Opinión

Plaza San Pedro

Hoy día existe un bombardeo sostenido que masajea nuestra inteligencia y nuestros sentidos, que busca que adhiramos incondicionalmente a determinadas causas y/o temáticas.
jueves, 28 octubre 2021

Dos notas previas

La primera. Rezo al Buen Dios porque su Espíritu Santo habite y actúe permanentemente en la historia de Cuba, de manera que esta presencia divina apoye y promueva un devenir distinto a los más de sesenta años vividos hasta ahora.

El pasado domingo 24 de octubre hubo una manifestación de cubanos residentes en Europa en la Plaza de San Pedro, en el contexto del Ángelus: un centenar de personas pretendían ser atendidos por el Santo Padre, y que éste se pronunciara a propósito de la situación política de la isla, pero fueron bloqueados no permitiéndoles su ingreso en el ágora santo.

De este episodio, hay un video donde la policía de Estado aleja a un joven que rezaba de rodillas, ondeando una bandera de Cuba. Volveré inmediatamente sobre esta anécdota.

La segunda nota previa. Existe un movimiento de orden internacional con el claro y firme objetivo de mermar la figura y misión del papa Francisco, tildándolo de destructor de la Iglesia de Jesucristo, de comunista enemigo de la libertad y protector del régimen imperante en Cuba.

En tal sentido, lo acontecido durante la oración dominical, que impidió el acceso de la comitiva cubana a la Plaza, tendría a Francisco como responsable directo y mostraría a todas luces su apoyo incondicional a los Castro, según este movimiento que se mueve oscura pero eficazmente entre las redes sociales.

I.

Hoy día existe un bombardeo sostenido que masajea nuestra inteligencia y nuestros sentidos, que busca que adhiramos incondicionalmente a determinadas causas y/o temáticas. De no hacerlo, se nos coloca automáticamente en el extremo opuesto, donde seremos denigrados a través de las redes sociales, de manera que se nos estigmatice públicamente.

Por consiguiente, que los servicios de seguridad italiano y del Vaticano no hayan “adherido” al movimiento impidiendo todo tipo de manifestación, da pie para etiquetar a Francisco de archienemigo de “Patria y Vida”.

Centrado en la dinámica liberadora que se activó especialmente este año en Cuba, considero que ésta podría llegar a buen puerto, conduciendo a los cubanos por anhelados e inéditos derroteros. Las diferentes manifestaciones que rodean a esta dinámica saben de “personas, tiempos y lugares”, como diría san Ignacio de Loyola.

Alex Otaola —dirigente de los cubanos residenciados en Europa—, atinó al escoger el Ángelus (tiempo) y la Plaza de San Pedro (lugar), para que su manifestación política tuviera más platea, y no caducara tan rápidamente como suele suceder con las noticias en las redes. Quienes adversan a Francisco (persona) aprovecharon la ocasión para “arrimar la sardina a su fogón”, y asestar otro golpe a la misión del Obispo de Roma.

Lo que no previeron los organizadores de la manifestación es que los responsables de la seguridad de la Ciudad del Vaticano actuaran con solvencia, decencia y libertad: sin tomar mínimamente en cuenta la reacción en las redes sociales, la policía salvaguardó lo que considera sea la justa naturaleza del Ángelus dominical.

Por lo que respecta a la manifestación del domingo pasado, los dirigentes deberán ponderar otras “personas, tiempos y lugares” para hacer públicas sus justas reclamaciones, separando así realidades que no son antagónicas, pero sí pudieran prestarse para confusiones o manipulaciones de parte de terceros.

II.

El domingo 31 tendremos la oportunidad de confrontarnos con los dos pilares de nuestra religación con Dios: amarlo a él con todo nuestro corazón, nuestra alma y nuestra mente, y amar al prójimo como a uno mismo.

Según la perícopa de Marcos, anclar el amor alrededor de ambas realidades es lo que nos aproxima más al Reino de Dios, que Jesús nos trae. No nos eludamos: Jesús continúa con su misión en medio de un contexto que le es cada vez más contrario, porque, ayer al igual que hoy, se busca que el otro se “pise los dedos” para poder colocarlo en el extremo opuesto, y consiguiente aniquilarlo. Nos conceda Dios inteligencia y sentidos espabilados, para que sepamos discernir todo cuanto acontece.

 

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