Opinión

Salud: Recuerdos cercanos de primer tipo

En reciente tarde, con una temperatura agradabilísima, estaba caminando por uno de los sitios más visitados de Calgary, el puente “Peace Bridge”, sobre el río “Bow”.
miércoles, 29 septiembre 2021

Quisiera que estos contenidos más que el reflejo de una opinión en sí misma, sean una anécdota de algo que nos invita a la reflexión de nuestras propias vivencias, experiencias que retratan la real e inequívoca situación que el destino nos prodiga, aun para aquellos que no creen en la existencia del destino como factor decisor en el inicio, continuum o fin de los seres humanos sobre la nave Tierra.

Por cierto, que las anécdotas pueden tener varios orígenes, y ellas se corresponden con un tipo de relato en el que se refiere y describe un hecho, son como un cuento corto, pero con una cualidad: ellas son reales y quien cuenta imprime matices de admiración y recreo, este último en este caso con la intención honesta, diáfana de exaltar un acontecimiento en donde aparece lo positivo por encima de lo negativo. Lo irónico de lo que existe versus lo fallido, lo imperfecto.

Acá es preponderante lo primero sobre lo segundo, sin caer en situaciones hilarantes. Todo lo contrario, muy serias para la reflexión y el pensamiento crítico de los lectores.

Esta anécdota por supuesto no tiene nada que ver con teorías sobre la pseudociencia Ufología, verbigracia, el estudio de objetos voladores no identificados. Nada que ver, trata sobre recuerdos cercanos de primer tipo, por tres razones:

1) por referirse a un tema super importante: la Salud;

2) por ser una circunstancia recién acontecida y real de una problemática que puede afectarnos o protegernos y hasta salvarnos, y

3) por permitir alertas ante la situación hospitalaria tan cercana y primaria de crisis humanitaria de todos los venezolanos.

Vivo en Calgary, provincia de Alberta, Canadá, ciudad famosa entre otros motivos por tener uno de los climas más inestables del mundo (sino el más inestable).

Para tener una idea de lo que podemos esperar meteorológicamente en Calgary, tenemos que imaginar un día espléndidamente soleado, en donde de un momento a otro baja bruscamente la temperatura (hasta quince grados), para terminar, lloviendo y ya al atardecer soportar una tempestad de nieve o granizo.

Parece que, en ciertos días, en Calgary todo es posible. El responsable de semejante inestabilidad hay que buscarlo en la situación geográfica de esta ciudad y sus particulares condiciones atmosféricas. Posee un clima por lo general seco.

Las estaciones se pueden simplificar en inviernos largos y rigurosos (temperatura media en -9 grados C), y veranos cortos y templados (con una media de 16 grados). Hasta aquí todo medianamente normal. Pero a esto hay que sumarle que Calgary está situada en una región de colinas y planicies, a sólo 80 km de las Montañas Rocosas, y se encuentra a unos 1000 metros por sobre el nivel del mar, por lo que su clima está muy influido por la elevación de la ciudad y la proximidad al cordón montañoso, que muchas veces deja avanzar un extraño viento del Pacífico.

En reciente tarde, con una temperatura agradabilísima, estaba caminando por uno de los sitios más visitados de Calgary, el puente “Peace Bridge”, sobre el río “Bow”. Lugar para divertirse tanto en bicicleta como a pie. De pronto escuché un saludo, casi un grito afectuoso de un excompañero de la universidad en Venezuela: -epa tocayo, ¿cómo estás?.-

Era Oswaldo Huber, mi tocayo, contemporáneo conmigo, venezolano, hijo de alemanes, que llegaron a nuestro país y lo quisieron como su misma patria. Ahora, igual que yo desarraigados, inmigrantes obligados. Hacía como un mes de no habernos visto por acá, cuando en breves tertulias compartíamos nuestras experiencias, las buenas y las no tan deseadas, pero al fin aprendizajes en un país no nuestro.

-Hola “Os”. ¿Bien y tú hermano querido?- respondí efusivamente a mi tocayo, que era conocido también como el tal “Os”. Nos abrazamos.- Oye “Os”, te veo un poco más delgado, pero te ves bien- le increpé.

A lo cual mi tocayo, respondió- te cuento hermano. Sí ciertamente estoy más flaco, pero gracias a Dios, la Virgen, este hermoso país y a mis hijas, mi familia estoy sano y vivo que es muy importante

-Lo cierto es, que apenas me recupero de una caída dijo “Os”. Sí, de una caída de verdad, de un “choque fortuito, no generoso contra el piso”, que se lo endilgo al destino, que en cierta manera se convirtió en anécdota para mi vida, pero también como enseñanza para otros por sus derivados psicosociales, políticos, económicos y de otra índole, sobre todo en cuanto a la seguridad en salud y otras necesidades hospitalarias que los individuos deben gozar en su país.

Todo, por supuesto aceptando ese dicho muy venezolano de “nadie aprende en cabeza ajena”, pero bueno, así lo relato, para algo servirá. – Caminemos hacia esas rocas que bordean el río. Allí compartiremos con mayor amplitud y disfrute, tocayo.- Insistió “Os”, con una amplia y agradable sonrisa.

-Cuéntame “Os”, por favor – Le dije. -Bueno hermano, como te señalé sufrí una caída producto de un desmayo, desperté en la Emergencia del hospital Foothills Medical Center de Calgary – Respondió mi tocayo, reflejando en su cara gran tribulación.

-Un hospital parecido a la NASA Oswaldo. Gigantesco y con todas las características tecnológicas de avanzada en materia de salud y hospitalización.- afanosamente insistía “Os”.

-He leído sobre eso- contesté. – Claro, todavía no he tenido la “oportunidad” ni el “gusto” de utilizarlo. Bueno, Dios no lo quiera, pero… Tengo conocimiento que el sistema de salud canadiense se considera de los más eficientes, efectivos y equitativos del mundo. El gobierno federal y los gobiernos provinciales financian el sistema de salud canadiense.-

-Además Oswaldo- exclamó “Os” – El financiamiento es compartido por el gobierno federal y los gobiernos provinciales o territoriales. La legislación federal ha sido diseñada con el fin de garantizar que todos los residentes del país (residentes permanentes, ciudadanos, estudiantes internacionales, trabajadores temporales, padres y abuelos con “Super Visa” y refugiados) tengan acceso a la atención médica que necesiten mediante un sistema de seguro de salud financiado por impuestos.

– Y, precisamente Oswaldo, yo entré sin excepción como paciente, favorecido por ser “abuelo con Super Visa”. Esa situación de pertenecer coactivamente a la diáspora de inmigrantes en el mundo, y en Canadá en especial, pues tengo la dicha de un nietecito, Danielito, nacido en Calgary, gracias a Dios y la Virgen Santísima.

-Creo estoy dando muchas “vueltas” en mi relato Oswaldo- Refirió “Os”. – Okey, ya en Emergencia, con todos los cuidados y atenciones propios para un paciente recién ingresado, fui sometido a todos los exámenes, tomografías, electrocardiogramas, laboratorio en general, con atención especializada de médicos y personal de enfermería. Al final el diagnóstico: fractura de cadera. Había que operarme-

Con un gesto de susto y vulnerabilidad, acotó “Os” estas últimas palabras. – ¿Te imaginas tocayo, con 79 años de edad”? Y, ¿además con diabetes mellitus? Realmente, estaba muy atemorizado. No sólo por la cirugía, sino también pensaba en los costos. Yo no contaba con los recursos económicos que hipotéticamente se requerirían para solventar tan grave situación de salud. ¡Una cirugía de alto nivel! ¡Dios mío!

-Pero bueno “Os”, ¿tú no conocías, tu status quo?- Riposté. – En ese momento te soy honesto Oswaldo, como buen inmigrante, mi mente era un total y profundo vacío sólo que lleno de preguntas incontestables.

¿Ajá y entonces “Os”? A lo cual me contestó: – Me informaron que ya había sido internado en la sección de Traumatología del hospital. Me confirmaron que sería operado dentro de dos días según lista establecida para ello. Fui preparado con todas las consideraciones de orden psicológico, quirúrgicas y sobre todo humanitarias necesarias para ese tipo de intervención.

Refiere “Os” – En efecto, algo cronométrico, a los dos días, en horas de la tarde fui llevado a pabellón de cirugía. Allí fui recibido, por el Cirujano Paul Duffy, M.D., médico reconocido en materia de cirugía de rodilla y cadera.

Con un equipo humano altamente reconocido en Canadá- Equipo que quitó de mi mente algunos temores propios de esas situaciones. ¡No es fácil ! Sin embargo, su amabilidad, sus gestos y palabras estuvieron llenos de mucha resiliencia y sentido humano.- Y agrega “Os”: ¡Gracias Dr. Duffy ¡

-Por supuesto, “Os” te entiendo y es de aclarar que tus palabras y de cualquier venezolano honesto, ¡nunca, jamás!, permitirán hacer comparaciones y mucho menos desdeños de la calidad humana y profesional de nuestros médicos venezolanos y personal de enfermería. Verdaderos héroes, principales víctimas de la pandemia del Covid-19 en Venezuela. El problema está en el sistema de salud que durante más de veinte años está en el estercolero de la Historia de la República de Venezuela-

– Óyeme hermano- insistió “Os”. – No quiero dejar pasar por alto algo que verdaderamente me sorprendió y que en cierta manera corroboró acerca de la cultura reflejada por el personal médico en este hospital-

– Quizás, pudiera ser considerado como trivial lo que te expondré amigo Oswaldo- . Dijo “Os”. – El día antes de mi operación, a pocas horas de ella, fui visitado en mi cuarto nada más y nada menos que por el Dr. Kelly Zarnke, jefe del Departamento de Medicina Interna del Foothills Medical Center.

Con la única intención de brindar al paciente, en este caso yo, ánimo y solidaridad en lo que sería mi intervención quirúrgica. Fue una conversación humana, afable, grata y que me proporcionó muchísima seguridad.

Y continuó “Os” – Fue tan interesante que llegó un momento de mucha afinidad entre nosotros: lo académico. Me contó que en una oportunidad escribió un artículo acerca de la “Epistemología de la Ciencia”. Y hubo un personaje que le increpó que ¡eso no existía.! Eso me obligó a decirle, con mucho respeto al Dr. Kelly Zarnke que eso no era raro pues muchos profesionales en oportunidades la confunden con la “Epidemiología”.( Risas, y más risas). Gracias Dr. Kelly Zarnke.

.- Cónchale tocayo. ¿Y cómo te sientes? Después de todo, ha sido una maravillosa y al mismo tiempo no deseada experiencia hermano. Sobre todo, porque no estamos desguarnecidos, todo lo contrario de nuestros compatriotas, familiares y amigos por allá por la Patria hermosa y querida, nuestra inolvidable Venezuela.

– Manifesté quedamente a “Os”. Un lamentable acontecimiento que enluta a todos los venezolanos ha sido que el pasado jueves 23 de septiembre falleció el Cardenal venezolano Jorge Urosa Savino. Otro ejemplo de los fallecidos consecuencia del el Covid-19 en nuestro país. Paz a su Alma.

-Para sacar propias conclusiones, estimado Oswaldo, solamente puedo contestarte con una preocupante interrogante.- Culminó así “Os” nuestra conversación sobre recuerdos cercanos sobre la salud. La nuestra, la de muchos venezolanos actualmente:

¿Qué será de la salud futura del venezolano de a pie, del ciudadano común ante la inexistencia de un verdadero Sistema de Salud que atienda con sus aportes médico quirúrgicos, servicios hospitalarios, medicinas y tecnologías necesarias para dar seguridad y vida como lo exigen la Constitución y las Leyes de la República?

“Ciudadanos sanos son el mayor regalo que cualquier país puede tener”.
Winston Churchill.

25 de septiembre, Calgary, Canadá

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