subiendo. Esta semana el kilo de carne de primera estaba sobre 350.000 bolívares y camino de igualar el salario mínimo integral.

Cuatro
Uno. El largo encierro por la cuarentena puso a la gente a inventar actividades para entretenerse dentro de la casa. Las redes están llenas de juegos, muchos de ellos diseñados para medir la velocidad de razonamiento y la inteligencia. Un pana, de esos que hacen chiste de todo, me dice “Yo no sabía que era tan bruto, hasta que la cuarentena me hizo meterme en uno de esos juegos. Mis respuestas al cuestionario calificaron como un muchacho de diez años”.

Dos. Pero muchos amigos me dicen que están subiendo de peso, porque la cuarentena los ha hecho comer más que antes, con menos actividad física. Otros, que tienen buen nivel económico, han convertido la cuarentena en una especie de festival gastronómico y llenan las redes con fotos de los platos que preparan. Yo les digo que hay que tomarse esto con inteligencia, porque no sabemos si lo que hoy sobra, mañana nos podría faltar.

Tres. Uno de los servicios que se ha puesto de moda es el delivery, que ahora permite comprar prácticamente de todo y que te lo lleven a tu casa. Me dicen que están cobrando entre 10 y 20 dólares por entrega, entre moto y carro, y mucha gente lo considera caro. Pero parece incluso barato si se toma en cuenta que el repartidor corre mayor riesgo de contagio en la calle, y además que tiene que buscar la manera de tener gasolina.

Cuatro. Es increíble la cantidad de gente conocida que ha reaparecido en esta cuarentena luego de años sin saber de ellos. La pandemia es terrible, pero nos está obligando a reconocer el valor de la amistad. El virus chino nos obliga a estar por lo menos a dos metros de los demás, pero nos ha acercado en lo espiritual. Creo que vamos a ser más humanos después que salgamos de esta pesadilla, con el favor de Dios.

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