Opinión

Pranes, violencia y futuro

"El país requiere revertir sus desvaríos e imponer nuevos patrones de conducta austeros, productivos y éticos. Ello pasa por elecciones decentes y actitud colectivs responsable. ¿Seremos capaces de ello?".
jueves, 09 marzo 2023

Venezuela se ha convertido, a causa del desempleo y su miseria, la impunidad, el deterioro de los valores con su máxima bandera, “la corrupción”, en el país más sangriento de América Latina.

Tenemos la tasa de muertes violentas más elevada del continente: 40.4 homicidios por cada 100.000 habitantes; le sigue Honduras con 35,8 y el que menos tiene, es Chile con 4,6.

Veamos: Donde hay desempleo, hay miseria y descomposición de la familia: esto es, la disolución de la relación de pareja, deserción escolar, prostitución y expansión del delito, entre otros. Se incumplen las leyes, crece el tráfico de drogas, la estafa y abunda el cohecho y la corrupción.

Además, las autoridades carecen de los necesarios recursos y valores para combatir el crimen, las cárceles se convierten en universidades del delito y depósitos de seres humanos vejados y abandonados a mano de mafías organizadas, dirigidas por temibles y poderosos pranes.

Nuestro apaleado sistema productivo, se redujo a escombros debido a las expropiaciones, deficientes servicios públicos, sistema bancario descompuesto, elevados impuestos, inseguridad jurídica, inflación, ínfimo poder adquisitivo y corrupción rampante; todo ello, llevó a cerrar fábricas, y nuevamente, a la aberrante “economía de puertos”. Casi todo se importa, incluso la inflación.

La banca esta arruinada; los elevados encajes legales de un Banco Central manipulado e ilegítimo, son, entre otros factores, el peor enemigo.

La moneda se devalúa aceleradamente; el poder adquisitivo del ciudadano se reduce todos los días y la desigualdad y pobreza, crecen vertiginosamente. La política ya no sigue patrones ideológicos. La misma se convirtió en “caimaneras”, donde prevalece un primitivo caudillismo, producto de esa bizarra mezcla de intereses personales, protagonismo político distorsionado y aborrecibles prácticas mercantilistas.

Sólo unos muy pocos políticos califican para ser parte de las “honrosas excepciones”.

Esos mal llamados ductores de nueva cepa, o recientes “nuevos amos del valle”, ocupan su energía, fundamentalmente, en actividades como la extracción y explotación del oro, diamantes, coltán, estaño, níquel y cuanto mineral valioso pueden sustraerle a nuestra bendecida tierra. Andan día y noche, en “saraos”, y de restaurante en restaurante, a la caza de nuevos “negocios”, para la obtención del “dinero fácil”.

La lucha por la democracia, mayor igualdad, libertad y justicia, para esos mercaderes de la política, ha dejado de ser un objetivos a perseguir.

Los sindicatos que pudieron haber sido una honrosa tabla de salvación para nuestro país, también se enrolaron en las huestes ignominiosas de la depravación, salvo honorables luchadores, que como almas solitarias y perdidas, deambulan sin rumbo ni concierto.

Dadas estas terribles circunstancias, no debe sorprendernos que aún teniendo nación, hayamos perdido el país. Su economía ha sido destruida, salvo por ciertas “burbujas”, en algunos casos, con inversiones de dudosa procedencia.

La honorable política sucumbió ante el vicioso poder del Estado, y el tejido social, apesta por su profunda descomposición. Todo este cataclismo nació y se perfeccionó cuando se implantó en Venezuela, el Socialismo del Siglo XXI.

Este, demolió física, legal y moralmente, a todas las instituciones, incluso las de seguridad del Estado.

Como complemento a alguna de ellas, crearon un pequeño monstruo: Los colectivos.

Estos fueron consecuencia de un gobierno que deseaba perpetuarse a cualquier precio; paralelamente, inventaron otro similar: “Las maquinitas de votar” y un tercero: Un CNE amañado y fullero.

Fue así como, inicialmente, este régimen enfrentó y abatió la lucha por justas causas, como la de la libertad, justicia, democracia, dignidad y honor.

Estos grupos o colectivos y delincuentes a sueldo, fueron armados por el Gobierno en su adecuado momento y los convirtieron en “brigadas de choque” para el enfrentamiento y represión de las protestas opositoras.

Nos apabullaron frente al Congreso de la República y en cualquiera de las calle donde hiciéramos acto de presencia política o reivindicativa.

Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, estas mismas huestes se rebelaron y convirtieron en una amenaza también, para el gobierno, razón por la cual, este inicia su persecución.

Este es, parcialmente. el origen de alguna de estas poderosas organizaciones delictivas, denominadas “trenes”, liderizados ahora por los tristemente famosos pranes.

Veamos quienes son y como operan: El Tren de Aragua es una megabanda criminal, con base en la carcel de Tocorón; opera en por lo menos 6 estados venezolanos, como son: Aragua, Miranda, Guárico, Táchira, Apure y Sucre; también en varios países latinoamericanos como Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y Brasil; igualmente, lo hacen en Europa, en países como España, Portugal, Rumania, Bélgica e Italia.

Fue fundado en el año 2009 y su líder fue Hector R. Guerrero Flores, alias “el Niño”.

Su organización a nivel mundial consta de unas 2.500 personas. Se dedican al trafico de droga, a la extorsión, al robo, la piratería informática, abigeato, secuestro, proxenetismo, sicariato, trafico de personas y un largo etc.

Tiene aliados como los miembros del Clan del Golfo, la Mafia Rusa, la Mafia Turca, el Cartel de Sinaloa, la Triada y el Militarizado Partido Comunista del Perú, etc.

De igual forma, existe un Tren del Llano, inicialmente liderado por Jose Antonio Tovar Colina, alias “el Picure” y luego por “El Malony”. Esta organización delictiva opera, principalmente, en los estados Guárico, Sucre, Bolívar y Aragua.

Se inició dedicándose fundamentalmente, al robo de vehículos, entre otros, pero luego practicaron la extorsión, el crimen y el tráfico de estupefacientes. Esta es una organización de aproximadamente, 300 miembros.

El tren de Guayana es otra de las megabandas dedicada ahora a la minería.

Esta organización criminal, denominada también “el Sindicato”, se inició en el barrio “Vista al Sol” de Ciudad Guayana, en el año 2010. Inicialmente eran “delincuentes comunes” y en la medida en que fueron haciendo contactos y teniendo apoyos, se expandieron hacia el sur del estado Bolívar, donde se encuentra sus minas de oro.

Ha tenido diversos líderes, algunos de ellos abatidos en circunstancias no muy claras.

Este sindicato de delincuentes, se enfrenta en esa zona del país, a otros grupos, también poderosos, como son el ELN, mafias de enchufados y hasta con fuerzas del Estado, superados numéricamente por esos depredadores del medio ambiente y de nuestros recursos naturales.

Así las cosas, sólo queda decir que la labor de reconstrucción de nuestro país es casi infinita; y la misma debe comenzar por rediseñar la arquitectura y reconstruir el “edificio”moral y ético, labor nada sencilla.

Esa recuperación que es la más complicada, tiene pocos maestros. Sin embargo, aún existe esperanza, sólo si eligen al precandidato (a) y luego al candidato o candidata adecuado.

Sólo resta preguntarse: ¿Habrá elecciones limpias y respeto por la voluntad del elector? ¿Se efectuará elecciones sin máquinas engañosas, es decir, manuales? ¿Seremos los venezolanos suficientemente responsables como para reconocer y apoyar al candidato o candidata elegido (a)?

CE.mgarciat84@gmail.com

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