Opinión

Pan del cielo

Jesucristo, al igual que su Padre Dios, ha dado de comer a los hambrientos, multiplicando los panes. La abundancia y gratuidad son signos de la presencia del Reino de Dios: cuando Dios reina, no hay necesitados ni la necesidad es “oportunidad” de negocio.
jueves, 29 julio 2021

La sobrevivencia biológica de los seres humanos pasa también por la ingesta diaria y balanceada de alimentos; esto es una obviedad. El pan es el alimento más universal, por ser básico. De hecho, el pan representa todos los alimentos, los incluye a todos. A Dios le pedimos pan mientras pronunciamos el Padrenuestro. Y en el pan vive Dios: Jesús se quedó en medio nuestro en forma de pan bendecido, de pan consagrado.

La comida llueve del cielo
Israel se ha puesto en camino, atravesando el desierto. La conquista hacia la libertad es ardua, no se la otea en el horizonte en las inmediatas. Las fuerzas merman y la fe declina. El malestar se pasea entre los peregrinos, los ánimos se caldean. Surgen los “reclamos” a los dirigentes, a Moisés y a Dios: “Nos sacaste de Egipto y nos trajiste acá, a morir de hambre”.

El Señor escucha el clamor del hambriento y le sale al encuentro con el maná. Se trata de una comida para sobrevivir mientras se recorre la senda hacia la libertad. No se trata de manjares suculentos ni de exquisiteces gastronómicas; es lo básico para resistir, porque el recorrido aún es largo.

El maná llueve a diario sobre Israel, y a diario es recogido. El maná se consume diariamente, pero no se acapara o reserva, pues se pudre.

Vale la pena reiterar que esta historia coloca en el primer plano al Dios que liberó a su pueblo del yugo de la esclavitud, ofreciéndole un futuro promisorio, determinado por la justicia y la libertad, pero estas condiciones hay que construirlas. Mientras se va en pos de la libertad, el Señor procura alimento a este pueblo: la comida llueve del cielo.

Jesús, pan bajado del cielo
Jesucristo, al igual que su Padre Dios, ha dado de comer a los hambrientos, multiplicando los panes. La abundancia y gratuidad son signos de la presencia del Reino de Dios: cuando Dios reina, no hay necesitados ni la necesidad es “oportunidad” de negocio.

Ahora bien, hay quienes pretenden establecer otro tipo de relación con el Señor Jesús, mediada por el paternalismo y el mesianismo. Se busca, como dice la canción: “qué bueno es vivir así, comiendo y sin trabajar”. Y Jesús de Nazaret no está dispuesto a secundar esta dinámica que no nos hace crecer como personas.

Por ello, Jesús coloca las cosas en su sitio. No fue Moisés quien procuró el maná a los israelitas, sino Dios. Y así como la comida llovió del cielo mientras Israel se hallaba en el desierto, ahora Dios envía a Jesús, Pan de Vida bajado del cielo. La relación con Jesús no se da a partir del paternalismo, sino de la fe.

Dificultades para predicar el evangelio en Venezuela
Personalmente, he notado cómo me resulta más difícil predicar el evangelio de la comensalidad de Jesús en este estado catastrófico, de instituciones desmanteladas y prácticamente la población entera padeciendo hambre. Nos aproximamos sistemáticamente a la hambruna, a la muerte por inanición.

En lo más profundo de mi ser, percibo una voz que adquiere peso, pacifica el espíritu y consolida las convicciones: Dios sabe de nuestras necesidades.

Él no nos abandona. El Señor nos procura lo necesario para estos tiempos difíciles. Su alimento nutre nuestro ánimo, para que no decaiga, para que podamos continuar nuestro peregrinar por este desierto en que se ha convertido Venezuela.

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