Opinión

Parásitos sociales

Lecturas de papel.
Juan GUERRERO
miércoles, 11 diciembre 2019

La vida en el socialismo chavizta del siglo XXI es una forma moderna de esclavitud, donde estás constantemente expuesto al peligro, sea por la escasez extrema de los servicios básicos, como agua, electricidad, telefonía, transporte, gas doméstico, redes de comunicación, además de las insuficiencias alimentarias y de medicinas y servicios socio sanitarios.

Pero además, en Venezuela no funcionan las instituciones del Estado o su labor se realiza precariamente, sea por incumplimiento de horario o por incapacidad profesional.

Si se observa y analiza la actividad de la administración de las instituciones del Estado, la inmensa mayoría en manos de militares, sean estos en servicio activo o en situación de retiro, ninguna puede ofrecer servicios de óptima calidad.

Es que precisamente los militares jamás podrán elevar el bienestar de una sociedad porque sencillamente no tienen idea ni es su competencia la calidad de vida del venezolano.

Ninguna sociedad ha salido adelante mientras los militares han estado al frente del gobierno del Estado. Ya en su momento el premio nobel de economía, el profesor Amartya Sen lo analizó de manera profunda y dando ejemplos concretos. Su conclusión fue una sentencia: “Los militares son un impedimento para el desarrollo integral de las sociedades”.

El modelo que parece estar mostrándose a través del aparato de propaganda del Estado por estos años para formar al “nuevo hombre”, es el de la precariedad y la vida miserable de un individuo que apenas será habitante de un territorio y jamás ciudadano de una república.

Ese nuevo hombre es el vividor, el sagaz sobreviviente de la vorágine de miseria socialista que ha corrompido los valores, principios y tradiciones de una sociedad y que está buscando estrategias para establecer la vida parasitaria entre los venezolanos.

El conformismo y la aceptación de una vida silenciada, mediocre y marginal, son la imagen de un individuo que debe obedecer y cumplir órdenes bajo el mando de una voz que se soporta en la fuerza de las armas y no en la consciencia que razona de manera lógica.

En el socialismo no existe posibilidad para desarrollar una consciencia crítica.

El peligro que observo a mediano y largo plazo es el de una sociedad adormecida, sumisa, complaciente, acrítica y sometida a la vida de apariencias, normalizada por la banalización de las relaciones del individuo con el Estado. Absolutamente informal, totalmente irrespetuosa con la tradición y sus valores y principios, cuyo lenguaje se está transformando en jerga de acontecimientos triviales que le llevan al embrutecimiento individual y colectivo.

Es el escenario ideal de la vida parasitaria, marginal, de semi esclavitud, controlada por bárbaros, donde el valor de la vida y el respeto al Otro diferente no tienen mayor sentido ni valor.

Las relaciones que rigen la inteligencia y vienen soportadas por la familia y sistematizada en las relaciones institucionales educativas del rigor académico, han sido suplantadas por una forma menor de inteligencia, la viveza criolla de la mentalidad marginal, que se impone por la fuerza bruta, el grito y la amenaza física.

Es posible que a mediano plazo se pueda superar esta hecatombe humanitaria con la separación del liderazgo criminal de corruptos en ambos bandos de la actual política venezolana que se soporta en los mandos de parásitos militares.

Las decisiones posteriores para reordenar la gobernabilidad con la normalización de políticas públicas que permitan el desarrollo de nuevas acciones económico-financieras, posibilitarían una nueva imagen del país y sus instituciones.

Pero educar la población en valores, principios y tradiciones para que se orienten sobre la base del cumplimiento de leyes, normas y en la cotidianidad del respeto irrestricto al semejante será una empresa supremamente difícil, riesgosa y de verdaderos profesionales en un gigantesco y humano servicio de amorosidad a la republicana.

A muchos se nos irá la vida en ello pero no conozco otro camino hacia la felicidad que el tránsito educativo y pedagógico que lleva a la libertad real y trascendente.
@camilodeasis


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