Opinión

¿Qué le pasó a Juan Guaidó?

Era maravilloso ver a las grandes multitudes aglomerarse a lo largo y ancho de Venezuela.
martes, 19 noviembre 2019

No lo podemos negar, el pasado sábado 16 de noviembre, los venezolanos volvieron a mostrar un inmenso coraje y una decisión total de recuperar el bienestar de nuestra patria. Fueron cientos de miles de personas que salieron a manifestar su descontento con la situación actual de este que fue un maravilloso país y ahora no solo ha involucionado, sino que no se detiene el retroceso.

Era maravilloso ver a las grandes multitudes aglomerarse a lo largo y ancho de Venezuela acudiendo al llamado de nuestro presidente provisional Juan Guaidó.

En la provincia, las grandes multitudes, demostraban que la capacidad de organización de la dirigencia regional, está respondiendo a los grandes retos, a pesar de todas las dificultades que se le presentan, incluyendo las divergencias internas, que es algo que deben corregir lo más pronto posible. Venezuela está de primero y luego nuestros propios intereses.

Los actos protocolares regionales, que no son otra cosa que lo mismo de siempre, donde algunos hablaban desde las decenas de tribunas improvisadas y casi nadie atendía lo que decían, solo los animaban las frases acompañadas de gestos y gritos apropiados, demostraban que la población responde y va a responder hasta lograr salir del yugo que nos asfixia en la actualidad. Siempre es igual, pero muchos desearan morir si no los dejan protagonizar, el ser humano es así y no lo vamos a modificar. Todo se centraba en lo que sucedería en Caracas, la gran capital donde residen los centros de poder de nuestra patria.

Desde muy temprano de la mañana observamos, a través de las redes, no de los grandes medios de comunicación de masas, como en la capital de la república, comenzaban a movilizarse hacia los centros donde se aglutinarían inmensas cantidades de compatriotas llenos de entusiasmo y dispuestos a vencer todas las dificultades para llegar hasta los sitios donde deberían reunirse con el gran líder Juan Guaidó, alrededor del cual se cohesionan las grandes fuerzas opositoras venezolanas.

El pueblo opositor se sentía entusiasmado por la victoria de los bolivianos frente al gran abusador Evo Morales. Muchos lo defienden por el pequeño crecimiento económico originado en los altos precios petroleros y se lo atribuyen a su gestión como gobernante y lo único que aumenta es la siembra de coca, pero ese es el mundo oscuro de los intereses políticos. Varios ex gobernadores están presos y otros exiliados. Evo era implacable y bastante cruel con sus adversarios. Da repugnancia, pero son las realidades de mentes enfermas y otras simplemente perversas que lo tratan de mostrar como un héroe, aunque pisoteó la Constitución Nacional de Bolivia, incluyendo el desconocimiento del referéndum donde decidieron no permitir la reelección presidencial. No es que no lo apoyan, tiene a quienes lo hacen porque eran parte de sus beneficios, pero muchos más lo rechazan y se lo han demostrado. Ese es el mundo real.

La inmensa mayoría de los venezolanos estábamos pendientes de los acontecimientos en Caracas, pero no sucedía nada diferente a la rutina habitual de estas multitudes demostrando rechazo al gobierno de Nicolás Maduro Moros y luego el regreso sin mayores logros. Todos pendientes de la aparición de Juan Guaidó dando las instrucciones oportunas y apropiadas para comenzar el combate que nos llevaría al cambio de gobierno, imprescindible para retomar la ruta de la prosperidad.

De pronto se aparece quien tiene la responsabilidad de dirigirnos y llevarnos a la victoria, el presidente interino Juan Guaidó y comienza el discurso que motivaría a la gran multitud frente a él, pero no decía nada apropiado a las circunstancias, era evidente que estaba improvisando y que no se habían reunido los más importantes dirigentes políticos del país junto a los asesores apropiados, para elaborar un discurso contundente circunscrito a las expectativas de quienes somos sus seguidores incondicionales. Eso es algo poco visto, un predicador, un simple predicador, se lleva horas para elaborar un sermón que dirá a sus feligreses y no era posible, que un presidente, en las circunstancias actuales de Venezuela, no sea capaz de haberse asesorado de manera apropiada para dirigirse a su país.

Voy a creer que esperaban algo muy distinto a lo que realmente sucedió, donde las fuerzas militares y policiales harían lo mismo que los de Bolivia y se pasarían al bando contrario y no habría ningún discurso. De otra manera no tiene ninguna explicación lo acontecido. Ahora se hace imprescindible recuperar la motivación y reestructurar a todas las fuerzas políticas sin exclusiones y comenzar de nuevo a tratar de salir de esta pesadilla que aniquila a nuestra grandiosa patria. ¡Buena suerte!

@dabega26

 

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