¿Qué sería Venezuela sin Guayana?
No me voy a referir a este prodigioso paraíso terrenal que forma parte del gran territorio que es nuestra maravillosa patria llamada Venezuela. Nosotros los venezolanos nunca comprendimos el gran premio que habíamos recibido por haber nacido en esta parte excepcional del universo.
Ahora que lo hemos perdido todo y hasta nos sentimos felices y agradecidos por que nos regalan una pequeña bolsa de comida o porque nos dan un bono con el cual no se adquiere casi nada, empezamos a valorar lo que tuvimos y pudimos tener, a pesar de las ambiciones y falta de probidad de gran parte de quienes nos han gobernado, pero a pesar de esa irresponsabilidad nos desarrollábamos poco a poco, aunque pudimos hacerlo de otra manera por tener el potencial para convertirnos en uno de los países más industrializados del mundo.
Hoy me voy a introducir en lo que realmente significa Guayana para Venezuela. Si comenzamos por el corazón de todo, que no es otra cosa que los grandes torrentes de agua represados en la cuenca del río Caroní y convertidos en energía eléctrica que alimenta a la mayor parte del territorio nacional.
El solo hecho de convertir los recursos provenientes del petróleo en esa inmensa estructura de obras civiles y eléctricas, ya son motivos para sentirnos satisfechos del buen uso que hicimos de ese gran regalo que colocó la naturaleza en nuestro subsuelo, aunque siempre hemos pedido mucho más a los gobiernos que lograron crear miles y miles centros de estudios a todos los niveles, grandes y pequeños hospitales, una infraestructura vial maravillosa y hasta nos enviaban a prepararnos en el extranjero.
Pero nunca estábamos satisfechos y eso era inducido por los grandes grupos económicos y comunicacionales, establecidos en Caracas y en cada una de las partes del territorio nacional. Ellos lo querían todo y ahora no tienen absolutamente nada distinto a la rabia y el odio.
Pero siguen dividiéndonos creyendo que volverán a la opulencia y al poder, sin comprender que este pueblo es muy diferente, algo hemos aprendido y ojalá nos sirva de instrumento para desarrollarnos cuando regresemos a la normalidad.
Guayana no solo son las grandes minas de oro, de diamantes, de coltán, de hierro, de bauxita y de casi todos los minerales existentes, incluso uranio y torio. No voy a negar que esos son muy importantes y valiosos, pero lo fundamental serían las grandes empresas procesadoras de esos minerales.
Aquí tenemos una gran empresa que procesa el material que contiene hierro y le saca la parte pura del mineral, es FERROMINERA, algo deteriorada, pero sigue viva. Una gran porción de ese mineral puro se transformaba en la gran metalúrgica llamada SIDOR, en acero de altísima calidad, en casi todas las presentaciones que exigía el mundo que utiliza el acero como materia prima.
No solo eran cabillas, de allí salía el acero en láminas y tubos para miles de usos. SIDOR se encuentra en terapia intensiva y ahora podemos ver a quienes se sentían felices aplaudiendo la expropiación, haciendo grandes colas para recibir cualquier pequeña cantidad de alimentos y muchos se quedan sin nada porque no alcanza, pero siguen allí, incluso sin asistir a la empresa por falta de transporte.
La cocina donde se preparaban los alimentos para los trabajadores, llegó tener el tamaño de una hectárea, algo asombroso, pero hasta eso pidieron eliminar y querían el dinero en lugar de comida. SIDOR es imprescindible para el desarrollo de Venezuela.
Tuvimos a dos grandes empresas procesadoras de bauxita las cuales utilizando grandes volúmenes de energía eléctrica, producían aluminio de altísima calidad, como muy pocos, en el mundo, VENALUM y ALCASA. Ahora eso simplemente es algo inexistente, con una que otra celda funcionando, pero solo para decir que existen.
Por debajo de las grandes empresas procesadoras de minerales metálicos, existían miles de empresas locales y también a lo largo y ancho del territorio nacional, que le prestaban servicios directos e indirectos. Eso desapareció, igual que las seiscientas mil hectáreas de pinos CARIBE, de las cuales apenas quedan ciento diez mil hectáreas, según me informé hace poco.
Reconstruir ese emporio industrial, actualmente destruido requiere de un proceso organizado con personas absolutamente desprendidas de intereses privados y personales, que asuman el trabajo como una responsabilidad que sea un sentimiento de servir a su nación, a su maravillosa patria y nada más.
En realidad, cuando aparecen grupos de personas, que no puedo negar conocen de la problemática, pero que solo los vemos cuando creen que se acerca un cambio, me comienzo a preocupar y veo que podemos fracasar si no elegimos a los conductores apropiados que realmente reconstruyan este sector fundamental para volver a la ruta de desarrollo de lo que fue Venezuela.
¡Buena suerte!
Nota.- Pido excusas a quienes leyeron Comsigua en lugar de Caruachi, en mi artículo anterior. Los que no conocen el asunto, no se percatan.
@dabega26
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