Opinión

Propongo legalizar la eutanasia

Eutanasia significa la inducción de la muerte sin dolor en favor del destinatario, y supone la reducción de la duración de la vida de un enfermo terminal.
José Viznel ÁLVAREZ
lunes, 22 marzo 2021

En España han legalizado la eutanasia y yo estoy de acuerdo con ellos. Hace un tiempo escribí sobre constitucionalizar la eutanasia, lo cual fue un error que acepté por ser contradictorio con el principal derecho a ser garantizado en toda carta magna democrática como es el derecho a la vida, de hecho en aquella ocasión recibí una extensa misiva de parte de un amigo de vasta erudición y sabiduría, en la cual hizo una crítica fundamentada en sus creencias religiosas, lo cual respeto y agradezco sin ninguna reserva, pero en el plano de mis convicciones la eutanasia continúa siendo un derecho que debe ser amparado por la ley.

Eutanasia significa la inducción de la muerte sin dolor en favor del destinatario, y supone la reducción de la duración de la vida de un enfermo terminal.

Indudablemente que este es un tema controversial que coloca a quienes lo abordamos a ruta de colisión con lo religioso y la legalidad, pero en la medida en que se respeten las opiniones ajenas y haya libertad para exponerlas libremente, en ese orden podremos crecer y vivir en paz, de manera que puedo expresar mi propuesta de que la eutanasia debe ser legalizada sin que implique violación del derecho a la vida, estableciendo los casos y los procedimientos correspondientes.

Comprándolo con el concepto de parto humanizado, entendido como la atención del parto en el sistema de salud de acuerdo con los derechos y necesidades de la familia que espera el nacimiento, creo que también cabe el concepto de muerte humanizada, algo que a algunos quizá suene repulsivo, pero si la muerte -más que el nacer- es lo más seguro que tenemos, entonces estamos obligados a proveer los medios legales para que en determinados casos, ésta sea lo más tranquila y menos dolorosa posible.

Es mi opinión porque me importa como será mi muerte, y lo que menos deseo es una agonía larga hacia una muerte inevitable que extienda innecesariamente mi sufrimiento y el de mis seres queridos, e implique además que ellos tengan que buscar recursos que quizás no tengan para ese indeseado momento, y tampoco que ante dolores terribles pida morir y quienes puedan ayudarme estén limitados por principios constitucionales que nada tienen que ver con mi estado irreversible de salud.

El argumento contrario es que la vida proviene de Dios, y quien la suprima, incluso mediante la eutanasia, debe ser legalmente castigado. Pienso que si lo que realmente se valora de la vida no es que seamos meros seres vivos sino lo que hacemos con ella, nuestros objetivos, metas y logros, mantener la vida con lo que significa una enfermedad terminal sin remedio posible, carece de sentido y es cruel.

Me adhiero a la opinión de que el valor de la vida es sagrada, sí, pero solo en principio, pues vemos que en la práctica hay circunstancias en las que se puede disponer de ella, por ejemplo en los casos de legítima defensa, la guerra o la pena de muerte; cabría preguntarse entonces cuál es la diferencia entre estas y la eutanasia.

En aquel escrito también dije que es erróneo identificar la eutanasia con el asesinato, pues en aquella existe una razón humanitaria que en el asesinato no cabría ni pensar; en la eutanasia se pretende disminuir el daño (Dolor) a la persona, en el asesinato solo se pretende matar; en la eutanasia la muerte se desea, en el asesinato no. De igual forma cabe hacer una diferenciación entre la eutanasia y el homicidio consentido.

Algunos sugieren que el homicidio consentido sería semejante a la eutanasia, sin embargo en aquel la víctima no es un enfermo terminal, aunque puede haber casos complicados cuando quien pide la muerte es un enfermo que sufre mucho a causa de una enfermedad irreversible, pero que no es una enfermedad mortal.

Por otra parte la eutanasia es semejante al suicidio pero no son análogos. Son semejantes porque en ambos casos la elección de muerte está en juego, pero la diferencia es que en el suicidio la acción y el destinatario coinciden en una misma persona, en cambio en la eutanasia la acción debe ser realizada por otros.

El tema es largo y controversial, y el espacio que amablemente nos concede este medio no alcanza para abundar sobre una cuestión que incluye procedimientos que tendrían que ser diseñados y plasmados en una ley especial que garantice que la eutanasia se utilice para los fines preestablecidos y no para otros.

Una reflexión final es el escándalo que supone la defensa de la eutanasia, y el silencio que se produce cuando se practica, acaso –me pregunto- porque realmente se trata de un acto de benevolencia, o que el miedo a la muerte juega un papel psicológico importante en los que se oponen a ella. Podría ser.

viznel@hotmail.com

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