Opinión

¿Por qué privatizar?         

Es imperativo que antes de iniciar un proceso de esta naturaleza, se restituya en Venezuela la VERDADERA Democracia, un genuino Estado de Derechos y se cree el clima para implantar la cultura de la conciencia.    
jueves, 08 julio 2021

En Venezuela, debemos privatizar hasta los sueños del ebanista que talló la silla presidencial de Miraflores. ¡Todo debe privatizarse! Empresas de producción como Pdvsa, Sidor, Ferrominera, Edelca, Venalum, las briqueteras, la petroquímica, las cementeras, las de navegación, dragado de lagos y ríos y empresas de servicios, como transporte público, servicios médicos (con plan de seguro subsidiado), universidades (pero con plan de becas), acueductos, electricidad, telefonía, correos, recolección, procesamiento y reciclaje de la basura, etc., absutamente todo debe privatizarse!

Los neoliberales, por principio, entendemos que los factores de producción de bienes y servicios, deben estar en manos del sector privado, y en virtud de ello, quienes compartimos esos principios y valores, creemos que ese es el modelo a implantar en nuestro país. Es una cuestión de convicción a la cual llegamos por comprensión de la naturaleza del ser humano y por las experiencias exitosas de este modelo en otras naciones (desarrolladas todas).

Es lo económico, lo que determina el curso de los eventos y no la política; y han sido los malos políticos, quienes la vulneraron y distorsionaron la democracia y demás instituciones de nuestro nación.

En Venezuela, además, necesitamos esa privatización, porque, entre otras razones, el Estado nunca nos enseñó a querer y respetar la propiedad, aún la del propio Estado.

El país reclama justicia, estudio, trabajo, riqueza, eficiencia, libertad y democracia; ya el pueblo está hastiado de tanta anarquía autoritaria; y de tantas carencias sin fin; nunca tuvo que aborrecer la impunidad como lo hace hoy, y reclama mucho más amor por la patria y por su gente.

Nuestra fuerte convicción neoliberal, está respaldada, además, por el análisis de aquellas funciones que toda actividad productiva debe cumplir a cabalidad.

Planificación: en el sector público, pocas veces se cumple a cabalidad esta función; los estudios de factibilidad no son prevalentes; importa mucho más, eso que denominan “lo social”, cosa que no tiene otro objetivo más que el aprovechamiento de lo público, sin contraprestación y sin compromiso.

Lo Organizativo, se cumple a imagen y semejanza del poder político, gran obstáculo, por cierto para dicho proceso. En los cargos directivos o gerenciales, generalmente, no se nombra al más apto, sino al más “conveniente” y he aquí una de las razones fundamentales del fracaso y la malversación.

En el área de la Procura, es donde más interfieren los caudillos del Estado; durante la ejecución y desarrollo del proyecto o de la actividad productiva, se busca favorecer a compañeros y amigos, y a la vez, obtener también beneficios sustantivos.

En la función de supervisión, existe mucha laxitud, por no decir complicidad con el delito, pero es, la función de Contraloría, es la más dañina de todas, porque debiendo ser la garante de la pulcritud y honestidad resulta todo lo contrario; normalmente, el contralor es un “comisario político” del partido de turno; este encubre, por acción u omisión, las desviaciones operativas y/o administrativas y financieras que se realizan, con lo cual  propicia y ampara, los desafueros y la corrupción.

Finalmente, tenemos la Innovación; la cual deja de realizarse porque en este tipo de empresas, no se puede propiciar el clima necesario  para ello, y porque “nunca hay recursos disponibles” para realizar tal inversión.

Estas, de manera sintetizadas, son todas, razones válidas por las cuales el Estado nunca ha sido un buen administrador de los factores de producción. Hay múltiples experiencias que por si sola lo demuestran: Pdvsa, Empresas Básicas con la CVG a la cabeza, Corporiente, Corpozulia, CA Venezolana de Navegación, Instituto Nacional de Canalizaciones (Incanal), centrales azucareros, Corpoelec, y la lista puede ser muy larga.

Sin temor a equivocarnos, podemos decir que no hay excepción a esta regla de la privatización, como garantes de libertad, productividad y desarrollo.

Hay, sin embargo, otras razones para privatizar: El deseo de crear mayor identificación de los trabajadores con sus empresas; esto se hace implantando planes de incentivos especiales, venta de acciones y cualquier otra política que solo la flexibilidad de una empresa privada, lo permite.  La necesidad de  mejoramiento de la eficiencia de una industria o empresa.

Existe otra razón de peso, y esa es: reducir el poder de los sindicatos, cuando los mismos se convierten en prepotentes instituciones y brazos ejecutores de la política partidista, atendiendo apenas sus obligaciones netamente gremiales.

La productividad requiere un razonable clima de entendimiento abrero-patronal y de una necesaria armonía, por lo cual, todo factor que atente contra ella, lo hace también contra el objetivo fundamental de la empresa.

Otra razón adicional para privatizar, es obtener recursos para el pago de la deuda pública, interna y/o  externa. Aunque algunas empresas del Estado, ciertsmente, nada valen,  como decía el Ing. Castells en una de sus entrevistas, otras sí: ellas son: El oro, de Minerven y los territorios del Sur; hierro, de Cerro Bolivar, Altamira, Arredondo, etc…

El sector hidroeléctrico (lo que fue Edelca), aunque funcionando a media máquina, tiene aún muy valiosos activos, como las represas y sus mal mantenidos equipos, líneas de transmisión, subestaciones y equipos en general; también está el sector briquetero, con sus plantas igualmente disfuncionales, pero algunas de ellas, operando parcialmente.

Por último, existe una fundamental razón para privatizar: combatir la CORRUPCIÓN. Ella ha arruinado, no solo a las empresas; sino al país entero; ese es un mal que ha penetrado nuestras estructuras y que incluso permeó nuestra cultura, nuestros valores; ha maleado la mente de nuestro pueblo; no hay solicitud alguna, que no tenga por respuesta: “¿cuánto hay para eso”? Ha destruido, no sólo las fábricas, calles, carreteras,  puertos, aeropuertos, y hasta paradas de transporte público del país; ha torcido nuestra percepción de lo que está bien y  de lo que está mal; ha sido un virus mortal, peor que el covid-19 y del que nos resultará muy difícil recuperarnos.

Esas, todas, son muy buenas razones para privatizar.  Sin embargo, no creamos tampoco que esa es la panacea para todos los males. Para ese sector privado en el cual creemos, también hay que dictarle normas y leyes antimonopolio, para que  no conspire contra el consumidor.

Y en los casos de los monopolios u oligopolios naturales, como el telefónico, agua y energía, habrá que constituir “comisiones reguladoras” de muy alto nivel para la normativa respectiva.

La gente se preguntará, ¿cómo privatizar? La manera tradicional, es vendiendo activos del estado; se puede convertir en accionistas a los trabajadores de la empresas nacientes y de las pocas que aún quedan; se puede invitar al sector privado del país a ser parte de ellas; incluso debemos invitar al capital foráneo, a ser socios o propietarios.

También se pueden contratar ciertos servicios o aplicar otras formas de prestación de los mismos.

En cualquier caso, es imperativo, que antes de iniciar un proceso de esta naturaleza, se restituya en Venezuela la VERDADERA Democracia, un genuino Estado de Derecho y se cree el clima para implantar la cultura de la conciencia.

También, es imprescindible que elijamos un Presidente honorable y que llevemos a la cámara de diputados y senadores, gobernaciones y alcaldías, a gente decente, culta, civilizada, pero sobre manera, honesta.

Debemos seguir en la resistencia hasta que los cambios nos deparen mejor futuro, uno que con certeza, pronto llegará!

¡UN PAÍS GRANDE, SE HACE CON VALORES, ESTUDIO Y MUCHO TRABAJO!

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