Opinión

Reconstrucción, con María Corina

En un país agotado y destruido, tal y como lo está Venezuela, se hace imperativo hablar de una  reconstrucción. Por otro lado, si se da la victoria electoral opositora, la de María Corina, requerirá construir un sólido gobierno de transición unido y con gran respaldo nacional y diplomático internacional, para la necesaria reconversión, primordialmente, de orden ético-
jueves, 23 febrero 2023

Venezuela día a día se acerca más al abismo. El socialismo del Siglo XXI, la grotesca carencia de gasolina, entre muchos otros factores, estrangulan su economía.

La decadente y calamitosa salud pública, diezma nuestra población. La miseria y el hambre, azota más severamente, a nuestros ancianos y niños.

Cada día son más las familias desmembradas, por esa falta de empleo y sueldos miserables que coloca en el camino de la diáspora, a miles de hombres y mujeres, en busca de mejores horizontes.

Esta es una ola migratoria que gravemente atenta contra nuestras mas preciadas reservas de talento humano, y que  avergüenza y veja a nuestro país.

Hablar de justicia en nuestra Venezuela, es como referirnos a un “agujero negro”, semiparalizada y mucho más mercantilizada de lo que jamás fue. En cuanto a la impunidad, ella  está asociada a una sofisticada  estructura organizada de corrupción, que suma a sus filas, un poderoso y temido pranato y sus “trenes”.

Las mafias de Nueva York y Chicago, las de las películas, se quedaron pálidas ante el dominio e influencia de estos grupos; y es que los antivalores, asfixian nuestra sociedad.

Se ha reducido notablemente el calor humano, la solidaridad y empatía que tanto caracterizaba al venezolano.

Nunca, el país, había sido tan desigual; jamás vivimos tanta anarquía; nunca desvirtuamos tanto la misión que teníamos como nación: entregamos la Venezuela continental a los cubanos; hemos permitido que nuestras fronteras fueran violadas por el ELN y las FARC.

Dejamos que los garimpeiros y enchufados, saquearan nuestro oro, diamantes, coltán y tantas otras riquezas; hasta se nos olvidó, que nuestra industria madre, la del petróleo, fue asaltada, destrozada y arruinada;  y lo mismo ocurrió con la petroquímica y las empresas básicas, hoy forcejeando entre el lodo y la chatarra.

Son muchas las áreas vilmente atropelladas y abandonadas. Es difícil recordar cuando fue la última vez que en el país se inició una obra y se terminó.

La destrucción ha sido apocalíptica, casi mortal. Si hubiese sido planificada, no habría podido ejecutarse con mayor precisión.

Quiénes tuvimos el privilegio de vivir la “Venezuela del desarrollo, del trabajo edificante y del progreso”, soñamos alguna vez  con pertenecer al grupo de países del primer mundo, que de no haber sido por el deplorable advenimiento del socialismo del Siglo XXI, lo habríamos logrado.

Sin embargo, a pesar de esta pesadilla, debemos seguir construyendo sueños, solo que ahora, requeriremos una transformación que pasa por un accidentado, difícil y quizás, prolongado período de transición; período este, en el que se impone un pacto político unitario, sólido, serio y duradero; una amalgama de fuerzas que permitan iniciar la reconstrucción de la nación: primero, de valores, de ética, y de instituciones como la de la familia, la educación, salud, servicios y seguridad.

La reconstrucción debe comenzar por fortalecer los fundamentos de la sociedad, es decir, la familia, con educación y trabajo, También debemos recomponer el verbo, arquitecto de nuestras vidas.

Recuerden lo dicho por Mahatma Gandhi: “lo que crees, es lo que piensas; lo que piensas es lo que dices; lo que dices es lo que haces y lo que haces, es tu obra y tus valores, es tu vida”.

Por tanto, debe excecrarse ese lenguaje triste y  pesimista; igualmente, las expresiones vulgares y chabacanas; no podemos permitir  que su influencia invada nuestros espacios.

Debemos prevenir la polución de nuestra cultura y encogimiento de nuestro léxico.

Debemos volver al camino del respeto por la institucionalidad, el orden y la cultura.

La familia debe convertirse en el sólido pilar de nuestra sociedad. Los padres deberán prodigar mucho más amor, bienestar, ducción- educación a sus hijos.

Deberemos reformar el sistema de salud para garantizarle al ciudadano, una atención humanizada, pronta y eficaz, sin mas intervención del Estado que la de mediar cuando exista desviaciones.

Nuestro sistema educativo, no solo redujo los horarios, sino también la calidad del contenido. Revertir esta tendencia, es fundamental para la construcción de la nueva sociedad.

Son múltiples y profundos, los aspectos que deberemos reformar, mas para ello, tendremos que elegir a un guía o líder sensible, estudioso,  disciplinado, justo, activo, pero sobremanera, honesto.

Ese debería ser el perfil de la persona a ser seleccionada como precandidato a presidente de la República, por lo cual, solo se me ocurre pensar en una persona:                                        María Corina Machado.

Esa tendrá que ser la próxima presidente de este país.

Conozcamos su curriculum: María Corina Machado es hija de Enrique Machado Zuloaga, recientemente fallecido, caraqueño, nacido en 1931; fue ingeniero civil, graduado en la UCV, con estudios de Planificación en la Universidad de París y con maestría en economía, de la prestigiosa “London School of Economics”, Inglaterra. A los 32 años comenzó a trabajar en la empresa SIVENSA.

La madre de María Corina, Corina Parisca Pérez, nació igualmente en Caracas, en 1940. Se destacó como jugadora de tenis, llegando a ser campeona nacional. Estudió en la UCV, graduándose de psicólogo.

Maria Corina Machado Parisca nació en Caracas, y se crió en un hogar amoroso, estable y de sólidos valores morales.

Estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Católica Andrés Bello, preparándose para seguir los pasos de su padre; posteriormente hizo una maestría en Finanzas Públicas, en el Iesa. Ya para entonces, estaba siendo mucho más sensible a los problemas del país y sus conciudadanos.

Fue educadora en la UCAB y posteriormente, elegida diputado a la Asamblea Nacional, en año 2011, por el estado Miranda; fue vencedora en esta contienda, con el mayor número de votos que diputado alguno pudo jamás obtener.

Fue activista de los Derechos Humanos y coofundadora de SÚMATE.

Posteriormente, fundó una organización política, denominada VENTE.

En esta nueva, moderna y pulcra organización, ella señaló como camino para la lucha por recuperar el país:

1. Fomentar principios y valores como la honestidad, la trabajo y el honor, entre muchos otros;

2. Establecer un gobierno de verdadera libertad económica, política y social.

3. Elevar los estándares de educación, igualdad y justicia.

4. Planificar la organización de un Estado mucho más eficiente y más reducido.

5. Trabajar para mantener los valores patrios y la integridad física del país.

6. Fomentar la creación de instituciones y racionalización de las actuales.

Los mayores escollos a enfrentar para estas elecciones serán:

1. Enfrentar la desigual contienda con un candidato oficial, apadrinado y financiado por los múltiples “enchufados”, incluido el propio Estado y sus inmensos  recursos; y

2. Hacer frente a un candidato engañosamente denominado “opositor”, construido y financiado por el oficialismo.

Ante estas realidades, solo nos resta seguir la controversia y el debate para asegurarnos de que estas elecciones sean ganadas, no por quien sea capaz de comprar el mayor número de conciencias, y no por quien pueda mentir más y mejor.

Queremos que gane la persona que por sus antecedentes de honestidad y trabajo, nos garantice el mayor y mejor aporte a nuestra sociedad.

Manuel García Tamayo

CE.mgarciat84@gmail.com

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