Psico-oncología

“La mente puede dignificar o degradar, amar u odiar, alegrarse o deprimirse, salvar o matar, soñar hasta el cansancio o desanimarse hasta el suicidio”
Walter Riso

Establecer una relación entre la mente humana y las enfermedades orgánicas ha sido un desafío histórico que ha quedado plasmado en innumerables textos e investigaciones científicas.

El título de hoy corresponde a un trabajo periodístico autoría de Cristina Menéndez Maldonado (Revista Más Allá de la Ciencia N° 222, año 2007), el cual intentaré resumir en las siguientes líneas.

Impulsado por la experiencia personal e inspirado en investigaciones anteriores, el médico español Vicente Martínez Fernández, especialista en sofrología, rama de la medicina que estudia los efectos que producen sobre el organismo las técnicas de acción psíquica, como el hipnotismo, la sugestión, etc. redactó una tesina con el título de Factores psicológicos y carcinoma, siguiendo el rastro de otros autores que habían hallado una relación directa entre el cáncer y los estímulos emocionales crónicos como la ansiedad, la depresión y el estrés permanente.

Su hipótesis consistía en que la acción sanadora del efecto placebo era fundamental debido a que el cerebro relaja su atención sobre los síntomas de la enfermedad y se centra en otros problemas, lo que se traduce en una disminución de la intensidad de dichos síntomas y mayor convencimiento sobre la eficacia del tratamiento.

Su experimento combinó la relajación y visualización con las técnicas de sofronización simples creadas por el neuropsiquiatra colombiano Alfonso Caycedo en 1960, y la sofroaceptación progresiva durante un período de 6 meses en 14 voluntarios con cáncer de mama, 9 con cáncer de pulmón y 13 con cáncer de colon.

Al cabo de este tiempo comprobó que la supervivencia media había rebasado las previsiones, así como una notable mejoría en cuanto a la calidad de vida, grado de dolor y estado de ánimo, confirmando así la correlación entre los factores psicológicos y el cáncer.

De igual forma otros científicos destacan la importancia de la psico-oncología como inestimable ayuda para que el sistema inmunitario se mantenga más reactivo, lo cual mejora la calidad de vida y la supervivencia del paciente, poniendo de relieve –también- que las técnicas basadas en la relajación y en la imaginación refuerzan dicho sistema y rebajan los efectos negativos de la quimio y de la radioterapia, advirtiendo que para ello es preciso el compromiso por parte del paciente mediante prácticas diarias de entre 10 y 20 minutos para garantizar el mantenimiento de resultados a largo plazo, y lo que se conoce en esta área como prevención de recaída.

Este resumen no estaría completo sin decir que pese a formar parte de la medicina más vanguardista, las técnicas de visualización se remontan a épocas antiguas.

Los primeros testimonios existentes están ligados al chamám, quien, conocedor del nexo que une cuerpo y alma, se aventuraba a sumergirse en un estado alterado de conciencia a través de rituales cargados de espiritualidad, y bajo la misma línea histórica vale mencionar que Asclepio, -dios de la mitología griega invocado en el juramento hipocrático- utilizaba la imaginación como instrumento de diagnóstico y de curación; que Galeno y Paracelso alimentaron las investigaciones sobre esta materia como una herramienta de crecimiento, y que Hermes Trismegisto afirmó que las imágenes que se mantienen en la psique afectan el universo físico, mismo principio que plantean los gurúes del crecimiento personal y que el cirujano Ángel Escudero, creador de la curación a través del pensamiento describe diciendo que, “los pensamientos son como las manos del alma que modelan la vida del hombre”.

viznel@hotmail.com

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