Opinión

… recibir al huésped

En mayo de 1942, el mundo se estremecía con las noticias de la guerra desatada en varias partes del planeta y de manera destacada en el corazón de Europa.
lunes, 01 febrero 2021

“Compórtate con todos como si recibieses a un gran huésped”

Confucio 

Muy joven leí un cuento sencillo y simpático donde el padre de una familia grande, cuando cumplía años solía hacer regalos, porque agradecía a todos compartir su alegría de vivir; más adelante en mi edad procuré en esos aniversarios del haber recibido el don de la vida, agasajar a mis huéspedes celebrantes con algún testimonio que les expresara el agradecimiento por estar presentes en esa jornada conmemorativa; algunos manifestaban su asombro porque les era extraña manera de celebrar el cumpleaños, pero con todos tuvimos la cálida alegría del compartir la fiesta.

Dado que estamos en tiempo de confinamiento planetario por el covid-19 y dado que por estas jornadas –el 2 de febrero día de la Candelaria- cumplo el ciclo de cierre de los 78 años y por lo tanto, como decían los viejos entro en los 79, escribo este artículo para compartir con algunas memorias y reflexiones del tiempo vivido, como presente para todos mis huéspedes en esta fecha aniversario.

En mayo de 1942, el mundo se estremecía con las noticias de la guerra desatada en varias partes del planeta y de manera destacada en el corazón de Europa, donde la furia de poder inspirada en Alemania se desplegaba en el territorio que expandía su maquinaria de guerra; mi padre, inmigrante italiano ya maduro, -quien había sido soldado durante la primera guerra (1914-18), alistado voluntario en las fuerzas de combate para la liberación de los territorios del norte de Italia ocupados por el imperio austro-húngaro-, escuchaba los partes de guerra en la radio donde se mencionaban nombres de pueblos que le removían la memoria donde vivió aquellos años de combatiente y lloraba con desconsuelo los estragos de la guerra; mi madre joven venezolana de la cuenca del Unare en el norte de Anzoátegui, como amorosa hilandera le consolaba; fue así en ese tejer de lágrimas, amor y consuelo que fui engendrado y concebido en ese año terrible de la segunda gran guerra (1939-45).

Al inicio de febrero del 43, cuando en medio de la gran guerra se organizaba la libertad en espacios de resistencia partisanos y en el duro invierno de las márgenes del rio Volga y del Don, un pueblo se defendía con fiereza durante el largo asedio del poderoso ejército alemán, el cual comenzaba a mostrar agotamiento en su capacidad ofensiva y era el comienzo del cambio de dirección en los vientos tempestuosos de la guerra; acontecía en Caracas con su clima primaveral, el inicio del alumbramiento con el cual salí hacia la vida separada del vientre materno y lo anuncié a todos los presentes, con un esplendoroso llanto.

Como es natural en los seres emocionales de la familia mamíferos -de modo destacado nuestra especie humana-, el amor y el juego con la mama nutricia de la madre contribuye al desarrollo esencial de la criatura; en esa larga infancia llamada neotenia, con la que los humanos vamos asegurando nuestra supervivencia y de manera particular el modo de ser humano que vamos siendo; bello tiempo de alegre crecimiento infantil.

En 1951 cuando tenía ocho años murió mi padre y aunque mantuve una infancia con protección y felicidad, ese evento marcó un antes y el después, que fui haciendo consciente en el transcurso de los años, cuando hacia diálogos imaginarios con él y de ello derivaba reflexiones y fortalezas a mi temple de hombre.

Nuestra madre, con dos hijos pequeños, se afianzó en el encargo de protección y cuidados para hacer de mi hermana y de mí, gente de buen vivir humano; por ser el menor y varón, su celo materno se afianzó en ese propósito cuando con voz firme expresaba “yo voy a hacer de ti un hombre!”.

Espero en su momento, poder escribir sobre ellos con mayor detalle, en honor y agradecimiento al significado que tienen en mi vida.

También, cuando todavía era niño, escuché decir lo bueno de leer biografías como una manera de conocer lo que otros hicieron con su vida y así aprender sobre la propia; eso nos incitó para acercarnos a relatos biográficos sobre varios personajes y sus realidades existenciales, algunos más interesantes y edificantes a nuestra manera de ir viendo la vida; la verdad como dice el refrán es que “nadie aprende en cabeza ajena”, por lo que además de leer y contemplar hay que actuar en el entorno donde cada quien debe desarrollar su propia vida para “situarse en el mundo” durante el tiempo histórico que nos acontece vivir.

Eso he procurado y aquí estamos hoy con el gozo agradecido a la vida porque ha sido generosa dándonos salud y tiempo para envejecer, que es manera prolongada para disfrutarla con algunas actividades que nos permiten estar y ser en el mundo; además de recordar hechos y eventos de la historia, para hacer reflexión y aprender hacia un renovado hacer en la exigencia de este tiempo que hoy vivimos.

Los seres humanos pueden –según los estudios científicos-, alcanzar 120 años y hasta más; sin embargo las expectativas de vida máxima alcanzada en pocos países se sitúa en 80 años; se puede contar con los dedos las personas que superan los 100 años y son menos las de 110 años comprobados documentalmente.

La vida es una sucesión de retos y los retos, de por sí, son un motivo más para vivirla y disfrutarla; pero además la vida es bella y está llena de detalles que la hacen merecedora de ese disfrute; así se menciona en un mini-folleto que resume apuntes de una conferencia en abril del 2003 por el Dr. Eugenio Selman-H Abdó titulada, “Algunos elementos para lograr una longevidad satisfactoria”.

Además de los aportes de la ciencia y de la tecnología en ese propósito, allí se recogen algunas acciones y conciencia que deben agregarse cada día como aporte personal para ayudar de una forma decisiva a lograr ese gran objetivo en nuestra vida.

Ese aporte empieza con el cerebro que es el controlador de todas las actividades del cuerpo humano; nos permite lograr el propósito que conscientemente y de manera firme dispongamos para nuestro cuerpo, incluso superar afecciones de diversa categoría.

Cualquiera de nosotros ha conocido casos de personas que con una afección banal, se muestran incapaces de enfrentarla, se complican y llegan hasta morir; por el contrario otros, donde su voluntad con ganas de vivir y constancia en el esfuerzo les hace superar una grave afectación o adicción.

También los deportistas y otras disciplinas vinculadas al cuerpo y la mente, convencidos y dedicados al logro, obtienen buenos resultados. Así pasa con la vida, si se piensa que cuando pasen los 50, 60 o más años se estará mal, al día siguiente de ese cumpleaños se envejecerá rápidamente; por el contrario, si nos disponemos a una prolongada longevidad muy posiblemente lo lograremos. De manera pues que, a cuidar esa extraordinaria “torre de control” y ¡proponernos vivir 120 años bien vividos!.

Numerosos autores nos hablan de las potencialidades del cerebro y la necesidad de hacer ejercicio constante con él para mantenerlo en forma; de ellos menciono algunos de los que he tenido acceso y muestran con sencillez el asunto, de manera que resulta posible comprender y aplicar.

La neuróloga Rita Levi-Montalcini (Turín, 1909 – 2012), premio nobel de medicina en 1986 y muchos otros reconocimientos, con una profusa obra escrita en 35 títulos y apasionante vida, feminista y de compromiso en el servicio a los demás, quien seguía trabajando después de los 100 años porque “la jubilación está destruyendo cerebros! Mucha gente se jubila y se abandona… y eso mata su cerebro y enferma”.

También decía “la edad me puede arrugar el cuerpo, es inevitable ¡pero no el cerebro!” y nos mostró con su descubrimiento del Factor de Crecimiento Nervioso que el cerebro tiene la capacidad infinita de hacer nuevas líneas de conexión en el sistema nervioso lo cual permite mantener íntegramente la capacidad cognitiva.

El biólogo Humberto Maturana (Santiago de Chile 1928) con una profusa obra de la cual destaca lo relativo a la autopoiesis, la biología del conocer y la biología del amor, quien ha hecho contribuciones esenciales para comprender y desarrollar procesos de transformación en la convivencia y la democracia.

Entre nosotros, en desempeños académicos en la UPEL y otras, la doctora en educación Elaine Austin de Beauport (NY, 1933 ), quien en la obra “Tres caras de la mente” publicado por editorial Galac en 1994, nos plantea el modelo de las inteligencias múltiples en cada uno de los sistemas de nuestro cerebro triuno, nos enlaza en las energías del Pensar, el Sentir y el Actuar y nos va enseñando cómo buscar la combinación adecuada a nuestra realidad personal.

El filósofo, sociólogo-antropólogo Edgar Morin (Paris 1921) quien en julio cumplirá un siglo de vida y continúa en plena actividad con su cerebro juvenil, planteando la necesidad de abordar el conocimiento con el pensamiento complejo que nos abra a la visión multi-disciplinaria, para superar los errores, cegueras y fanatismos que nos impiden desarrollarnos como personas, como sociedad y como especie en un mundo de multi-diversidad. La importancia del tema nos dará ocasión para volver sobre él.

Siguiendo el consejo de Confucio que mencionamos en el epígrafe, el primer gran huésped que debemos recibir es a la vida misma, que nos permite el regalo de hacer la fiesta del cada día y disfrutarla con los otros huéspedes, entre los cuales ustedes quienes nos alegran con su presencia y honran con su lectura, para quienes hacemos éste y otros sencillos regalos al honrarles.

Mientras fui creciendo “el mundo siguió andando”, y en ese ir y venir de los acontecimientos y el contacto con las personas que encontramos en el transcurso de la vida en los eventos y hechos que nos toca vivir en nuestro tiempo, algunos nos fueron impactando y dejando su impronta en la vida que nos ha traído hasta aquí; sobre eso seguiremos compartiendo para la conciencia reflexiva.

Hoy, hagamos un buen brindis por la vida: ¡Salud !

Casatalaya, caracas 29 enero 2021

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