¿Qué es el ego?
La naturaleza del ego es una interrogante clave en el sendero espiritual. En una pequeña encuesta que hice como material introductorio de este artículo les pedí a los encuestados que definieran el ego, pero que no hicieran esfuerzo intelectual extra para evitar las complicaciones que a veces suceden cuando leemos a los maestros espirituales o a quienes estudian y difunden estos temas. La mayoría de las respuestas estuvieron asociadas con características negativas de las personas, tales como complejos de superioridad, ignorancia, maldad, arbitrariedad, abuso o capricho; otros se inclinaron a definirlo en relación al amor propio, al carácter y a las capacidades personales; fueron respuestas más asequibles y fáciles de digerir que por ejemplo la que lo define como “la concepción errónea del “yo” como una entidad que existe por sí misma, la visión del “yo” sostenida por una mente que no ha comprendido el concepto de vacuidad, es decir, la carencia de existencia inherente de todos los fenómenos”; todo un reto que obliga a investigar acerca de la mente, los fenómenos, la vacuidad y otros términos asociados que van apareciendo a medida que profundizas a lo largo de un proceso, en el que después de haberte tomado algo para el dolor de cabeza y creyendo haber explorado con éxito en la profundidad de los conceptos, puede que repentinamente te encuentres alejado del motivo principal de tus inquietudes.
Luego, cuando comienzas a hilvanar definiciones para articular una conclusión, descubres que el efecto del analgésico no puede con tanto y decides dejar el tema para otro día en que las neuronas estén bien tonificadas y las ideas dispuestas a alinearse de manera ordenada, sin embargo el aguijón del reto te mantiene activo con dosis agresivas de curiosidad, hasta que por fin, en los minutos restantes de batería mental se produce un chispazo providencial y das con que ciertamente el ego puede no ser más que la posición que asumimos para interpretar la vida, es decir, la forma como explicamos, traducimos, describimos, etiquetamos, definimos, separamos o diferenciamos lo que percibimos, algo obvio y sencillo al que hemos asignado la categoría de alta complejidad; una posición que además nos separa de la unidad de la vida mediante la transformación del yo en una especie de tarima para ver la existencia desde arriba, como un observador o juez permanente de lo que se percibe, donde cada momento que transcurre se aprecia a través de una realidad-túnel totalmente personal, lo cual –según los maestros espirituales- resulta que es una percepción errónea y de hecho la raíz de todo sufrimiento.
Así las cosas, propongo que para ahorrarnos esfuerzo buscando definir algo tan elusivo, qué les parece si dejamos que el propio ego nos obsequie con una interpretación de sí mismo, quizás así no precisemos de analgésicos para sacar el dolor de donde el causante tiene su morada, total lo tenemos muy cerca.
viznel@hotmail.com
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